
«Nos movemos dentro de un muy peligroso consenso occidental en el que quien se salga de la opinión generalizada es un fascista»
Nos movemos dentro de un muy peligroso consenso occidental en el que quien se salga de la opinión generalizada es un fascista o un comunista. Con unos medios controlados, vivimos la imposibilidad de buscar fuentes para formarse un criterio propio a la vez que caminamos hacia una guerra total contra Rusia, acusada de invadir cuando lo que hizo fue acudir a ayudar a los rusófonos de determinadas regiones que estaban siendo masacrados desde 2014. El 16 de febrero pasado las fuerzas ucranianas comenzaron a bombardear la población civil de Donbass poniendo a Putin en el dilema de ayudar a esas poblaciones con el consiguiente problema internacional provocado por Zelensky o quedarse de brazos cruzados.
Además del flagrante incumplimiento de los compromisos de Minsk, nunca hubo tropas rusas en los territorios afectados antes del 23 y 24 de febrero de 2022, ni anteriormente tal como se refleja en los informes de los observadores de la OSCE y en el mapa de inteligencia norteamericano de 3 de diciembre de 2021. Zekensky arremetió contra Donetsk y Luhansk creyendo que toda la OTAN se lanzaría a apoyar su bravuconería. El 21 de febrero Putin sabía que su decisión de actuar militarmente aunque invocase la obligación internacional de «Responsabilidad de proteger» (R2P) doctrina por la que los estados deben garantizar la protección humanitaria incluso a costa de intervenir en los asuntos internos de otro país, que su acción iba a desencadenar en definitiva, una serie de problemas de complicada solución, tal como ocurrió, junto con una lluvia de sanciones orquestadas contra Rusia al intentar proteger Donbass en cuya ayuda se acudió a petición de la duma de ambas repúblicas.
Periodistas y comunicadores europeos, espoleados por la propaganda hablan sin rubor, con el riesgo que entraña, sobre entrar en esa guerra contra una potencia nuclear cuyo mensaje ha sido muy claro, directo y contundente. A día de hoy si no sigues la postura oficial eres un traidor, pro-Putin o simplemente un fascista o comunista. Si se cuestionan lo más mínimo las opiniones o acciones que toma el Gobierno de EE.UU. y una Europa desnortada respecto a Ucrania pasas a convertirte en un traidor a Europa, actualmente convertida exclusivamente en una entelequia servil, burocratizada y canibalizada por anónimos chupópteros.
Vemos como el Congreso de los EEUU, al que le importa una higa el pueblo de Ucrania, se muestra dispuesto, mientras sus ciudadanos carecen de una sanidad universal, a enviar miles de millones de dólares a Kiev que servirán exclusivamente para llenar los bolsillos de oligarcas y funcionarios corruptos, tal como viene ocurriendo desde la Perestroika, al igual que sucedió en Afganistán con esa lluvia de millones que no sirvió absolutamente para nada y menos para consolidar ninguna democracia ni derecho humano alguno. Alguien ha dicho que estamos entrando como sonámbulos en una guerra que estaba cantada con sus posibles daños colaterales y con unos claros beneficiarios tanto de la corruptela política como del mundo de las industrias energéticas, petrolera y gasística, además de la armamentística y la famosa agenda 20-30 que deja a Occidente sin Valores.
Así están todos los países europeos, caminando zombis sin rumbo en una absoluta oscuridad empujados a una guerra provocada por el santificado Zekensky apoyado por aquellos que definió como «son lo que son» para referirse a las milicias nazis uniformadas y armadas por Ucrania que esperemos algún día puedan ser juzgados por sus crímenes.
Ahora que Mariúpol finalmente se ha convertido en una ciudad liberada y en la retaguardia rusa, siguiendo en su política incendiaria y provocadora el presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, animado por la euforia de ver cómo su cantante, que incitó al enfrentamiento militar, recibiendo el regalo del triunfo en el festival de la canción de Eurovisión, dicen que más importante del mundo, manifestó que desea que Eurovisión 2023 se celebre en la ciudad de Mariúpol que han perdido bajo las armas tras la derrota del batallón nazi de Azov, una de las más castigadas por esos elementos que han empleado a la población civil como escudos humanos, desde que Zelensky dio carta blanca a los de Azov en 2014 para perpetrar la persecución en Donbass que se ha silenciado de forma miserable en el resto de Europa. Y en lo que respecta a Mariupol, ciudadanos empleados como escudos humanos en declaraciones censuradas afirman que «Los bombardeos provenían de las posiciones de las fuerzas ucranianas«.
Si se investiga en las redes se puede ver por ejemplo, entre otros, a una residente de Mariúpol que relata cómo trataron de frustrar la evacuación de su familia a la República Popular de Donetsk disparando sobre ellos las fuerzas ucranianas. …. y ahora el títere Zelensky quiere Eurovisión 2023 en Mariúpol… ¿Qué pretende?, creo que está claro.