
«Ya ni te sirve un buen paraguas mamá. Mejor aguantar unos días bajo la cama mientras llega el invierno. Seguramente, será peor»
Sí, mamá, sí; La culpa de todo la tiene el tiempo.
En otoño, durante el cambio de ropa de los árboles, caen gilipollas confundidos con las hojas. La única diferencia para poder distinguirlos es que, si los pisas, estos no crujen ni dan la reconfortante sensación que se siente al andar sobre un montón de hojarasca.
Se producen tornados en los domicilios, pero no se cuentan los destrozos en las televisiones.
Lloviznan letras desde el cielo y componen pegajosas cantinelas tristes que escurren entre las rejillas y llenan las alcantarillas desbordadas.
De los charcos, que gritan, emergen algunos: hay gente ahogándose dentro. Muchos los ayudan, pero empujan cuidadosamente calzados con botas especiales para el agua, que no es preciso mancharse de barro para rematar gente. Por el pasillo de cualquier casa es fácil cruzarse con alguna rata cantando “La Internacional”. La solución es sencilla, si le arrojas un trozo de queso se calla.
Imprescindible para el bolsillo en estos días de cambio de tiempo: Porciones de queso. Sobre todo, si tienes que visitar alguna administración pública; están infestadas de roedores que amenazan a los mismos funcionarios agazapadas tras sus espaldas.
Las cucarachas, en las tuberías, se preparan en ejércitos para tomar el mundo. Si se acerca el oído al desagüe de un lavabo, se escucha el rumor de las hordas enardecidas murmurando soflamas y cánticos guerreros.
Es lo que tienen los cambios de tiempo, mamá, que lo trastocan todo. Que los cuerpos no están para novedades. Los granos y las pústulas son sensibles a la influencia térmica. Y, hasta el peinado, se te estropea si sales a la calle lloviendo y te cae un estulto sobre el moño.
Ya ni te sirve un buen paraguas. Mejor aguantar unos días bajo la cama mientras llega el invierno. Seguramente, será peor, pero, te cuelgas unas cuantas bolas navideñas del abrigo y ya puedes sentirte mejor criticando al tiempo y sus ocurrencias.