
«Cuando Antonio ha dicho eso de que en España la ley se cumple imagino que sus socios separatistas se estarían desternillando»
En tono de amenaza lanza el dottore cum fraude esa sentencia y la verdad ¡me parto!, y además se la lanza a la Comunidad de Madrid, cuando se saca de la manga disposiciones, seguramente apoyadas en los informes salidos de la pléyade de asesores cuyo currículum cabe en media servilleta de papel, para ejecutar no sé qué ahorro energético cuando el problema no es tanto de suministro como lo es de precio. Precios que hacen que las arcas públicas recolecten más que nunca para gastarlo en sus apoyos políticos exclusivamente.
Antonio le echa la culpa al estado profundo, a las grandes empresas, a las energéticas cuando lo que hace es recaudar más que nunca en vez de recortar donde debe, como es en la elefantiásica administración de un volumen nunca visto y de lo que sorprendentemente no se queja nadie de los cada vez más gorditos parlamentarios, basta ver sus imágenes del día de la teatrera, falsaria y miserable fórmula de toma de posesión y compararla con otra transcurridos seis meses, no digamos un par de años.
Pues mientras el psicópata se quita la corbata, como medida de ahorro, otros países abren nuevas centrales térmicas, nucleares y buscan en su subsuelo nuevos recursos, nuestro gobierno no hace absolutamente nada, va más allá, lo prohíbe todo.
Cuando Antonio ha dicho eso de que en España la ley se cumple imagino que sus socios separatistas se estarían desternillando.
Algo que realmente me preocupa desde hace muchos años es que todo aquello que se refiere a la Soberanía Nacional, concretamente en Seguridad y Defensa, y otras materias que deben ser consideradas estratégicas, solo puede ser competencia exclusiva del Estado y no puede ser en ningún caso materia de cesión política con minorías enemigas de España que deberían estar fuera del parlamento. Cualquiera tiene derecho a pensar y expresar lo que quiera, pero cosa muy diferente es hacerlo con el dinero de todos los españoles y menos emplearlo para socabar y dinamitar la Soberanía Nacional.
Vemos como desde Aznar se comenzó en esa deriva, arrancando a la Guardia Civil las competencias de tráfico y ahora llegando más lejos con el «dottore de economía» entregando la seguridad marítima a los separatistas catalanes por seguir en su colchón un poco más.
No puede ser que se ataque la Soberanía Nacional y el horizonte no sea otro que el colchón de un centro penitenciario.
Fronteras, puertos y aeropuertos, carreteras, costas, son y deben ser responsabilidad exclusiva del Estado y no materias de mercadeo político, tal como PP y PSOE las han tratado.
Esos límites pueden y deben estar claros y esos dos partidos deberían, desde hace mucho tiempo, haber actuado al unísono. Lejos de ello la seguridad, los secretos de estado se encuentran a merced de separatistas y filoterroristas por el gusto de Antonio para permanecer unos meses en su colchón que debería abandonar para ocupar el de un centro penitenciario por el destrozo que está cometiendo, arruinando las instituciones para dar gusto a los que aspiran a una España… roja y rota.