
“Aunque en foto aparentemos más, somos solo tres polillas, que de tanto dar contra el cristal, se han colado en la bombilla”.(“El uno, el dos y el tres”. Mecano).
Recuerdo muy bien, como si fuera hoy, el primer día que vi uno de mis artículos publicado en una revista. Fue el 6 de diciembre de 2020, en la revista FanFan, y se titulaba, más bien se titula, porque aún sigue ahí, “la columna vacía”.
Ahora, más de dos años después, aun me cuesta asimilar todo lo que, a partir de aquí, ha venido desarrollándose. Esta ocupación, maravillosa y magnífica, me ha llevado, hasta el día de hoy, a escribir y publicar para no pocas publicaciones digitales, algunas tan potentes como El Nacional de Venezuela, en el cual colaboro actualmente. Revistas tan bellas como el propio FanFan o La Paseata, publicaciones humanistas ambas, con la importante labor de promocionar a escritores noveles que, como yo en su día, vagan en busca de quien les conceda el enorme privilegio de hacer públicas sus creaciones; Otras en las cuales colaboré, donde mis artículos, merced a la hemeroteca, continúan acumulando lecturas y esporádicamente, en algún que otro periódico que, con permiso o sin él, han tenido a bien darme espacio en sus páginas; amén de la publicación de dos libros en 2022 y, más recientemente, recalando en el mundo de la radio, como colaborador ya habitual de Decisión Radio, del grupo Decisión Media.

«Lo más importante, lo más determinante es tener confianza en que lo puedes hacer, más aún si es algo que, de por sí, te sale innato»
Bueno, pues hasta aquí los datos. Todo esto viene a colación de que, si algo me han enseñado estos dos años largos, amén de proporcionarme unas cuantas experiencias surrealistas y una serie de contactos inauditos, es que lo inesperado puede ocurrir, y no siempre en sentido negativo, que es como parece que, por lo general, se enuncia esta frase y que aunque pueda parecer un mantra, nada está fuera de nuestro alcance; lo más importante, lo más determinante es tener confianza en que lo puedes hacer, más aún si es algo que, de por sí, te sale innato.
Decía Charlie Chaplin que “hay que tener fe en uno mismo. Ahí reside el secreto. Aún cuando estaba en el orfanato y recorría las calles buscando qué comer para vivir, incluso entonces, me consideraba el actor más grande del mundo. Sin la absoluta confianza en sí mismo, uno está destinado al fracaso”.
Es radicalmente cierto. Por supuesto que cuando desarrollas una actividad creativa, indudablemente te importa lo que la gente piense de aquello que haces. Nadie, ningún creador, estoy convencido de ello, sea cual sea su disciplina, es indiferente a la opinión del público, sobre todo cuando estás, por así decirlo, afianzando una posición; pero tampoco es menos cierto que lo que en realidad tiene importancia es la propia opinión. Si tú tienes seguridad en lo que haces, si piensas sinceramente que estas ofreciendo un producto de calidad, si estás satisfecho con tu trabajo y si además disfrutas haciéndolo, es más que probable que transmitas esa seguridad en el resultado final.
Miren, a lo largo de estos años, he recibido no pocas críticas, unas positivas y otras negativas, que sin duda me han ayudado a, al manos, intentar mejorar; pero, con mis disculpas, no se pueden comparar a las propias impresiones. Lo he contado ya en otras ocasiones, pero yo, cuando escribo algo, procuro leerlo posteriormente desde un plano exterior, desde la posición de lector, obviando que el texto es mío. Es entonces cuando soy consciente de lo que está bien y lo que está mal y hay que corregir. Es más, en muchas ocasiones, no me identifico como autor, me parece que el texto es de otro y es entonces cuando realmente puedo juzgar, puedo opinar y puedo ser consciente del acierto o el error.
Según Helen Keller, autora estadounidense que a los diecinueve años quedó sorda y ciega por una grave enfermedad, y por tanto, gran ejemplo de superación, “El optimismo es la fe que conduce al éxito. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza”. Vuelve a incidir, la señora Keller en algo que es no solo importante, sino más bien imprescindible en el proceso creativo. Nunca hay que olvidar que nadie es profeta en su tierra, dado que las críticas más severas y, lo que es mucho peor, la indiferencia más absoluta, puedes encontrarla en tu círculo cercano.
Es por esto que incido tanto en la fe, la confianza en uno mismo. No hay nada más poderoso que perseguir un sueño, un objetivo. Y esa fuerza, ese poder, si se acompaña de la debida confianza en lo que se está haciendo, te hace crecer, te hace mejorar, con la satisfactoria sensación de que lo que estás haciendo es lo que sabes hacer.
Créanme. Cuando yo empecé a escribir, quería ser Juan Tallón, mi escritor de cabecera. Hoy, al cabo de estos años, quiero ser Julio Moreno. Un Julio Moreno cada día mejor, cada día más exigente consigo mismo y cada vez más afianzado en este mundo, el periodístico, que ahora es el mío, donde siento que, finalmente, he encontrado mi lugar.
Así pues, la confianza es parte fundamental en todo esto, pero tampoco hay que olvidar que, como decía Bobby Fischer, “se debe tener confianza en uno mismo, pero esa confianza debe estar basada en la realidad”. La objetividad, pues, también juega su parte, en este juego.
No lo olviden. El consejo de hoy, es gratis.
“Existe una delgada línea entre la arrogancia y la confianza en uno mismo”. (Jack Welch).