
«Ahora comprendo que esto debía de ser la libertad que quería la gente, ser explotados por otros y por sus gobiernos, en vez de por unos pocos»
¿Qué ha pasado con la libertad? Cuando yo tenía menos de veinte años hace ahora ya cuarenta y seis años, me sentía perfectamente libre, además de no aleccionado ni sexualmente, ni socialmente, ni políticamente ni de ninguna otra manera. Recuerdo que en mi casa mis padres me educaron sin religión y sin ideas políticas preconcebidas pero con un gran sentido de la responsabilidad de mis actos. A mi alrededor veía hijos de gente con las mismas posibilidades dinerarias que mis padres, pero los míos nunca jamás me hicieron un regalo como una motocicleta ni otra cosa por aprobar los exámenes. Esto era bastante común en otros compañeros a los que les prometían este tipo de cosas.
Nunca fui un zorro para los negocios, estaba claro que me gustaba más tener un animalito, que tener dinero o canicas, bolones y semibolones, con sus colores bonitos. De hecho recuerdo haber cambiado toda una bolsa de bolones y canicas por un ratoncito blanco con ojos rojos que conseguí tener vivo un año. Claro muchos dirán que era tonto, pero nunca me he arrepentido de haber sido como soy, prefiero dar cariño a un ser vivo, por muy rata que sea, que no rata política, como algunos que yo me sé, que un billete de mil.
Desde luego el dinero nunca me ha importado mucho y era de tal manera que si yo tenía para unos botellines y los demás amigos no, nunca me importó invitarles, porque lo que realmente quería es que todos lo pasáramos bien. Lo malo de esto es que eso no funciona en la vida, por lo menos aquí en España, porque todo el mundo te califica de tonto, no de bueno y cuando tu no tienes, te falta cualquier cosa salvo los amigos muy amigos y salvo alguna excepción digna de laurel, nadie lo hace por ti.
Esto ocurre con el dinero sobre todo, pero también con muchas otras cosas, como por ejemplo llevar a tus amigos en coche, prestarles dinero si alguno lo necesita, dinero que por supuesto no vuelves a ver y cosas por el estilo. Esto no lo aprendí entonces pero me temo que cuarenta y seis años después sigo sin saberlo. Siempre aplico el dicho de para los amigos todo, por los amigos todos, siempre intente hacer cierto lo de los Mosqueteros “Todos para uno y uno para todos”, lamentablemente he descubierto muy tarde que eso solo es cierto en las novelas y con amigos de excepción, con nadie más.
En TVE estuve de ayudante de realización, con muchos realizadores durante muchos años y jamás ninguno, sabiendo que yo les sacaba el trabajo adelante, muchas veces el suyo y el mío, fue capaz de pelearme un mísero plus de disponibilidad del doce por ciento. Y tampoco por supuesto cualquier otro favor. Pero la verdad eso nunca me importó demasiado, porque muchas veces hasta yo mismo renuncié a pluses en favor de otros compañeros, no porque fuera un santo, sino porque era así de bobo.
Ahora lo sigo siendo aunque mucho menos porque desde que tuve hijos empecé a aprender que ellos estaban por delante de cualquier otra consideración. Los veo ahora ya hechos un hombre y una mujer, que además han sido buenos estudiantes e inteligentes y saben buscarse la vida, sin importar lo que cueste y me siento orgulloso, me da igual hasta dónde consigan escalar en la sociedad, porque hoy en día si no trabajas como personal de dirección en muy buenas empresas pasar de ganar cuatro o cinco mil euros al mes, en el mejor de los casos, resulta bastante raro si no tienes los apoyos necesarios.
Yo por desgracia no se lo puedo dar, apoyo, el hecho de haberme tenido que prejubilar anticipadamente por la advertencia de los sindicatos de lo que se nos venía encima en TV, me hizo perder algunos contactos que hoy podrían echarme un cable. Pero ni eso, no voy a recurrir a algo que nunca me ha funcionado en la vida, para frustraciones ya me basta con mi historia laboral. Eso sí, he sido un buen profesional creo y además nunca me importó hacer las horas que fueran necesarias para sacar el trabajo adelante, cosa que no entendió la jefa de personal cuando me dijo que no podía pagarme las horas extraordinarias que había hecho, que me las cogiera en libranzas, que por estar solo en aquella época en el programa en el que estaba no me pude coger.
Ahora comprendo que esto debía de ser la libertad que quería la gente, ser explotados por otros y por sus gobiernos, en vez de por unos pocos. Ya te digo siempre me sentí más libre en dictadura, que en este remedo de democracia que tuvimos la mala suerte de votar sin saber realmente la cantidad de mierda que traía incorporada. Y eso que desde luego no soy de los que dicen vivan las “caenas”, pero actualmente en España “caenas” tenemos para regalar y muchas más que en tiempos de la llamada oprobiosa.
Curiosamente pude leer “El Capital” comprándolo en librería y eso en época del dictador “fascista” jatetú” que despropósito. Por eso no me queda más remedio que preguntar ¿Qué ha pasado con la libertad? Cuando yo tenía menos de veinte años hace ahora ya cuarenta y seis, me sentía perfectamente libre, además de no aleccionado ni sexualmente, ni socialmente, ni políticamente, ni de ninguna otra manera. Recuerdo que en mi casa mis padres me educaron sin religión, sin ideas políticas preconcebidas pero con un gran sentido de la responsabilidad de mis actos. Sin embargo hoy puedo hacer ¡cosas importantes!, gracias Irene, como por ejemplo declararme mujer porque me sale de los buitos… ¡eso es libertad sin ira, libertad! ¿verdad? Seguro ¿Qué sí?