
«Cuando se abre la boca, más si se es político, hay que pensar qué va a salir de ella. Porque tal vez se considere en caso contrario política de aficionados»
Para ser buena persona, buen ciudadano y buen demócrata, resulta que va a ser también necesario ser amante de los animales. Vale, lo creo, de hecho, no sé porqué la generalidad de animales, sobre todo los mamíferos, se acercan a mí y no me temen. Claro que no es lo mismo una tortuga o una serpiente Pitón pequeña que uno pueda tener en un terrario, que un gato, un perro, un hámster, un Cobaya u otro mamífero. Desde luego la Ministra Ione Belarra, imagino que no será partidaria de tener en su casa sueltas por ahí cuatro tarántulas peludas. Dudo que en ese caso no fuera por una escoba para tratar de matar a los animalitos, por muy peluditos que sean. ¿Cuántos años de cárcel se le aplicarían y de cuanto sería la multa? No lo sé ni me importa, porque los animales, según las culturas tienen valores diferentes y afectos desde luego no universales.
Me parece perfecto que Ione sea una buenísima defensora de los animales de compañía, pero hay que empezar a ser adulto en algún momento y abandonar el mundo Disney de animales parlantes con alma. Hay gente a la que le gustan las tarántulas como animales de compañía, pero que quiere que le diga, a mi no me gustan. Estando en África en el bar del Hotel Impala de Kinshasa, en Zaire, actual República democrática del Congo vi una acción justificada y de todo respeto por los animales. Dudo que Ione Belarra fuera capaz de hacer lo que un paisano Zaireño hizo. Estaba tomando una Coca cola, sin hielo, en esos países hay que tener mucho cuidado con el agua, puedes tener disentería amebiana si te descuidas, como dicen algunos “en cero coma”, si no te deshaces de ellos hirviendo el agua, cuando en un cortinaje rojo, que enmarcaba la ventana y junto al lado en que me encontraba, una tarántula de un tamaño descomunal, subía tranquilamente. El camarero que debió verme casi sin aliento cuando la vi, se me acercó y cogiéndola por detrás, se la llevó. Luego me dijo que la había sacado al jardín porque era muy bueno tener esas arañas que comían otros insectos molestos para nosotros.
Fue toda una lección de conservación de la naturaleza. Nada parecido a lo que nos hacen tragar por aquí, como natural, pascual y tal y tal. Está claro que si tienes animal doméstico, no vas a tratarlo mal, es más si quieres cuidarlo bien, aprenderás con él de sus necesidades y demás a poco que tengas un juicio crítico. De acuerdo que quedan en España personas más brutas que un arado, es una cuestión de saber y educación, también de sensibilidad, pero esta no es exigible, porque no viene de origen con todos los seres humanos.
De hecho algunos seres humanos son capaces de maltratar y torturar a sus semejantes, es una cuestión o de psicopatía, o de mala leche, tanto en un caso como en otro de falta de sensibilidad, de saber ponerse en el lugar del otro. Pregunten ustedes por las checas en la guerra civil. Hay gente para todo, incluso entre grupos de personas que seguirían a pies juntilla a Ione Belarra en su campaña de motivación para el cuidado del animal. Menos mal que en la actualidad existen protocolos de desratización en las grandes urbes, porque si no veríamos a asustadísimas señoras y señoritas subidas a los taburetes de las cocinas vociferando por el susto. Y esto no es nada contra la igualdad, aunque de hecho sea una entelequia. Raro será que alguna no persiga con la escoba en la mano a la pobre e infeliz rata que no consiguió matar el raticida, que es una forma mucho más políticamente correcta de matar a un animal, aunque no moralmente según apunta Ione Belarra.
Por eso, para ser buena persona, buen ciudadano y buen demócrata, resulta que va a ser también necesario ser amante de los animales. Vale, lo creo, de hecho, no sé porqué la generalidad de animales, sobre todo los mamíferos, se acercan a mí y no me temen. Claro que no es lo mismo una tortuga o una serpiente Pitón pequeña que uno pueda tener en un terrario, que un gato, un perro, un hámster, un cobaya u otro mamífero. Desde luego la Ministra Ione Belarra, tiene razón en esto, pero debe de haber olvidado la cantidad de conocimientos que han obtenido los investigadores a lo largo de la historia usando animales en sus experimentos, no como forma sádica de tratarlos, sino simplemente buscando medicamentos y soluciones para problemas humanos. Estoy de acuerdo en no maltratar a animales de compañía, pero de ahí a la perorata Ionista hay un trecho, en el que habría muchas cosas que decir, justificar e interpretar. Cuando se abre la boca, más si se es político, hay que pensar qué va a salir de ella. Porque tal vez se considere en caso contrario política de aficionados.