La segunda invasión del territorio ibérico. Por Amando de Miguel

La segunda invasión del territorio ibérico. Fotografía compartida por inmigrantes ilegales en un grupo de Facebook. La Gaceta de la Iberosfera

«La primera invasión de la morisma se tomó varios decenios. El rechazo posterior de esa incursión duró cerca de ocho siglos y se llamó reconquista»

El territorio sobre el que asienta España ha experimentado numerosas invasiones de otros pueblos, incluso, antes de que se pudiera hablar, propiamente, de la nación española. La más famosa de la antigüedad fue la llegada de los “árabes”, acaudillados por Tarik, al Peñón de Gibraltar (hoy, la última colonia del Imperio Británico). El suceso no fue como lo describen los catones escolares. No consistió en un inesperado desembarco de las tribus bereberes o magrebíes con la enseña de la luna creciente. Desde luego, no tuvo lugar en una fecha concreta (711). Lo que sucedió, más bien, fue una continua arribada a las costas de lo que iba a ser Al-Andalus. Las numerosas expediciones se produjeron por la situación de desmoronamiento de los últimos reyes godos. El proceso fue parecido a la invasión de los pueblos germánicos o bárbaros a la caída del imperio romano. Los cuales no entraron en Roma en una fecha concreta, sino que fueron espaciándose por los límites del imperio en una secuencia que duró varios siglos. Tanto fue, así, que, por ejemplo, los visigodos (góticos del sur) llegaron a Hispania, fuertemente, romanizados.

Quedamos, pues, en que la primera invasión de la morisma se tomó varios decenios. El rechazo posterior de esa incursión duró cerca de ocho siglos y se llamó “reconquista”. En realidad, fue una dilatada convivencia de moros, judíos y cristianos con una u otra hegemonía según las regiones y los tiempos.

Ahora, nos encontramos ante la segunda invasión de los moros, llamados “ilegales”, venidos, fundamentalmente, del Norte de África y del Oriente Medio; por tanto, de cultura islámica. Al igual que en la primera invasión del siglo VIII, ahora, se trata de un movimiento lento y continuo. La ventaja para los “invasores” hodiernos es que son sujeto de especial protección por el Estado (de bienestar).

La silente invasión de los “ilegales” debe cohonestarse con otro fenómeno demográfico de signo contrario: el agudo descenso de la fecundidad de las españolas. Hay razones para sospechar que alcanza, sobre todo, a la población femenina autóctona. El crecimiento de ambas tendencias llevará, en la próxima generación, a un peso numérico desproporcionado de la población de ascendencia extranjera, singularmente, africana. Habrá espíritus altruistas a quienes les encante las sociedades plurinacionales, pero, olvidan los conflictos que puedan traer.

En Cataluña, desde la época de Pujol (años 80 del pasado siglo), las autoridades han impulsado la inmigración de extranjeros del mundo islámico como alternativa para desplazar a la posible llegada de hispanoamericanos. La razón manifiesta de esa política es la de facilitar la utópica eliminación de la lengua castellana en Cataluña. No se sabe cómo terminará el experimento. Ocasión es de recobrar el comentario de Eugenio D´Ors ante el camarero que no dominaba el arte de abrir una botella de champán sin derramar el precioso líquido: “Mozo, los experimentos, con gaseosa”.

La “invasión” procedente de países islámicos no sería tan preocupante si no fuera por la circunstancia adventicia de que esconde la amenaza terrorista. Hay numerosos hechos que la precipitan en España y en otros países europeos. Es un extraño terrorismo con una raíz religiosa.

Los problemas asociados con la “invasión de ilegales” no parecen preocupar mucho al actual Gobierno de coalición progresista, ni siquiera al “principal partido de la oposición”. En este caso, no ejerce mucho ese papel de oponerse a las facilidades que da el Estado a los “ilegales”. El único partido que protesta por esa política de puertas abiertas es Vox, aun a riesgo de que lo tachen de racista o xenófobo.

Amando de Miguel para la Gaceta de la Iberosfera.

Amando de Miguel

Este que ves aquí, tan circunspecto, es Amando de Miguel, español, octogenario, sociólogo y escritor, aproximadamente en ese orden. He publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. He dado cientos de conferencias. He profesado en varias universidades españolas y norteamericanas. He colaborado en todo tipo de medios de comunicación. Y me considero ideológicamente independiente, y así me va. Mis gustos: escribir y leer, música clásica, chocolate con churros. Mis rechazos: la ideología de género, los grafitis, los nacionalismos, la música como ruidos y gritos (hoy prevalente).

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