El viejo el mar nos recuerda la capacidad de los humanos para fracasar, levantarse, medirse, triunfar y de paso, amar la lectura.
Amar la lectura. Por Antonio Ramírez

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El viejo el mar nos recuerda la capacidad de los humanos para fracasar, levantarse, medirse, triunfar y de paso, amar la lectura.
La voz “viejo” deriva del latín vétulus, un diminutivo cariñoso para las personas que habían cumplido el medio siglo.
Islas a la deriva, obra póstuma del autor y que vio la luz años despues de su muerte, nos lleva al escenario de la Segunda Guerra Mundial.
Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina; o simplemente si todos entendiésemos que todos llevamos… un viejo encima.