
«Los puntos oscuros de la Ley TRANS que nos encamina hacia un estado vigilante donde todos vamos a ser sospechosos y a la vez controladores»
Inmerso Madrid en los días del llamado ORGULLO, donde la bandera multicolor del arcoíris luce más que la propia bandera nacional en muchos territorios de lo que es España. Tenemos ya que hacernos a la idea que hasta que no estemos todos y cada uno de los españoles clasificados dentro de un grupo de diversidad sexo-afectiva este Gobierno no va a parar.
Así esta la cosa; a vueltas con un Anteproyecto para la Igualdad real y efectiva de las personas Trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI. O sea, como si el principio de igualdad para todos los españoles fuera una bagatela, igual que el principio de presunción de inocencia. Estar legislando para dar igualdad es como decir que ellos son los que pueden conceder la gracia de la igualdad. Y la igualdad como principio legal no consiste en medir por el mismo rasero, sino en tratar de forma desigual situaciones iguales. Y eso es sentido común del día a día.
Quiero citar algunas cuestiones oscuras de esta Ley y que el Consejo de Estado ya ha observado: Aquellas que dejan a toma de decisión de personas menores de entre 16 y 18 años de edad sin que la familia pueda siquiera aconsejar o apoyar; o menores de 14 que decidan precipitadamente una operación de cambio de sexo, caso éste último en el que un defensor judicial tomará las riendas. Y que un plazo de 6 meses sea el que se considere suficiente para revertir una declaración sobre el sexo sobre todo de menores.
Por otro lado si esta ley parte de la diversidad ya estamos en una premisa errónea, porque está clasificando en desigualdad personas que ya tienen atribuída su igualdad legal de derechos civiles desde que nacen, y montar un entramado administrativo para protegerlas es condicionar que su igualdad depende de organismos subvencionables, recursos educativos, sanitarios y administrativos expresamente creados para ellos, acentuando las diferencias.
Ahora es un proyecto, de ahí que quizá los grupos parlamentarios y el senado puedan poner un poco de raciocinio a lo que entiendo debería ser considerado un atentado a la lógica y a la libertad de la propia persona, cuya etiqueta de género va a ser como una etiqueta en todos los ámbitos de su vida: enseñanza, sanidad, empleo público o privado, deportes, cultura, ocio… Sinceramente me parece agotador en el siglo XXI, cuando ya no se cuestiona la libertad sexual de nadie.
Los puntos oscuros de esta Ley, además de lo que en general ya he mencionado, y en mi opinión son varios:
– Lo único que se requiere para inscribir en el Registro Civil la condición sexual será una declaración del interesado, sin necesidad de informe médico. La OMS establece (dicho de forma muy sencilla) que “una variación en el comportamiento y preferencias sexuales de la persona no equivale a un diagnóstico para asignar sexo”. Así como para el nacimiento y defunción el informe facultativo es requisito imprescindible, la asignación de género no debe dejarse al libre albedrío y menos en edades del entorno de 16 años en que ya se permite inscribir el cambio de sexo sin representación legal ni intervención judicial.
– Prohíbe las terapias de conversión destinadas a modificar la identidad sexual, incluso con el consentimiento de las personas interesadas o sus representantes legales. ¿Desde cuándo una Ley puede prohibir una terapia voluntaria? ¿Desde cuándo si es el interesado el que la pide si tiene inseguridades? Ahí lo dejo.
– Cualquier indicio discriminatorio que aporte la persona trans- LGTBI será considerado prueba a su favor en procedimiento judicial, invirtiendo la carga de la prueba para la otra parte que supuestamente no ha discriminado. (Léase empresa, institución de enseñanza, sanitaria, cultural, deportiva, administrativa…).
– Ventajas sanitarias en cuanto a las técnicas de conservación de tejido reproductivo para los intersexuales en detrimento de las parejas heterosexuales, que hasta donde yo sé han tenido que costear las terapias de reproducción asistida por sus medios.
– Medidas de todo tipo que parten de las administraciones, organismos consultivos, asociaciones, organismos que han de elaborar estadísticas y todo un entramado horizontal y vertical competencial. Además tendrá su especialización en el mundo de la mujer trans, extranjeros, menores, discapacitados y tercera edad. Esto conllevará unas aportaciones presupuestarias. El proyecto apunta claramente hacia favorecer asociaciones al más puro estilo de lo subvencionable tirando de gasto público.
PRISAS, improvisación, golpe de efecto en la semana del orgullo llevan de nuevo a este conjunto de ministros indocumentados a “perpetrar” otro experimento sin oir más que los propios coros de sus votantes, dejando de lado a los expertos. En la mesa del Congreso tendrá que llegar la cordura antes de que tengamos un Estado en que nos ahoguemos en inspecciones: Inspección tributaria, inspección educativa, inspección laboral, inspección sanitaria, inspección trans, inspección lgtbifóbica…. Un estado vigilante donde todos vamos a ser sospechosos y a la vez controladores.