
«Pero lo realmente impresionante es que, esta pieza, Independence day y el oratorio de los mercados podrá servir de banda sonora de la cotidiana miseria de las familias españolas»
Todos asistiremos en vivo a la representación salvo la bruja de las bellas Artes que lo oirá en diferido por televisión autonómica, rodeada de sus cuervos. Es el programa perfecto para el entierro de España, un estreno mundial.
Lleva ya cuatro largos meses el presidente Sánchez ocupado con la producción ejecutiva, liado con el atrezzo, vestuario y maquillaje, liquidando cuentas con separatistas, terroristas y los antisistema encargados del libreto, en el que ya solo falta encajar la teoría comunista sobre la prima de riesgo, el déficit y el fascismo de lo mercados, y así encajar en los estribillos su frase favorita que se repetirá en la composición en forma de mantra hipnótico: «La deuda no la pagamos. No pagamos, esa es la solución. Quita, quita, quita.»
Un gran tema que sumergirá al ciudadano con la explosión sonora de los bombos, platillos y timbales, en un malestar que rayará en el cabreo colectivo, que encogerá el corazón con el mismo vértigo que producen las nóminas empequeñecidas y esa enorme sombra del paro que ya ha dejado sin vida a una gran parte del auditorio. Pero lo realmente impresionante es que, esta pieza, «Independence day y el oratorio de los mercados» podrá servir de banda sonora de la cotidiana miseria de las familias españolas, capaces de tararear sus coros, creados con la técnica del maestro Bach de las variaciones, en los que se resta protagonismo al líder gracias a esa apología de la parafernalia política que le aupó en la moción de censura. Tanto la antigua CIU reconvertida al infinito de las siglas y los acrónimos, el PNV, Podemos e incluso Bildu sostendrán la melodía triste con sus fraseos insuperables inspirados en el mayor endeudamiento, todo sea por la casta, y el tronar inspirado en el eco de la calle que anuncia el final del concierto, donde la percusión repetirá machaconamente su «leit motiv»: «La progresía necesita gastar en gasto social. Quita, quita, quita.»
Es el programa perfecto de este concierto para un entierro, que España estrenará dentro de un mes tras las elecciones en Andalucía. El «Independence day», una composición progresista y antifascista inspirada en un tema extraído del folclore popular que inventó Zapatero y que el «dontancredismo» posterior publicitó durante nueve años. Por ello, un pequeño vals recuerda que Rajoy tardó cuatro meses en dar su primera Conferencia de Prensa como el nuevo Presidente del Gobierno. Toda una manera de solfear innovadora con la que consiguió no replicar el relato de todos aquellos que no cumplen, ni piensan cumplir, ni la Ley ni la Constitución, aunque la hayan jurado o prometido fidelidad por acatamiento legal. Toda una innovación sonora para no decir a las claras que los profesores protestan porque las leyes de educación vigentes hasta ahora solo les premiaban a ellos, para no replicar a las fiebres soberanas de las falsas historias autonomistas, de los extenuantes gastos en propaganda y toda la economía improductiva que conlleva el delirio del gasto público.
En esta obra el PSOE aparece ya laminado y sin recursos ideológicos, un factor clave para entender el drama que nos anticipa que los que mandan viven fuera de España… O viven para no dejar vivir… O quieren vivir fuera… o, sencillamente quieren todas las ganancias, menos las de las deudas y el conflicto, las únicas realidades que se descubren al final, en el que muy presumíblemente nadie aplaudirá, salvo aquellos que solo tienen la palabra «facha» en la boca para comenzar cualquier conversación.