El pecado y la indulgencia. Por Francisco Gómez Valencia

Pese a la preocupante situación el ocio en las terrazas de momento cotiza al alza

«La clave son los impuestos indirectos aplicados al vicio y al pecado… ¿Comprenden ahora por qué no sale nadie a protestar?»

Al hilo de los datos publicados de la EPA permítanme interpretarlos cruelmente desenmascarando el asunto de tal manera que partiendo de lo bueno seamos capaces de criticar lo malo de la situación y a nosotros mismos.

Lo positivo es que desde 2008 no se alcanzaba la grandiosa cifra de veinte millones de personas ocupadas y si, en esta ocasión ha sido gracias a diferentes variables acaecidas durante el último trimestre al margen del Gobierno. Veranito, rebote económico (que no recuperación), vacunación “a destajo” y un histórico contable de contagios en mínimos con una buena gestión sanitaria de las CCAA y de la UE en cuanto al reparto de vacunas. A todo esto hay que destacar la acertadísima falta de gestión del Ministerio de Sanidad haciendo lo que mejor sabe, es decir, plena inactividad total salvo por las ruedas de prensa sonrientes para ponerse medallas por lo que hacen los consejeros autonómicos de Salud.

En cuanto a la sociedad en general lo previsible: unas enormes ganas de salir y gastar en general gracias a la relajación de las medidas restrictivas y la enorme responsabilidad del sector privado aplicando medidas anticovid. Aquí reseña aparte a la profesionalidad del sector HORECA que combinado en la coctelera con el ahorro provocado por desgracia por el efecto de los confinamientos, ha provocado la tormenta perfecta para que los números salgan al menos a medias. Y por supuesto también mención aparte para la magnífica oferta de turismo rural profesional y familiar para acoger a los turistas ocupados y a los parados, porque ya saben: “a falta de pan buenas son tortas”.

Sin embargo digamos que en este periodo hay más o menos los mismos nuevos funcionarios que gente ha dejado de estar ocupada (unos 50.000), que siguen estando en ERTE los mismos que el mes pasado, y que siguen faltando el mismo número de autónomos rescatados o no, y por supuesto la temporalidad alcanza al 70% del total de los nuevos contratos realizados en el trimestre en cuestión. Incluso profundizando más en esta variable en el sector público del total alcanza el 31.6% mientras que en el privado llega al 21.9%, por lo que hasta la temporalidad lo es casi diez puntos más en el sector público, o sea que en unos días: “todos calvos”.

Aun así el Gobierno del felón, se felicita por una situación conseguida gracias a la flexibilidad de la reforma laboral actual por la que se rige el mercado, hecho que hace sospechar que lo de la famosa derogación y el berrinche de la ministra tucán, no es más que un paripé forzado para derogar algo políticamente incorrecto para sus egos sustituyéndola por otra nueva Ley ideológica (lo de siempre, legislar sobre lo legislado esta vez con la denominación de origen comunista) para contentar a sus sindicatos y poco más, ya que asuntos como el de elevar a niveles previos las indemnizaciones por despidos de trabajadores fijos, podría implicar el tener que resarcir a los trabajadores con la diferencia no cobrada desde la aprobación de la reforma si se aplica con carácter retroactivo como quiere Podemos.

Esta cuestión provocaría un tremendo atasco a nivel judicial por las miles y miles de reclamaciones y por supuesto, sería una ruina en toda regla para el sector empresarial teniendo en cuenta que nuestro tejido se fundamenta en la pequeña y mediana empresa, aunque sin limitaciones al desenfreno del déficit desde Bruselas hasta 2023 para seguir subvencionando empresas en ruina y a trabajadores en ERTE, cualquiera sabe… Otro marrón es lo de la equiparación salarial del personal subcontratado dentro de una empresa, igualando las condiciones con los contratados directamente por la misma empresa, y aunque parece que desde la UE dicen que “debería ser que no”, que en España las empresas subarrendatarias terminen asumiendo la pérdida de los márgenes por el artículo 33 es un hecho, por lo que tal ocurrencia provocará más paro al dejar de ser rentable el negocio del trabajo temporal indispensable hoy en día.

Con todo esto tenemos un 14.57% de paro en España, o lo que es lo mismo contando a los que el Gobierno oculta tras su escudo social mes tras mes, seguimos superando con creces el 16%, es decir, un punto por encima del 15% estructural.

Además y siendo bastante riguroso con lo que dicen los economistas, el nivel de crecimiento en España necesario para crear empleo está en el 2%, que es hasta donde se ha logrado llegar en el último trimestre, por lo tanto eso de que estamos en recuperación se lo tendrán que contar a otro porque a mi desde luego no me cuadra en absoluto. Si a todo esto le sumamos que acabamos octubre con una inflación del 5.5% por lo que todos sabemos y sufrimos en nuestras carnes (la luz, los combustibles y la alimentación entre otras cuestiones) pues provoca pese a todo y sin sorpresa por mi parte, que para el Gobierno la situación esté controlada y no sea preocupante porque todavía se resiste con solvencia a la situación de estanflación encubierta, gracias al ahorro de las familias por lo anteriormente comentado del confinamiento y por la drástica reducción del consumo estimado por el Gobierno en unos 1.500 millones de € (o sea que según ellos todavía hay margen de estrangulamiento), ya que en general se gasta menos.

Claro, si dicen que la cesta de la compra con la subida del IPC medio se va a incrementar en más de 1.500€/año, la luz unos 300€/año, en combustibles en tormo a los 700€/año, o las primas de los seguros unos 200€/año por poner algunos ejemplos, ya me dirán como lo vamos a hacer si los sueldos no van a subir salvo que se sea funcionario (los suben el 2%) o si se es jubilado (los aplican la media del IPC interanual, hasta ahora el 2.7%), a los cuales veremos protestar de nuevo a las puertas de los ayuntamientos en cuanto echen la cuenta de la vieja.

«No hay terraza que no esté a buenos niveles de ocupación y eso significa según los datos del sector de la hostelería, que la gente tiene claro»

Pese a todo, el Gobierno y sus mil quinientos asesores, tiene claro que hay en España un índice muy significativo que demuestra que la situación en general, por muy pesimistas que nos queramos poner, de momento tiene margen, y me refiero al cachondeo. No hay terraza que no esté a buenos niveles de ocupación y eso significa según los datos del sector de la hostelería, que la gente tiene claro en lo primero que se gasta el plus que se quita de comer o de viajar o para disfrutar de espectáculos u otro tipo de ocio destinándolo a las copitas, las cañas y las tapas. Los mismos datos del sector de las empresas de distribución aclaran que el consumo de alcohol no ha disminuido por la crisis sino todo lo contrario, lo cual demuestra que además de que se está volviendo a las cifras previas de consumo en la calle, el consumo en casa se ha incrementado con creces desde el comienzo de la pandemia.

Comer distinto con la excusa del teletrabajo de manera más casera, ajustar gastos generales reduciendo servicios o ajustando pagos extraordinarios modificando el fraccionamiento de las primas o las cuotas aun sufragando los recargos (por poner algunos ejemplos), son la manera socialmente aceptada y utilizada por las familias de clase media para seguir manteniendo el nivel de vida de hace dos años, consumiendo los mismos niveles de alcohol, tabaco, apuestas y demás vicios confesables o no por su carácter pecaminoso, que desde el Gobierno son controlados a diario para medir el pulso de la población.

La clave son los impuestos indirectos aplicados al vicio y al pecado… ¿Comprenden ahora por qué no sale nadie a protestar?

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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