El mal, entre nosotros. Por Antonio Ramírez

El mal, entre nosotros

«Gomorra consiguió con su información precisa, si no acabar con ese veneno social y el mal que ocasiona la mafia, acorralarlo en parte»

La corrupción es tan vieja como lo es la historia de la humanidad. Siempre ha existido, existe y seguirá existiendo la búsqueda de la riqueza y el poder por caminos ilícitos. El miedo, en tantos y tantos casos, lleva a la sumisión y esta es la auténtica perdidición.

«Gomorra» , monumental, valiente y descarnada obra de Roberto Saviano, nos adentra en ese poderoso inframundo que vive en nuestra sociedad: la mafia y su territorio, extendido a numerosos confines como una hidra. Este mal público, de cerrada y ferrea organización, sigue viviendo en nuestros días y alcanza todas las disciplinas que tienen que ver con nuestro devenir.

Roberto Saviano, el autor de la obra y que desde su publicación vive de incógnito temiendo por su vida, lleva el relato a la realidad de la camorra napolitana, como ejemplo paradigmático de que es un espectro que pudre la sociedad donde se inocula y lleva a la muerte y desaparición de gentes.

Más allá de la notoriedad, la leyenda o la atracción, que sobre todo el cine y la televisión han potenciado, este cruel y robusto fenómeno sigue atrapando numeroso espacio y ocasionando desazón. Siempre se ha dicho que todo el mundo tiene un precio y aunque no es excatamente así, se acerca. Esta publicación, además, consiguió con su información precisa, si no acabar con ese veneno social, acorralarlo en parte.

Antonio Ramirez Velez

Indígena melillense con varias decenas de años a mis espaldas. Periodista de profesión y dedicación institucional desde hace muchos años en lla Ciudad Autónoma de Melilla, anterior Ayuntamiento, con una paso también en la Administración del Estado, Delegación del Gobierno. Responsable en diversas legislaturas de gabinetes de prensa y relaciones institucionales, comencé a entender, hace tiempo ya, que el poder es un mar de ambiciones y conjuras permanentes y por ello la verdad, cuando sobrevive, vale su precio en oro. Mi paso por medios de comunicación, tanto públicos, como privados, me enseñó de la gran asignatura pendiente que tienen, aún, generaciones de periodistas sobre la consideración de su profesión y la dignificación de la misma.

Lector aplicado, que intento ser, concibo a los libros como uno de los últimos reductos de la libertad de pensamiento, generadores de opinión y salvaguarda, por ello, de la voluntad. Lo único que no nos puede ser arrebatado (Víktor Frankl).

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