
«Dicen en La Vanguardia -cada día más gilipollas- que no se produjo, en Italia, «el milagro» de que la ultraderecha no ganara… a última hora»
Dicen en La Vanguardia -cada día más gilipollas-
que no se produjo, en Italia, «el milagro»
de que la ultraderecha no ganara… a última hora.
Como ven, todo un ‘gesto democrático’
hacia los votantes que el domingo votaron,
en su derecho, lo que les salió de los ovarios
o -ya me disculparán- de la mismísima pol _ _!
Cuenta el pasmarote de Jordi Juan, su director,
que tiene, él, «la librería llena de ensayos
de sociólogos, filósofos y politólogos»
sobre el crecimiento de la ultraderecha alertando
y buscando «la manera de frenarla un poco».
Y yo me pregunto (y no creo que sea yo solo):
¿Acaso sus votantes surgen espontáneamente, como setas?
«¡No hija, no!» -que exclamaría el cómico-:
Nacen de un hartazgo que se me antoja lógico,
a la luz del largo recetario de fantochadas… de ‘la siniestra’!
Y es que aun entre ‘la clase más borreguil
-se vista, ella, de rojo, de verde… o de añil-
halla su límite la resistencia… y se agota la paciencia!
Claro que, a Jordi Juan El Pasmarote,
siempre le quedará demagogia bastante para contarnos
que en las próximas generales de Brasil,
rehuyendo «la pésima gestión de Bolsonaro»,
todo dios votará a Lula da Silva -ese hombre ilustre,
como todos sabemos, y de tan extraordinario perfil-.