Comprendo a mis coetáneos, gracias a los sucesos acaecidos en Burgos por la falsa historia del bulevar y gracias también a mis lecturas y conocimiento de la miseria social y sus mareas, que hoy, en España, aburre hasta a las bestias, mencionar tan siquiera el concepto de la herencia recibida. Y puedo ver muchas caras, comportamientos, posturas que estos días de incertidumbre, se reproducen en voz baja, casi con con ese noble sentimiento de la vergüenza ajena, pero que disparan al corazón, y sin contemplaciones, a la mínima de cambio.
Me explico con un ejemplo: Ante el envite a chica, con las formas del órdago, con las que amenaza a España el gobierno de Artur Mas, todavía una legión de españoles asumen como propias frases creadas por subvencionados publicistas. Así, es fácil oír, tanto en la calle como en las redes sociales, que todo es por culpa del PP, y que cada vez que hablan sus portavoces, enriquecen y alimentan el criadero independentista. ¿Cómo no van a vivir los secesionistas si es la derecha la que gobierna en España?
Y es que asistimos a una batalla política de primer orden. Y en ese Burgos catedralicio, ya famoso por su barrio de El Gamonal, se centran las convergencias surrealistas de la cochambre ideológica: A la calle y a la revolución por la farsa social de los intereses bastardos y subvencionados. Gordillo el de esa Marinaleda separatista junto a los terroristas y los progres de salón que comentaron que Coke Minuesa era populista y esos otros intelectuales de nevera que arguyen en asamblea del comité de Informativos de TVE que el nuevo director de Nacional no está capacitado para su responsabilidad, porque en la máquina del café le llaman Francisco Franco y su experiencia profesional no es válida porque ellos así lo deciden.
Es la trasnochada memoria del Che y todos los revolucionarios que lucharon desde las bodegas del Potenkim, la mítica juventud rebelde, unida y resuelta para de una vez por todas, y ahora sí, poder ganar la guerra civil y devolver a la sociedad las pesadillas de la memoria histórica. Una memoria que nos sembró el contador de nubes, el gran farsante, junto a uno de sus íntimos correligionarios, el tal Pepiño Blanco, ese ministro influyente para sus amigos, que condenó vía decreto militar, a los controladores aéreos y hoy, si te he visto no me acuerdo. Que asumió y para mayor de las miserias el AVE a Galicia con las podredumbres asesinas propias de una curva maldita y unas prisas enormes para salir en la foto de la inauguración oficial.
¿Hasta dónde y hasta cuándo seremos capaces de soportar?
En el fondo en realidad late el deseo de conseguir lo que no se merece por medios espurios. Al final medrar para obtener lo que creen el objetivo cutre: putas, guisqui de garrafon y coca adulterada.