
«Podía haber ido otro día al cine a ver J’Accuse de Roman Polanski. Pero en el noticiero mostraron imágenes de un grupo bastante grande de feministas impidiendo la entrada»
Confieso que podía haber ido otro día al cine a ver ‘J’accuse’, de Roman Polanski. Pero, ayer en el noticiero mostraron imágenes de un grupo bastante grande de feministas impidiendo la entrada al público en un cine de París, iban con carteles de esos espantosos, y protestaban en contra del realizador. Hoy me dije: voy a ver la peli sin mayor dilación. A ver a cómo tocamos.
La película es una obra maestra. Obra Maestra, reitero. Como bien dijo hoy Rodrigo Carrizo Couto: desde ‘El Pianista’ Polanski no había logrado tocar nuevamente el cielo y la fibra más honda en el espectador y sin sentimentalismos, a golpe de historia y de arte puro. Tocar, repito, esa fibra que muy pocos consiguen tocar, y con unanimidad. Fue mi caso y el de todos los que estábamos en esa sala de cine, repleta. Al final estallamos todos en un aplauso contundente.

«¡Qué sea un judío polaco quien mejor entienda y defienda con valentía ese sombrío y espinoso fragmento de la historia de Francia!»
Jean Dujardin, quede claro, se fue por encima del nivel de cualquiera actor oscarisable. Lo digo a boca entera.
Y lo más increíble: ¡Qué sea un judío polaco quien mejor entienda y defienda con valentía ese sombrío y espinoso fragmento de la historia de Francia!
Bravo tres veces, con aplausos y de pie. Ovación.