Las monsergas del maná. Por Francisco Gómez Valencia

Sánchez en su Aló Presidente del mes de Junio

«La esperanza llega cada cierto tiempo en forma de maná o fondos que desde la UE nos caen del cielo como si no hubiera que devolverlos»

Era de suponer que nuestro amado líder diera cumplida respuesta tratando de corregir acertadamente el error que la ciudadanía andaluza cometió votando contra “su persona” y reduciendo a cenizas su lustrosa candidatura. Y la culpa no era suya, sino de usted que no sabe votar y además no se entera de lo que dice porque no se esmera en comprender el lenguaje inclusivo. Además: se merece lo que le pase por hacer caso a los medios de la extrema derecha que mienten a diario sobre la graciosa “sanchidad” que dirige nuestro destino con ese acertado y chulesco gracejo que lo caracteriza.

La sociedad andaluza, la castellanoleonesa, la madrileña o la gallega directamente han dicho al socialismo “que se vaya por donde amargan los pepinos”. Los vascos pues que “ni fu ni fa”, mientras sumen para seguir como siempre recogiendo las nueces y los catalanes: “sí pero no” al PSOE y si a su PSC que no es lo mismo ni por asomo. Aun así, desde el Gobierno de España el cual afortunadamente se mueve en otra dimensión extrasensorial, nos indican acertadamente el camino correcto al resto (cada vez menos), que forman la multipropiedad llamada España.

Desde ahora y durante un cierto tiempo, los negacioncitas de derechas no existen. Ya se les pueden quemar las sierras enteras que con 2 millones van que chutan y si se ponen tontos los ponemos los bomberos de CCOO y la UGT a hacer el ganso en la puerta de la Junta correspondiente acusando a sus mandos operativos de saber menos que ellos y a otra cosa total: las jerarquías en los mundos de Pedro solo sirven si las controla él o los suyos. Por esto, lo que suceda a la ciudadanía será culpa de ella y de sus indignos gobiernos fascistas que los dirigen como a un rebaño de fachas al precipicio del pasado franquista que tanto añoran.

Para los demás, la esperanza (no la de Triana precisamente sino más bien la de Bruselas), llega cada cierto tiempo en forma de fondos que desde la UE nos caen del cielo como si no hubiera que devolverlos. Dinero a mansalva para repartir discrecionalmente sin control, a aquellos que sean capaces de saber pedirlo y a los que ya lo tienen asignado para recibirlo sin ni tan siquiera haber rellenado ninguna solicitud.

Para la clase media y los pobres de toda condición: pese a todo, felicidad a raudales por tener a Sánchez como presidente ya que nunca fuimos tan libres e iguales (como diría Cayetana), y por los descuentos que nos propone cada cierto tiempo a modo de gangas de mercadillo con fecha de caducidad para parecer más serio. Un 5% de bajada del IVA por aquí para la factura de la luz (5€), un 50% en el abono transporte por allá, para viajar en Cercanías Renfe (unos 15€); esos 20 centimillos (que se mantienen), del gas oíl o “la sin plomo” que pone en el ticket que te descuentan, aunque estás viendo en el tótem de los precios que te la han colado otra vez…

El tope (porque el topar esta de moda), al precio de la bombona si la gasta, pero que sepa que las subidas que ha habido hasta ahora se las come usted. Un pedazo de 15% de subida a las pensiones no contributivas para contentar a los que nunca cotizaron lo suficiente para merecérselas, y recuerde: España ya no es una península sino una isla energética, por lo tanto y gracias al papel dominante (en plan macho alfa según Adriana), que Pedro demuestra en cada reunión del Consejo de Europa, nos aceptan topar el precio del gas para que no suba la factura pero a cambio, los socios nos compran las renovables a precio de ganga y como hay que compensar a las empresas que la producen, la diferencia de precio real con el abaratado artificialmente provoca que siga subiendo, pero la culpa no era suya (de ellos) por no suponer que la medida no funcionaría porque en Bruselas no son tontos, sino de usted que no se cree a pies juntillas que esto es algo transitorio.

Desde luego, escuchando la rueda de prensa del sábado por la mañana, parece que no ha hecho mucho caso a sus socios, esos que lo recomiendan no dejar de virar hacia el abismo del radicalismo que lo sostiene, porque hacer comentarios sobre el asalto a la valla de Melilla poniendo en valor el trabajo de los cuatro gatos correspondientes a la dotación de FFCC de Seguridad del Estado español que defienden las fronteras en las ciudades autónomas, todos sabemos que lo hace con la boca pequeña pero: decir que la culpa no era suya sino de las mafias… Eso es reconocer que existen y… ¿Quiénes son los socios de las mafias? Los que las financian, es decir gobernantes como él ¿A quién pretende engañar? A usted, y a todos porque Pedro Sánchez, que es el presidente que nos merecemos es un experto, pero en soplar y sorber al mismo tiempo sin atragantarse.

Sigue y suma, que llega la cumbre de la OTAN, lucimos un poco el palmito y se acabó el ejercicio político 2021/22 y van cuatro legislaturas vacilando (1+3).

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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