Fascistas, locos, sin educación, violentos, racistas, drogados. Quizás sea más importante en esta ocasión el Porqué que el Quién. Siete fotografías de la exposición fotográfica, al aire libe, «Desvelos» recientemente inaugurada aparecieron en la mañana completamente destrozadas.
Las 46 obras están firmadas por la artista camerunesa Angèle Etoundi Essamba y tratan de mostrar la «sensualidad del velo» y el «exotismo de la isla de Zanzibar» donde han sido creadas.
Leo que los organizadores, Casa África, pretenden con la muestra el romper clichés y estereotipos y revelar nuevos significados y connotaciones en el velo, ahora objeto de polémica pero en este caso símbolo de coquetería, misterio e identidad. La autora ha declarado que las sedas son «un adorno que se adhiere al cuerpo y lo transforma, dándole un nuevo soplo de vida».
Las fotografías muestran a la mujer en general y la mujer negra en particular. Reflejan la maternidad, la belleza, la armonía, el mestizaje, la mujer libre y capaz de elegir, y quizás en todo esto subyace la agresión.
Recuerdo las palabras de Tzvetan Todorov en «El miedo a los bárbaros»: «Es lo que amenaza con convertirnos en bárbaros. El miedo se convierte en peligro para quienes lo sienten, y por ello no hay que permitir que desempeñe el papel de pasión dominante.» Lo que pasa en esta incómoda ciudad es que ese miedo ya no es una amenaza sino una dura realidad. Estamos conviviendo con los bárbaros.
Eres muy fino, Manuel. Y eso es algo estupendo y elegante, periodismo del bueno.
Pero a mí este tipo de episodios me calienta la sangre en exceso, así que obviaré las florituras: esta ciudad está llena de cabrones e hijos de puta, despojos sociales de un sistema que no tiene ni lo cojones de reabsorberlos, ni los cojones de retirarlos definitivamente de la circulación. Ni una cosa ni la otra se hacen bien.
En nuestras sociedades, los bárbaros viven cómodamente instalados gracias a la impunidad manifiesta que les otorga nuestra abyecta correción política. Correción política muchas veces, sí, bienintencionada, buenista. Pero, en el fondo, aterradoramente ignorante, y casi reaccionara algunas veces.
Y mientras, los bárbaros proliferan por doquier en ese contexto. Y ellos no ejercen, precisamente, lo políticamente correcto. Son extremistas, impulsivos y violentos. El resultado, efectivamente: infunden el miedo. 4 amedrentan a 40.
Y ya sabemos lo que pasa, lo cuentan los libros (y no necesariamente de los siglos más recientes), cuando una sociedad vive con miedo y acomplejada.
Dicen que Roma ardió.
Pues eso.
Hoy por hoy la educación y las buenas maneras son vistas como un síntoma de debilidad, uno va con buena educación por la vida y lo primero que piensan es que eres idiota, por decirlo finamente. El miedo es un gran negocio y el negocio del miedo nos invade, nos supera.