La famosa crisis de valores que nos acerca al despropósito. Por Amando de Miguel

Filosofía práctica para la crisis de valores
Filosofía práctica para la crisis de valores y el despropósito que en esencia significa

«Todo el mundo ilustrado habla de la crisis de valores, que afecta a nuestra sociedad y quizá también a otras. Solo que se trata de una abstracción muy difusa, de tal manera que cada uno está pensando en unos valores y no en otros»

Todo el mundo ilustrado habla de la crisis de valores, que afecta a nuestra sociedad y quizá también a otras. Solo que se trata de una abstracción muy difusa, de tal manera que cada uno está pensando en unos valores y no en otros. Es tal la confusión del asunto que en los actuales planes de enseñanza obligatoria los alumnos pueden elegir entre una signatura de Religión y otra de Valores. Es decir, una excluye a la otra. Por tanto, se podría pensar que en las clases de Religión no se habla de valores. Y a la inversa, en las clases de Valores no aparece la religión. Un disparate.

No cabe duda de que la comunicación constante entre personas es un valor deseable, sea cual sea el medio empleado. Ese es un valor típico de nuestro mundo, solo que, al cultivarse forzadamente, empieza a ser una epidemia. El carácter obsesivo que tiene el incesante uso de los artefactos diseñados para comunicarnos con los demás empieza a ser un peligro, alcanzado un punto de saturación. No es infrecuente comprobar que algunas personas utilizan el móvil al tiempo que conducen un vehículo. O también se pueden ver peatones que siguen tecleando el móvil mientras cruzan una calzada. Son nuevos peligros.

Un valor central de nuestro tiempo es el de aspirar a la felicidad. Lo recoge explícitamente la Constitución de los Estados Unidos, pero se ha extendido en todo el mundo. Más que un derecho, empieza a ser una especie de obligación. Otra cosa es lo que cada uno entienda por esa aspiración. Se supone que una cierta dosis de alcohol o de drogas (legales o no) contribuye a hacer una vida más feliz. Pero tales estímulos, si excesivos, pueden llegar a ser una desgracia. También es un valor reconocido el cuidado del cuerpo por razones de salud, de bienestar o de estética. Resulta general el acuerdo sobre el particular. Pero aquí también menudean los excesos, los que al final atentan contra la salud del cuerpo o de la mente. Se va entendiendo así la manida cuestión de la “crisis de valores”. Habrá que recordar el adagio clásico de in medio est virtus, es decir, la virtud consiste en la moderación.

«El estudio se considera como penosa obligación, mientras se ensalzan todas las posibles formas de ocio o entretenimiento»

Es evidente que el tiempo de ocio y entretenimiento supone una dedicación muy apreciada. Hasta Dios mismo se tomó un día más, después de los seis en los que se entretuvo con la creación del universo, para descansar y contemplar satisfecho su obra. No se conoce ningún ateo que proteste contra la norma de abstenerse de trabajar los domingos. Pero también en este caso se observa actualmente una cierta inversión de valores. Esto es, el trabajo o el estudio se consideran como penosas obligaciones, mientras se ensalzan todas las posibles formas de ocio o entretenimiento.

Cada vez son más frecuentes las actividades profesionales en las que se considera central el cuidado de la imagen propia. Por imagen se entiende aquí lo que los demás piensan de uno. Es una preocupación que no está mal, pero, si se exagera, puede resultar enfermiza. Baste decir que hay políticos que tiran del erario para pagar a empresas especializadas en el cuidado de la imagen pública de sus clientes. Nos acercamos al despropósito. Al menos es otro caso de inversión de valores.

© Amando de Miguel para La Paseata 2018.

Amando de Miguel

Este que ves aquí, tan circunspecto, es Amando de Miguel, español, octogenario, sociólogo y escritor, aproximadamente en ese orden. He publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. He dado cientos de conferencias. He profesado en varias universidades españolas y norteamericanas. He colaborado en todo tipo de medios de comunicación. Y me considero ideológicamente independiente, y así me va. Mis gustos: escribir y leer, música clásica, chocolate con churros. Mis rechazos: la ideología de género, los grafitis, los nacionalismos, la música como ruidos y gritos (hoy prevalente).

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3 comentarios

  1. Magistral artículo,D.Amando, sobre la locura colectiva. Uno de estos días, nos miraremos en un espejo y no aparecerá nuestra imagen de seres cabales. Ni el inocente espejo nos va a reconocer.

  2. Los valores son los contenidos de una historia larga. El concepto de valores como se entiende hoy (educación en valores) es vacío, absurdo y sin determinación alguna. Una sociedad que dice que hay que educar en valores, menosprecia el valor más preciado que posee que no es otro que los contenidos de su historia, es una sociedad de mierda.

  3. La asignatura de religión y la valores no son excluyentes. Lo único que en religión, además de enseñarte ética, te cuentan historias sobre vírgenes que se quedan embarazadas y arbustos en llamas que hablan.

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