Compruebo en el Campo de Marte, frente a la torre Eiffel el porqué para los franceses el problema de los gitanos rumanos es un grave problema de estado. Un grupo de unas veinte jóvenes de entre 15 a 18 años se están organizando para robar a los turistas. Y entre risas, me imagino que de precalentamiento, dos de ellas se acercan a un mochilero y le «limpian» impunemente el café starbucks de cinco euros el vaso con tapita. Salen corriendo y al rato lo prueban, lo maldicen y escupen para acabar tirándolo al suelo.
En la televisión francesa llevan toda la semana hablando de los mismos temas: el calor, la violencia en el barrio norte de Amiens y los gitanos rumanos.Y así, como para desengrasar. también intercalan alguna imagen de nuestro comunista, el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo y su tropa de sindicalistas.
Las imágenes de la violencia desatada en ese bastión socialista que es la ciudad de Amiens donde hay un desempleo juvenil superior al 60% van siempre intercaladas con la de su ministro de Interior, el señor Manuel Valls que no ha parado de trabajar y ha marcado en nombre de la Libertad, Igualdad y Fraternidad de la República una organizada represión policial. Todos dicen aquí que Francia tendrá un otoño caliente y que Hollande tiene que resolver inmediatamente que la violencia no se repita en otras ciudades, pero también deberá contentar a su electorado cuando la televisión comience a ofrecer imágenes de desmantelamientos de campamentos gitanos y de deportados a Rumanía. Cuando en definitiva, y ya en el terreno económico comience a gobernar con la tijera de los recortes en la mano.