El último año de sanchismo. Por Francisco Gómez Valencia

El último año de sanchismo. Ilustración de Linda Galmor

«Pedrete presidirá la UE sin poder ninguno para decidir nada lo cual lo mantendrá ocupado mirándose al espejo y  labrándose su futuro»

Los que ofrecen limosnas con ayudas puntuales, pagas groseras, cheques para ocio o cestas de la compra sin IVA casi un año tarde, son exactamente los mismos que han provocado el actual estado de necesidad. Con su acelerada y alocada agenda legislativa y sus maniobras expansivas para manipular la gestión de las instituciones más importantes del Estado, han conseguido tensionar a la opinión publica usando terminología golpista sin inmutarse por ello, es más; la usan tanto porque necesitan justificar su deriva totalitaria haciendo así oposición a la oposición desde el Gobierno.

Las manifestaciones autócratas de Sánchez y sus mariachis no son más que un reflejo narcisista de mediocres con carguito, tramposos con chofer, trileros temporales, maricones, tortilleras, troleros profesionales, desairados, segundones y piojosos resucitados. Su burda falta de vergüenza imponiendo su minoritaria y enferma voluntad llegados al poder, provoca la terrible sensación de que les da absolutamente todo lo mismo. Sus actos así lo confirman y sus pactos y alianzas los perseguirán de por vida al estar con ellas mancillando el honor de todos los españoles de bien.

La mayoría silente jamás hemos estado tan humillados gracias a la gestión perpetrada por nuestro propio Gobierno como en estos últimos cuatro años. Sus acciones de desgobierno no sólo nos están entrampando de por vida a niveles de récord en Europa, sino que además desde las instituciones están fomentando unos niveles de crispación no recordados en la clase política desde hace décadas.

El rechazo que ocasionan sus decisiones encadenadas una tras otra sin tiempo de digerirlas, parecieren estar sacadas de un libro macabro de recetas de cualquier chef inglés. Las crónicas sobre las buenas tragaderas de los españoles quedarán para los análisis de la Historia, y serán estudiadas por los sociólogos de generaciones futuras como uno de los casos de “gilipollismo” más previsible. Morir envenenados agradeciéndolo y a sabiendas, se ha conseguido gracias a los niveles de cicuta que nos están aplicando a través de los medios y las redes sociales, y desde luego si algo faltaba por demostrar, es nuestra absurda e increíble permeabilidad.

Nos dicen que la economía crece cuando lo que hace es rebotar desde tan abajo, que la velocidad equivoca y confunde si comparamos el hecho con quienes en Europa no rebotan y crecen de manera más estable y más despacio. Nos afirman que el paro va de maravilla, cuando aún haciendo trampas en el solitario tenemos el doble de parados que en la Unión Europea. Se ríen de nosotros cuando alardean de su gestión social sin haber conseguido todavía recuperar los niveles del PIB anterior a la pandemia, y ni se inmutan derrochando como si no hubiera un mañana, alcanzando la deuda pública niveles estratosféricos.

Con todo esto y pese a que la inflación poco a poco se va moderando, solo se trata de la ultima mejoría del moribundo. Sencillamente es un reflejo de la ilusión que sugiere el engaño vendido con dinero publico a cascoporro. La ruina de los precios no se modera como dicen desde las tribunas y los atriles pues comer cuesta un 15% más caro. Con esta gentuza a los mandos, la ruina arruina más rápido a los más vulnerables sin capacitación y los hace legión. La ruina arruina más rápido a una clase media flojita y endeudada hasta las trancas gracias al dinero fácil que los bancos y las cajas prestaron desmesuradamente, sabiéndose arropados por los políticos. La ruina arruina cada vez más rápido a la clase obrera más especializada que ve como sus fábricas se cierran una detrás de otra, sin que sus amados sindicatos abran la boca salvo para apretar por orden del Gobierno un poco más la soga a los que pagan los sueldos y arriesgan sus patrimonios. La ruina arruina finalmente mas rápido a la mayoría de españolitos que trabajan en los servicios y que de siempre pagan los primeros los platos rotos en las crisis.

De 2008 hasta el 2012 sufrimos en occidente la crisis global del capitalismo clásico. La debacle del sistema financiero mató a varias generaciones laboralmente y también a algunos unicornios que pasaban por ahí. Desde entonces los gobernantes no generan condiciones que redunden en prosperidad, sino que solo financian con deuda la falsa felicidad que nos aporta la tecnología oriental y su dinero dueño de países enteros.

Sin estar al 100% recuperados comenzamos sin anestesia otra revolución tecnológica para lo cual era necesario menear el avispero sin contemplaciones. Llega 2019 y desde los escenarios controlados con forma de ciudades inmensas, China infecta al mundo exportando su enfermedad inventada por USA copiada como siempre perfectamente. 2020 nos entra de frente: la crisis definitiva de tipo geopolítico, cambiará el mundo con su variante médica en forma de enfermedad y pandemia. Los necesarios desajustes en el precio de los costes gracias al embotellamiento generado desde los puertos chinos, se manifiesta en el 2021 rompiendo la cadena y de remate; 2022 se tiñe de nuevo de rojo gracias a las hazañas bélicas de Putin, desestabilizando a Europa y USA por orden del capitalismo salvaje de China. Su comunismo tecnológico embelesa a las poblaciones dentro y fuera de sus fronteras. El mundo se les ha quedado pequeño y se están apoderando de él sin ningún rubor.

Lo mas triste aquí -en pijama y zapatillas de andar por casa-, es comprobar cómo agravante a una clase política al poder en occidente, absolutamente fuera de lugar entretenida en idioteces para despistar a la opinión publica con menos capacidad de razonar que ha parido madre ¿Qué mejores dirigentes podíamos tener para no hacer frente al totalitarismo chino que financia a sus desmedidos adláteres rusos, a los populistas hispanoamericanos, o al neomarxismo woke europeo exportado a las principales universidades norteamericanas?

Los malos lo saben, nos han comprado el espíritu y por eso financian a los que mueven los hilos para gestionar tiempos de cobardes en los que las minorías parten la pana, se mean en la mayoría de la gente, la cual los observa con la boca abierta disfrutando de su lluvia dorada. Les encanta quejarse de como los imponen sus “chochocharlas” con dinero público, dejando a sus hijos e hijas expuestos a la pederastia controlada por Ley.

Aquí, en casa: comenzamos año electoral. Sánchez controla INDRA que es la empresa que audita y da fe del conteo físico de los votos reflejados en las actas. Si la diferencia es pequeña a favor de la oposición, igual hasta se atreven a hacer trampas para ganar las generales, aunque a los de arriba realmente les da igual quien esté. Sólo cabe tumbarlos por mucho para que el delito fuera flagrante y tan soez que sea inviable. Con estos mimbres nos tendrán entretenidos durante este año nuevo y lo que pase fuera, seguirá pasando sin nosotros. “Pedrete”, presidirá la UE sin poder ninguno para decidir nada lo cual lo mantendrá ocupado mirándose al espejo y supongo que labrándose su futuro al menos un semestre, por lo que desde julio hasta el final, el pescado esta vendido. En las autonómicas el centro centrado ganará, algún barón socialista se la pegará, Otegui igual será Lehendakari y Junqueras hasta President.

¡Cágate lorito!

Francisco G. Valencia

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994 por lo tanto, Politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo ante mí mismo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan tratando de explicar de una forma fácil y pragmática porque suceden las cosas y como deberíamos cambiar, para frenar el desastre según lo aprendido históricamente gracias a la Ciencia Política... Aspirante a disidente profesional, incluso displicente y apático a veces ante la perfección demostrada por los demás. Ausente de empatía con la mala educación y la incultura mediática premeditada como forma de ejercer el poder, ante la cual práctico la pedagogía inductiva, en vez de el convencimiento deductivo para llegar al meollo del asunto, que es simple y llanamente hacer que no nos demos cuenta de nuestra absoluta idiotez, mientras que la aceptamos con resignación.

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