Las elecciones de las dos Españas. Por Amando de Miguel

Las elecciones de las dos Españas

«Llegamos a las próximas elecciones, en plena canícula, con un planteamiento que se aproxima, otra vez, a la confrontación entre “las dos Españas” de nuestras desdichas»

La democracia no es más que una útil convención (”un hombre, un voto”) para asegurar, pacíficamente, la sucesión en el poder ejecutivo, mediante elecciones regulares. El procedimiento se desvirtúa cuando se convierte en una especie de referéndum, si hay fraude y si no se garantiza la convivencia pacífica del vecindario.

De vez en cuando, en medio de la euforia, los españoles de la época contemporánea han celebrado lo que podríamos considerar elecciones un tanto atípicas o espurias. Es el caso, por ejemplo, de los comicios de 1931. Realmente, no se ventilaba un cambio regular del Gobierno, sino, más bien, un referéndum entre una Monarquía y una República. Eran palabras mayores. El escrutinio no se llegó a completar. Con los telegramas de las votaciones en unas cuantas ciudades, se improvisó un Gobierno, que proclamó la República como una especie de acto revolucionario. Fue, realmente, un golpe de Estado en toda regla. A las pocas semanas de ese ritual, en diversas localidades, y al mismo tiempo, se incendiaron iglesias y conventos. Nadie fue procesado por tamaña violencia.

El quinquenio de la República asistió a numerosos actos de violencia política. Se incluye el golpe de Estado de 1934, perpetrado, principalmente, por los socialistas y los separatistas catalanes. El proceso concluyó con el magnicidio del líder de la oposición (José Calvo Sotelo), a manos de los guardaespaldas de Indalecio Prieto, irónicamente, el líder moderado del PSOE.

El ciclo de la violencia extrema culmina con las elecciones de 1936, convocadas por el Gobierno del “Frente Popular”: socialistas, comunistas y separatistas. Otra vez, estamos ante unas elecciones entre las “dos Españas” enfrentadas; ahora, con una violencia extrema. Tanto fue, así, que precipitaron el alzamiento de una gran parte del Ejército y una crudelísima guerra civil. Siguió una larga cuarentena de la dictadura de Franco.

De signo ideológico opuesto fueron los comicios de 1977, en los que se determinó la pacífica “Transición” del autoritarismo franquista hacia una democracia homologable con otras occidentales. Empero, en el fondo, se dilucidaba, otra vez, la dicotomía trascendental entre “las dos Españas”. Esta vez, la confrontación fue pacífica, entre otras razones, porque ciertos grupos del franquismo evolucionado participaron en el “consenso”. Añádase el telón de fondo de la feroz violencia de los terroristas vascos (piadosamente, llamados “etarras”) y un intento rocambolesco de golpe de Estado. Por lo demás, la democracia española se ha mantenido dentro de unos límites razonables.

Aun así, llegamos a las próximas elecciones, en plena canícula, con un planteamiento que se aproxima, otra vez, a la confrontación entre “las dos Españas” de nuestras desdichas. Nótese que el Gobierno actual es una mímesis del “Frente Popular” de 1936: socialistas, el cardumen de comunistas y separatistas de todo pelaje. Lo decisivo es que una de las dos Españas no tolera, fácilmente, a la otra. No hay más que ver las últimas leyes aprobadas por el Gobierno, extremadamente, doctrinarias, fanáticas. La previsible derrota electoral de la alianza de las izquierdas significará una masiva transformación del personal político. Seguimos con los bandazos. En definitiva, ha concluido el experimento de la “Transición”. No es fácil anticipar lo que nos espera.

Amando de Miguel para Libertad Digital.

Amando de Miguel

Este que ves aquí, tan circunspecto, es Amando de Miguel, español, octogenario, sociólogo y escritor, aproximadamente en ese orden. He publicado más de un centenar de libros y miles de artículos. He dado cientos de conferencias. He profesado en varias universidades españolas y norteamericanas. He colaborado en todo tipo de medios de comunicación. Y me considero ideológicamente independiente, y así me va. Mis gustos: escribir y leer, música clásica, chocolate con churros. Mis rechazos: la ideología de género, los grafitis, los nacionalismos, la música como ruidos y gritos (hoy prevalente).

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