
«Cuando se intenta explicar en Francia la actualidad de América Latina la consternación en los rostros es evidente»
Cuando se intenta explicar en Francia la actualidad de América Latina la consternación en los rostros es evidente. Primero, en este país se menciona poco el tema, aun cuando el término América Latina fue una invención francesa, autoría del economista sansimoniano Michel Chevalier, que aglutinó a toda la América, excluyendo a los norteamericanos, con la intención de oponerse a una América anglosajona. Sin embargo (y segundo), América es más que esa reducción, pues en ella debiéramos comprender a América del Norte, donde vive una gran cantidad de emigrantes mexicanos, chicanos, puertorriqueños (nuyorricans que son los puertorriqueños de Nueva York), venezolanos, argentinos, guatemaltecos, bolivianos, además de una enorme cantidad de exiliados cubanos desde el año 1959 hasta la fecha; sin contar por supuesto a América del Sur desde el Río Bravo hasta La Patagonia siguiendo la Cordillera de los Andes, Las Antillas, o sea El Caribe, América Central. En resumen: ¡cuántas culturas fusionadas!
América ha devenido ‘latina’ a la fuerza, pero no solamente, pues recordemos la multiplicidad de culturas con sus respectivos idiomas, dado que se habla español con sus numerosas acepciones y diferencias, de varias lenguas indígenas y dialectos africanos, brasileño (igualmente con sus acepciones y diferencias), el francés y el inglés. Bien, si la complejidad cultural de América resulta todavía hoy un rompecabezas para los franceses, sobre todo para los más jóvenes, imagínense lo que significa explicarles la actualidad política.
El desfase que existe en este país sobre la situación política y social sudamericana es aplastante, y la mayoría de las veces vergonzosa.
«Comparada con la de Corea del Norte, la castrista ha sido la más tolerada de la historia de la humanidad, tanto por la izquierda como por la derecha»
En las clases de historia de las escuelas todavía se habla de las dictaduras militares argentinas y chilenas como si estuviesen en la más rabiosa actualidad. Y, por el contrario, mencionan hasta el hartazgo lo que para ellos constituye la “gloriosa revolución” cubana, que no castrista; cuando desde hace ya más de 61 años en Cuba existe una tiranía militar encabezada antes por Castro I, seguida por su hermano Castro II, en lo que fue una sucesión dinástico-comunista, reemplazado este último por el nombrado a dedo, el ex militar Miguel Díaz-Canel. Comparada con la de Corea del Norte, la castrista ha sido la más tolerada de la historia de la humanidad, tanto por la izquierda como por la derecha, y por todos aquellos que sueñan -ese sueño esclavista enmascarado de ‘apertura económica’- con transformar a la antigua Perla del Caribe en la China de Las Antillas. Y a Corea del Norte en un principado totalitario, lo que ya es. Patidifusa me quedo cuando oigo a los estudiantes, profesores, de liceos y de universidades de prestigio, seguir todavía con el mismo sonsonete.
Pero el ‘sonsonete’ toma aires de melodía macabra cuando lo escuchamos en las bocas de los políticos y politólogos que gobiernan y analizan la actualidad mundial en el país de los derechos humanos.
De tal modo, hace unos años en la Journée de América Latina celebrada en la Maison de l’Amérique Latine en París, el señor Jean-Pierre Bel, presidente entonces de la Asamblea Nacional, argumentó en su mediocremente hilvanado discurso las relaciones cordiales de Francia con esos países “emergentes” (palabreja a la moda en los círculos “in” de la ‘gauche’ caviar), y sus prometedores proyectos económicos con las democracias emergentes del Sur; entre esos países “sureños” mencionó a Cuba, que se halla situada, es cierto, al sur de América del Norte y de México, pero al Norte de Venezuela, Argentina, Colombia, Brasil, etcétera, y que es, en toda esencia y regla, un país caribeño, antillano. También citó como referencia a las antiguas dictaduras militares, ya saben, Videla, Pinochet, excluyendo, por supuesto, a la de la Hermandad Castrista. En sus palabras, qué duda cabe, la esperada referencia a esos que como él, “fascinés par le destin du Comandante Che Guevara et motivés par la lutte contre Pinochet et Videla, cette histoire a un sens”.
El Che Guevara ‘encore’! La peor referencia, al que los cubanos llamamos “el asesino de La Cabaña”, un argentino al que se toma por cubano; y luego, el olvido recurrente e intencionado del más grande de todos los cubanos y latinoamericanos: José Martí, el autor de Nuestra América. Que un señor casado con una cubana, como Bel, lo ignore, no sólo es grave, es vil.
El mismo error, que al ser tan similar no puedo considerarlo un descuido, sino más bien una nefasta estrategia, lo cometió François Hollande en su discurso del 130 aniversario de la Alliance Française, aunque si bien es verdad que no mencionó a Cuba entre los futuros proyectos económicos (¿qué proyectos, qué economía, en un país donde desde hace más de 60 años existe una broma en la que a uno le preguntan cómo se dice “miseria” en francés, el otro responde: “qué escasez”, en un obvio juego de palabras con “qu’est-ce que ce”?). En un país donde la libreta de racionamiento cumplió la sesentera matando a todo un pueblo de hambre y necesidad. En el que la economía es un evidente desastre. En una isla nefasta apenas mantenida por Venezuela, aliada económico de los chinos y de los rusos. En una isla cárcel donde se violan absolutamente todos los derechos humanos, donde no hay libertad de expresión, donde se desnudan a las mujeres opositoras en las calles y se las apalean, con la complicidad del pueblo combatiente y vigilante.
¿Por qué resulta más cómodo al presidente de la República Francesa citar a antiguas dictaduras militares de derecha y no poner el dedo en la llaga de esa dictadura militar de izquierda (insisto en que Miguel Díaz-Canel tuvo su pasado militar) que ha copado de narcoguerrilleros y terroristas al mundo, a los países suramericanos y buena parte de los países árabes (recuerden el viaje del Che Guevara a Siria, donde es considerado todavía un mullah santificado y un talismán de la rebeldía. ¿Por qué siempre mirar hacia la España franquista con recelo?
«Che Guevara en Siria. Un documento excepcional. Tanto descaro al falsear la historia, es un desfase sin parangón»
Verdaderamente no consigo entenderlo, y al igual que yo otros amigos americanos. No es posible que siga existiendo tanta ignorancia, o tanta complicidad. Tanto descaro al falsear la historia, en un desfase sin parangón, que en lugar de ser provechoso para el futuro de Francia y sus relaciones bilaterales con un continente que, sí, es ya un continente en vías ultra rápidas de desarrollo y ya no más subdesarrollado (por cierto, lo que era Cuba en 1957, un país en vías supersónicas de desarrollo), y que hoy es o sigue siendo el peor de los destinos subdesarrollados en materia de derechos humanos y libertad de expresión.