
«Ya es un tópico la frase miles de veces repetida: ¡Feliz Navidad! Pero más tópico resulta todavía la muy extendida respuesta»
Ya es un tópico la frase miles de veces repetida: ¡Feliz Navidad! Pero más tópico resulta todavía la muy extendida respuesta:
─ A mí, no me gusta la Navidad. Es triste y hay muchos que se fueron y no están, así que yo no pienso pasarlo bien, bla, bla, bla…─
Todos estamos muy dolidos de la vida que disfrutamos, donde han sucedido muchas “cosas de la vida”. Buenas y malas cosas. Unos se fueron, pero otros llegaron.
Y aquí estábamos nosotros, esperando al nuevo ser con nuestro saco de frustraciones, errores, accidentes… para arrojarlo encima de la criatura y hacer de su incipiente vida un prometedor infierno futuro. Nuestros muertos no estarían muy satisfechos, salvo excepciones, de vernos lloriquear durante esas fechas, a las que por otro lado llamamos entrañables, con gestos adustos y deglución desganada de pavos, cigalas, y múltiples variantes rellenas de comida navideña.
«Sin faltar el discurso final acerca de los seres amados, que deberían estar allí pero que no están, y lo mal que lo llevan ustedes»
Sin faltar el discurso final acerca de los seres amados, que deberían estar allí pero que no están, y lo mal que lo llevan ustedes. Brindando después entre lágrimas o discursos amargos con champagne, este año no catalán, que la pena con condumio es menos pena.
Me gustaría dirigirme a la gente joven que escucha con impaciencia a los plastas añosos, algunas veces no tan viejos, dando por saco a todo el mundo acerca de las “tristezas navideñas” y decirles que los callen. Que los callen como sea. Al precio que sea. Que pongan la tele a tope. La música que salte “casualmente” cada vez que el llorica de turno comience su cantinela.
Emborracharlos, dormirlos, echarlos, abrumarlos a base de chistes y risas. Los fantasmas familiares os estarán tan agradecidos que si pueden os colmaran de felicidad y alegría futura por haberles liberado de tamaña responsabilidad.
«Que el doliente lo lleva bien todo el año, pero la Noche Buena es noche de recordarlos y responsabilizarlos y amenazarlos sobre la eternidad de oscuridad»
Pobres muertos, tener que padecer la “culpa” anual, cada 24 de diciembre por haberse muerto. Que el doliente lo lleva bien todo el año, pero la Noche Buena es noche de recordarlos y responsabilizarlos y amenazarlos sobre la eternidad de oscuridad que han arrojado sobre los vivientes que quedan y que, suponemos, esperan igual comportamiento de los descendientes.
Hagan ustedes felices a sus muertos, ríanse esta noche. Olviden por unas horas a España, a Sánchez, a Podemos, y a todos los ejemplares que nos han avinagrado el año. Brinden por aquellos que se fueron de su vida y disfruten con los suyos de un momento irrepetible porque están juntos, y aunque sea por un día, no importa nada más. ¡Feliz Navidad!