La izquierda que justifica lo injustificable. Por Rodolfo Arévalo

La izquierda que justifica lo injustificable

«O somos un país de ley y orden o nos convertimos en una comedia de estado, tal que algunos en África»

Hay la costumbre entre un gran número de Europeos de tratar de comprender y juzgar otros países y zonas del mundo bajo el mismo prisma de la sociedad occidental y de las democracias. Este término aunque conocido por muchos ciudadanos de otros países, sin la historia de occidente, solo es eso para ellos, un nombre. Por eso el Europeo comete un gran error cuando trata de aplicar este concepto a otros países.

 

Hay lugares y zonas en el mundo cuyos habitantes están en otros siglos, bastante anteriores al nuestro. Puede que en muchos de ellos haya individuos de una configuración intelectual y cultural parecida a la occidental, o por lo menos individuos que tratan de aceptar los postulados políticos y culturales de occidente, pero son contados.

 

El problema es que los países del primer mundo no entienden que la diferencia de cultura y de desarrollo no es tanto de forma como de fondo. Por ejemplo en África es bastante normal que te puedan linchar, si pasas por una avenida y por un casual atropellas una gallina. “No se pare” te dirá la policía, porque corres el riesgo de ser linchado por una multitud. Esto que en Europa resulta absurdo, en muchos países de África, no lo es. Esta es la razón por la que cuando alguien me dice que va a atravesar el continente africano en un todo terreno de norte a sur pienso: “no sabe donde se mete”. Esto salvo que lleve la protección de alguna organización, deportiva, profesional o de cualquier tipo. De no ser así es un despropósito que puede terminar francamente mal.

 

Cuando estuve en África hace ya unos años, una noche recibimos en casa la llamada del delegado de Iberia allí, en Kinshasa. Llamaba encerrado con su mujer desde uno de los baños de la planta superior de su vivienda, porque una horda, no se puede calificar con otro término de hombres de color, borrachos, estaban asaltando su casa, con intenciones nada amigables. Destrozaban todo lo que encontraban a su paso. Estas personas, cuando beben, y beben mucho no respetan nada ni a nadie. Es corriente que esas borracheras incontroladas se produzcan con motivo del fallecimiento de alguna persona, familiar o conocido. Mis padres armados hasta los dientes acompañados del chófer de la embajada Lusolo acudieron a la llamada. Afortunadamente para todos cuando llegaron al recinto de los agredidos los ladrones agresivos ya habían partido dejando la casa y jardín como un erial.

 

Esta acción que en cualquier país con estado de derecho hubiera causado la apertura de diligencias policiales, allí en medio del continente Africano, no hubiera llevado a nada, por eso los dueños de la casa evaluaron simplemente los daños para reclamar la indemnización al seguro. Recibieron la compensación adecuada y todo el asunto acabó en tres días. La capacidad de las fuerzas del orden y de la judicatura por esos lares es muy escasa, aunque cuando se produce puede ser brutal.

 

España en la actualidad y en otro orden de cosas se está convirtiendo en África porque hay muchos individuos que no respetan nada, para empezar la propiedad privada que venden luego con las premisas de acabar con los capitalistas. ¿Es un capitalista la persona que compra un inmueble después de ahorrar muchos años, con la intención de alquilarlo para compensar un poco la escasa jubilación de la que dispone? Algunos borregos parece que así lo piensan y en un país con leyes tan laxas como las Españolas y donde la justicia tarda tanto en dictar sentencias llega a ser el caos absoluto.

 

Alguien debería tomar cartas en el asunto y los que hasta ahora no las tomaron deberían pagar daños y perjuicios a los afectados. Me refiero a esa caterva de políticos melindres y escorados demasiado a la izquierda que justifica lo injustificable. O somos un país de ley y orden o nos convertimos en una comedia de estado, tal que algunos en África.

 

Se puede decir más alto, pero no más claro. Hay la costumbre entre un gran número de Europeos de tratar de comprender y juzgar otros países y zonas del mundo bajo el mismo prisma de la sociedad occidental y de las democracias. Este término aunque conocido por muchos ciudadanos de otros países, sin la historia de occidente, solo es eso para ellos, un nombre. Pero ojo como se siga permitiendo por aquí ese libertinaje acabaremos igual que los Africanos, Francia ya está probando día sí y día no esa medicina. Ojo.

Rodolfo Arévalo

Nací en Marsella ( Francia ) en 1954. Viví en diversos países debido a los destinos que tuvo mi padre ( diplomático ). Estudié en colegios franceses hasta la edad de 12 años. Estudié bachillerato y COU en el colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid. Estudié música en el Real conservatorio de música de Madrid, formé parte y pertenecí a varios grupos musicales entre ellos “ Los Lobos “. Creé varios grupos musicales de Pop Rock. Toco el bajo y compongo canciones, música y letra. Estudié Fotografía general y publicitaria, diplomatura (dos años) de cinematografía e Imagen y sonido equivalente a Técnico Superior de Imagen y Sonido. Soy socio Numerario de la SGAE desde el 1978. Pertenezco a la Academia de Televisión. Soy un gran lector de libros de ensayo, divulgación y de vez en cuando novela. En el año 1985 Ingresé por concurso oposición a TVE. Fui ayudante de realización y realizador. En el año 2009 me pre jubilaron muy a mi pesar. En la actualidad estudio programas de tratamiento de imagen. He escrito varios guiones de cortometraje y realizado el que se llamó “ Incomunicado “, tengo otros en proyecto. Soy muy crítico conmigo mismo y con lo que me rodea. Soy autor de las novelas “El Bosque de Euxido” y "Esclavo Siglo XXI publicadas en Ediciones Atlantis. También me gusta escribir prosa poética. Me he propuesto seguir escribiendo novela.

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