
«William Turner vivió satisfecho con el trabajo que realizó hasta el final de su vida, amaba la pintura, y en definitiva crear era una expresión de su alma»
La vida y obra de Joseph Mallord William Turner (1775-1851) resulta cuánto menos interesante. Su infancia fue difícil, marcada por los problemas mentales que sufría su madre, lo que influiría en su carácter reservado, extravagante y poco sociable, algo que no le impidió gozar de un gran éxito en vida contando con el apoyo de mecenas como Thomas Monro, llevar una vida desahogada en el aspecto económico y pintar lo que realmente deseaba.
Dotado de un gran talento, algo que el propio Turner sabía, fue académico desde muy joven, comenzó pintando acuarelas y trabajó como copista en Londres perfeccionando la técnica del dibujo. En un principio, como miembro de la Royal Academy of Art sus trabajos seguían las normas establecidas. Viajó a lo largo de su vida por toda Europa conociendo la obra de grandes maestros como Claudio de Lorena (1600-1682) cuya obra admiraba profundamente, sin embargo, fue su primer viaje a Italia en 1819 el que le marcaría especialmente. El país alpino y en concreto la bella ciudad de Venecia fueron una gran fuente de inspiración para los románticos y en especial para Turner que quedó fascinado por la obra de Antonio Canaletto (1697-1768). En su obra Venecia desde el Pórtico de La Madonna della Salute, la escena nos muestra el Gran Canal en una composición con claridad y gran luminosidad que hace sumergirnos en ella con un hermoso contraste de tonalidades y una perfecta captación de la luz, reflejos y sombras, un trabajo excepcional.

La obra del pintor inglés John Roberts Cozens (1752-1797) le dejará también una profunda huella que influiría igualmente en la evolución que a partir de entonces seguiría su pintura. Cozens, tras un viaje a Suiza e Italia quedó maravillado por los paisajes de Los Alpes y El Lazio que plasmó en sus obras envueltos en una atmósfera sugerente. Paisajes serenos, con gran sensibilidad que provocaban emociones y suscitaban la imaginación. Un trabajo lleno de poesía que representaba magistralmente los fenómenos atmosféricos, algo que a Turner fascinó.
Estudió con gran interés la obra La Teoría del Color del escritor alemán Johan Wolfgang von Goethe (1749-1832), obra en la que el autor hace un completo estudio de los colores y los efectos cromáticos. Rechazada por los círculos científicos que hasta entonces la explicaban desde un punto de vista físico, exponiéndola con un prisma atravesado por un haz de luz blanca que genera un espectro de colores (muchos recordarán la portada del famoso LP de Pink Floyd The Dark Side of the Moon en la que aparece), Goethe se centra en cómo se percibe el color y qué origina esa percepción en el espectador, teniendo en cuenta el influjo en el estado de ánimo y cómo esa impresión es diferente en cada individuo que lo aprecia.
Estas influencias, su profundo amor por la pintura y su constante búsqueda por expresar lo que sentía, influenciado por el sentimiento romántico que imperaba entonces, le llevó a abandonar las normas academicistas para dar protagonismo al color y a la luz de una manera casi obsesiva.
El movimiento artístico del Romanticismo supone un rechazo a las ideas de la Ilustración y al estilo neoclásico que sigue unas pautas establecidas donde el dibujo y la forma son predominantes.
Aparece una nueva forma de concebir la realidad, la naturaleza y una nueva concepción del ser humano. Los artistas románticos se dejan llevar por la pasión y la emoción para expresar con vehemencia y exaltación aquello que sienten. El Sentimiento frente a la Razón.
La libertad cobra especial relevancia, una libertad que ellos mismos reivindican para crear sin limites y sin ceñirse a unas normas ya instauradas. Como afirmaba el poeta y crítico de arte francés Charles Baudelaire (1861-1867) “ El romanticimo no se halla ni en la elección de los temas ni en su verdad exacta, sino en el modo de sentir.”
Turner representa el verdadero sentimiento romántico y quizá lo más significativo a la hora de estudiar su obra, es su evolución, que partiendo de una excelente formación, es fruto de la necesidad continua de observar la naturaleza y alcanzar lo sublime. Pasaba gran parte del día caminando para observar, tomar bocetos e impresiones que más tarde plasmaría en su estudio. El tratamiento de la luz y el color y la maestría a la hora de crear “atmósfera” en sus obras le hacen único.
Sus obras nos sugieren, nos envuelven en una luminosidad en la que el color fluye y las formas se diluyen, creando una atmósfera cálida, como ocurre entre muchas de sus obras como por ejemplo Crepúsculo sobre un lago.

Fueron miles los trabajos que el autor dejó entre acuarelas, lienzos, bocetos y simples apuntes, entre ellos El último viaje de El Temerario , una de sus obras más conocidas y entre las preferidas del autor, que incluso se negó a vender en vida. Este lienzo representa a la perfección el sentimiento romántico que Turner plasmaba con pasión en sus obras. El Temerario, un buque protagonista de viejos tiempos de gloria es remolcado para el desguace por un barco de vapor que representa la nueva era industrial, evocación del pasado, melancolía y nostalgia por lo que un día fue glorioso y ahora va hacia su fin. El contraste entre colores fríos y cálidos en el atardecer envuelven a la obra en una atmósfera apacible y atrayente.

Considerado uno de los mejores paisajistas de la pintura inglesa, aunque a su vez criticado por muchos, elevó al paisaje, no demasiado reputado hasta entonces, a cotas muy altas. William Turner fue precursor del Impresionismo, con él comienza una nueva manera de entender la pintura, dejó un abundante legado admirado por muchos artistas contemporáneos para los que sus obras fueron y aún siguen siendo inspiradoras.
Algunos historiadores afirman que incluso llegó a la abstracción con la disolución de las formas, pero si tenemos en cuenta que para los pintores abstractos la obra de arte es una realidad autónoma, sin conexión alguna con la naturaleza, prescindiendo de todos los elementos figurativos y concentrándose en formas y colores aislados de la realidad que contemplamos, la obra de Turner no encaja ya que es la naturaleza y la realidad lo que le incita a crear.
Sin embargo, al igual que ocurrió con otros grandes pintores como Picasso o Goya, entendiendo naturalmente las diferencias, la capacidad de evolucionar continuamente y crear algo nuevo, forman parte de su genialidad.
Turner vivió satisfecho con el trabajo que realizó hasta el final de su vida, amaba la pintura, y en definitiva crear era una expresión de su alma, pura sensibilidad que nos evoca lo onírico y como él mismo afirmó : “Mi trabajo es pintar lo que veo, no lo que sé”. Su excepcionalidad fue hacerlo como lo hizo.