
«No me extraña que en un país en el que ocurran estas cosas, el nivel intelectual y cultural esté bajo mínimos»
Hablando de trenes, leemos la noticia de que un interventor de Renfe puso de patitas en la calle a dos encargados de un grupo de niños, y a los mismos, porque iban gritando y jugando en los vagones. Molestaban al resto de pasajeros. Estoy absolutamente de acuerdo con este supervisor, para eso está, para hacer el viaje llevadero a la mayoría de los viajeros. La culpa no fue de él, en todo caso de los que llevaban al grupo de niños y por descontado los padres de todos y cada uno de esos niños de alrededor de los once años.
Al parecer la norma actual consiste en no educar a los niños, pero para más INRI, ni en casa, ni en los colegios. En casa porque ¿cómo vamos a coartar la libertad del niño? Y en el colegio, porque lo que hay que valorar es al niño independientemente de lo obediente que sea y de lo que estudie. Yo recuerdo que cuando iba al colegio en Francia, con esa edad, jamás me permitieron una salida de tono de semejante alcance, de hecho en el boletín de notas, había calificación para el comportamiento y actitud en clase, en el estudio y frente al estudio.
Si, hoy en día, soy una persona consecuente, con criterio y educación, es gracias a que el colegio y mi familia me educaron, entre otras cosas para la relación y respeto hacia los demás. Recuerdo que en mi colegio castigaban con la expulsión al pasillo si eras recalcitrante. En una de esas ocasiones, a un alumno, el profesor le dijo: “Fulanito, coja usted la puerta y váyase al pasillo”. El tal fulanito, que era de armas tomar, saco la puerta del aula de sus goznes y se la llevó a otro lugar del pasillo…” Resultado fue expulsado quince días del colegio. ¿Aprendió? Vaya si aprendió, no volvió a ser insumiso ningún día más hasta que tras otra “simpática broma” fue expulsado del colegio. Tremendo castigo en aquella época.
Si en la actualidad hubiera un caso parecido, estoy seguro de que muchos de sus compañeros, se encargarían de copiar la actitud para ser expulsados, tanta es la aversión que tienen algunos niños y adolescentes al colegio. No me extraña que en un país en el que ocurran estas cosas, el nivel intelectual y cultural esté bajo mínimos. ¿Cómo pretendemos ser portadores de la antorcha educativa en un país en el que cada vez que cambia el gobierno hay un cambio en la legislación educativa? Esto más que servir para mejorar, hunde cada vez más tanto a educadores como a educandos en un pozo más y más profundo de estupidez.
Ello se debe a que desde alumnos a padres, pasando por los profesores, se ha perdido el respeto a la autoridad y al conocimiento. Desde que el profesor paso de ser, don Ángel Pérez a convertirse en Ángel, coleguita de alumnos, perdió el respeto de estos. La autoridad y marcar los límites es algo que no puede obviarse, porque los seres humanos son primates y son jerárquicos, y esa jerarquía hay que respetarla incluso imponiendo los castigos que sean necesarios y por mucho que encocoren a los padres de la criatura corregida. Es más estos debieran agradecerlo al tutor, por ayudarles en la labor de educarlo.
Está muy bien, es muy bonita la democracia y la libertad, pero eso es algo que solo pueden usar los adultos bien educados, y no todos, porque hay quién no sabe respetar límites y piensa que su señoría el juez es un cantamañas igual a él. Desde el punto de vista del ser humano lo es, pero desde el punto de vista de la evaluación moral, humana y judicial, no lo es en absoluto. Parece que aquí en España mucha gente ha confundido Democracia, con cachondeo general y ausencia de respeto a las normas y a todas las personas.
En las sociedades todos somos seres humanos y debemos ser tratados con el debido respeto, pero no podemos respetar a quienes no respetan a los demás, porque si no la democracia deja de serlo para convertirse en un tiro al pato de feria, en el que el más bobo y gañan puede transgredir las normas sociales, las leyes y el respeto a la jerarquía, obtenida por el estudio y la dedicación. No sé si ha quedado claro pero es así, la calificación de conducta debería reimponerse en los colegios e institutos y corregirse a tiempo, antes de que el mocoso se convierta en hombre o mujer, que no quiero ser vilipendiado por Irenadas.
Hablando de trenes, leemos la noticia de que un interventor puso de patitas en la calle a dos encargados de un grupo de niños y niñas, cito a los dos sexos, por lo mismo de las Irenadas, y a los mismos, porque iban gritando y jugando en los vagones. Molestaban al resto de pasajeros. Estoy absolutamente de acuerdo con este supervisor, para eso está, para hacer el viaje llevadero a la mayoría de los viajeros, como en sociedad, al resto de humanos.