
«La talla de Sánchez como político después de cinco años largos nos la conocemos de memoria, la altura del betún y cayendo»
Lo único que permanece, para desgracia del propio Sánchez, es su insufrible verborrea, su archiconocido historial de embustes y la constatación de una verdad incuestionable: el principal enemigo de Sánchez es él mismo. Pedro Sánchez se ha convertido sin quererlo en el retrato de Dorian Grey, cada vez que se mire al espejo sólo verá el rostro de un ser sin alma, sin rostro y sin nada que merezca la pena ser visto, y recordado.
No hay materia que no arrastre declaraciones suyas, en las cuales no haya al menos tres o cuatro declaraciones contradictorias entre sí mismas. Este acróbata de la patraña se engaña a sí mismo no una, si no varias veces cada vez que habla, en algunas hasta nueve ocasiones, dependiendo del lugar y el tiempo que haga donde las hace. Seamos serios, el sujeto que comete estas arbitrariedades es un trilero, y si es político el calificativo por fuerza debe ser de calibre grueso, de sinvergüenza para arriba, ya que sus consecuencias dañan a la ciudadanía española.
En la prensa libre las preguntas las hace el entrevistador, en las zahurdas de la extrema izquierda, al entrevistado se le permite traer el guion que previamente le han preparado sus acólitos de presidencia del gobierno. Esto último es muy importante, con guion previo el entrevistado habla de lo que le parece, contesta lo que quiere sin temor a ser repreguntado, se extiende en sus logros, pasa de puntillas sobre sus fracasos, en fin, no se ven sus carencias, sus defectos, sus postureos y sus contradicciones. Pero en un medio libre, con un profesional competente, se vería a Sánchez tal y como es, un déspota con ínfulas, un político mediocre e insano, un piernas cuya audacia y sectarismo han puesto en grave peligro el futuro de la Nación española.
La diferencia entre un político y su remedo, es la que marca la talla del político de altura, la talla de Sánchez después de cinco años largos nos la conocemos de memoria, la altura del betún y cayendo.
Lo que daríamos por ver al felón frente a un miura, nunca lo veremos, nos conformaremos con imaginar a Sánchez convertido en un minino, incapaz de hilvanar tres palabras seguidas, intentando decir algo inteligible. Este es el verdadero nivel de un sectario e inútil politicucho, reconvertido en el cuatrero de moda del OK Corral de la Carrera de San Jerónimo.
Yo le sugeriría que fuera al “Sálvame”, más que nada por ver cómo el Jorgeja se licúa. O al “Pasapalabra”, su programa preferido, seguramente para cumplir al pie de la letra con el título del mismo. Tampoco estaría mal que fuera a “Aventura en pelotas”, y así ver cómo son los entresijos psíquicos y mentales, que no físicos, de esta especie de Gárgamel de la democracia. Y por qué no a “Empeños a lo bestia”, para verle cómo malvende o empeña sus propios bienes, y no los de España y los de los que le han pagado la eterna fiesta en la que se ha mantenido, gracias a la estupidez de unos, la despreciable laxitud de otros y la abyecta y criminal cooperación de los hijos de perra restantes.
Estas preguntas y alguna más, que sin duda alguna le harían ustedes, quedarán para siempre sin respuesta, por ese motivo cualquier entrevista, o masaje, o directamente felación subliminal con el consabido final feliz, al que se someta este andóbal, resultará irrelevante. A este sujeto ya le hemos visto las vergüenzas, y para su desgracia y desdoro su desnudo nos parece antipático, exuberante por sus carencias, y patético por sus dimensiones.
La principal batalla que podría librar Sánchez, no sería la de los debates, su credibilidad llega tarde. Yo no vería una entrevista de Sánchez, su presencia me produce arcadas, el tono de su voz me hastía, sus modales me incomodan, su imagen me repugna. No me duele hablar de esta forma del presidente de mi país, y bien que lo lamento, pero en este caso lo único que me duele es que este individuo haya llegado a serlo.
Del 23-Julio en adelante, este mal encarado tipo llamado Pedro Sánchez Pérez Castejón, no nos tendría que importar nada, a no ser cómo va a pagar por los desmanes que ha cometido. Pero que nadie se engañe, esto no va a suceder, su legado judicial lo impedirá.