
«Hoy en el mentidero, en la cola del pan, en la carnicería de mi amigo filósofo, en la churrería y ¿cómo no? en el bar de Ángel, no se habla de otra cosa»
Hoy en el mentidero, en la cola del pan, en la carnicería de mi amigo filósofo, en la churrería y ¿cómo no? en el bar de Ángel, el de las mejores tapas del barrio, los que todavía hablan, y no callan por vergüenza ajena, no hablan de otra cosa que el enfrentamiento y el déficit a que nos abocan los profesionales de la tercera república y que, en esencia se resume a la respuesta de un conciso pero tajante «nada», y allá cada uno con su conciencia, de estas nueve preguntas que protagonizan todas las conversaciones: ¿Qué ha pasado con lo de los encapuchados de Bolivia? ¿Y con lo de Bildu en Navarra? ¿Y con lo de Àbalos en el aeropuerto? ¿Y con lo de la Fiscalía? ¿Y las múltiples visitas del expresidente a Venezuela? ¿Y con las mentiras del inepto en la campaña? ¿Y con lo de la tesis? ¿Y con las niñas prostituidas en Mallorca? ¿Y con los cursos de formación en Andalucía y la sentencia de los ERE?
Y la conclusión que me llevo para casa en el carrito de la compra es que en la vecindad hay motivos suficientes para el cabreo y la protesta, pero una especie de niebla espesa y anestésica con la que el gobierno de coalición fumiga a golpe de titular en cada «prime time» nos inmuniza a todos. Que, en esencia, con una estrategia muy clara gobiernan para ellos a golpe de anuncios comerciales con los que un escándalo tapa otro escándalo y una nueva mentira nos hace olvidar a la anterior.
Y eso que, más o menos, todos estamos informados de que España camina a la ruina mientras estos abusones del poder, con carta blanca y holgado presupuetso para la manipulación, no se recortan ni en un vulgar y barato chocolate del loro enchufadín para sus aliados, amigos y familiares que todos quisiéramos para nuestras economías domésticas. Y así, nos mienten, nos callan pero en definitiva, nos roban el futuro en el que, por su culpa, solo habrá deudas que todos y cada uno de los españoles dejaremos en herencia a nuestros hijos y nietos.
Y eso que todavía no han comenzado a vendernos la populista solución de la quita que estos insensatos gobernantes seguro barajan en sus reuniones inspirados por sus amigos de Argentina, Venezuela, México, Cuba y todos los herederos del comunismo tropical. Y sabemos que nuestros esfuerzos, los de los funcionarios, de los empresarios, de los parados no serán suficientes para desvelar sus engaños para perpetuarse en el poder y seguir comiendo a diario ese solomillo que hoy he visto en las vitrinas a más de treinta euros el kilo.
«Me temo que en poco tiempo los vecinos no podremos dormir por causa del ruido de los helicópteros de la policía intentando aplacar el fuego griego de los profesionales de la tercera república»
Y mientras sus aduladores les ríen las gracias, los políticos españoles juegan a la ruleta rusa por lo que me temo que en poco tiempo los vecinos no podremos dormir por causa del ruido de los helicópteros de la policía intentando aplacar el fuego griego de los profesionales de la tercera república y la agitación de la violencia. La espiral se ha puesto en marcha aunque todavía se muestre difusa por las mentiras y propaganda. Lo se por los sanedrines de la mañana de hoy que ha culminado con la anécdota de las tapas en la barra del bar.
Cuándo Ángel me ha dicho, con su afabilidad de siempre, que probara el pincho que había montado esta mañana como homenaje a la selección española, sobre base de tomate cherry, tortilla de patata y encima un pimiento morrón, el parroquiano de al lado, le conocemos bien en la calle León, ha comentado con un tonito violento que para él sería bueno quitar el pimiento y añadir una loncha de remolacha, para hacer pinchos de la república. ¿Hombre, y el sabor? Le ha replicado el propietario. El sabor es lo de menos. Le ha contestado el comunista. Tonterías, por ahora, de salón del siglo diecinueve en esta nueva España que se nos avecina, fumigada y adormecida por la propaganda pero fatalmente abocada al gasto público y la ideología del déficit.
No puedo estar mas de acuerdo con tu comentario. Me gusta esa original frase «los profesionales de la Tercera Republica». Es una verdad como un templo. Impresiona que haya gente con tan mala memoria. Aquella fue un desastre sin paliativos. Es posible que ,los pobres ,esten con demencia senil. Solo eso lo explica.
El sabor nunca podrá ser lo de menos, como cualquier verdad.Lo de los comentarios de salón decimonónico, me retrotaen a unos años antes incluso del S XIX, cuando Europa, y hablando de ideologías, cree en una democracia que debiéramos revisar quizá, cuando la economía del mundo deja de lado la economía real, y nuestros administradores de Estados, obedecen a los mandatos de la economía financiera exclusivamente por ser ellos parte de sus delincuentes a sueldo, y así, poder seguir perpetrando, ante el metre, el pedido de solomillo.
Somos como pueblo responsables, y que Dios nos acompañe, de no tener el mismo destino del pueblo Argentino, Venezolano, etc. que no lleguemos a adimirar, aplaudir y preferir a los que son más listos porque son los que mejor nos estafan, o nos matan.
Don Manuel, gracias como siempre por tu trabajo.