
«El Tribunal Constitucional tumba el impuesto de plusvalía y a Sánchez y su soberbia le importe un cuarto de comino»
Con los años, he llegado al convencimiento
de que LA SOBERBIA provoca la peor de las desgracias;
pues, siendo mil cosas las que nos empujan al cementerio,
puede, por si solo, el más triste envanecimiento,
condenarte a vivir con un enorme vacío en el alma:
Para vivir de veras, hay que ser capaz de ver a los demás.
Y, EL SOBERBIO, siempre encastillado en su castillo,
es enteramente incapaz de ver más allá de sí mismo.
De ahí que a Sánchez le importe un cuarto de comino
devenir el peor gobernante que diera la democracia;
y, en cambio, se apodera de todo su psiquismo la rabia
de pensar que no pueda gobernar hasta fin de siglo.
La política, para él, nunca fue una suerte de tarea
encaminada a hacer siquiera un poquitín de bien:
él se pasaría sentado en un retrete la vida entera
-soltando todas sus porquerías y sus mierdas-
si pudiera hacer, de dicho ‘sitial’, su Trono de Poder!
Nadie pretenda, pues, tumbar los muros que le rodean:
antes se hundiría todo el castillo encima de él,
que abrir una mirilla para que ver a los demás pudiera.
¡He ahí SU GRAN TRAGEDIA!