En la casa familiar mis padres no eran creyentes. Yo tampoco lo soy… Y eso que mi padre me llevó a un colegio Católico, con el fin de que tuviera unos valores morales y culturales a la altura requerida en cualquier sociedad occidental.
No me arrepiento de haber pasado once años allí. Es mas, creo que gran parte de lo que he conseguido en la vida se lo debo a aquel colegio. Durante mi primera infancia no vivía en España, debido a la profesión de mi padre, por lo que, hasta los 11 años no conocí mi Patria, ahora tan denostada por muchos. Mi país era tan solo un ente en la memoria y una silueta en los mapas. En esencia, lo que mis padres me contaban y aquellos veranos inolvidables, que pasábamos en la estación del Espinar… Nada mas y nada menos.
Durante mi peregrinar por el mundo, en distintos lugares, mi educación estuvo bajo el manto del «Liceo Francés» y, como corresponde a países no hispanos, los ritos navideños se inclinaban hacia el árbol de Navidad, cuyas bolas de colores, olor a pino y la luz de las velas, todavía hoy y ya para siempre, me acunan en mis recuerdos mas infantiles: La memoria de mi padre y mi hermana ya fallecidos, están en gran parte en la silueta deformada que producían las bolas de aquellos árboles de Navidad.
Fue a los once años cuando el concepto de nación, de España, se hizo realidad, porque desde entonces vivo aquí y mi patria fue una, solo una que lo sigue siendo gracias al amor del conjunto de los españoles hacia ella y de la solidaridad de las distintas regiones y habitantes que la forman. Ademas, a partir de aquel momento, ya en la nueva casa familiar, mi padre rescató la idea de montar un Belén, como hacía su padre en su infancia.
El primer año, inolvidable, para mi hermana y para mi, aquello supuso un gran misterio rodeado de magia, corcho, plata y nieve y rodeado de lucecitas de colores. Con los años, el Belén de Navidad fue aumentando de tamaño y llegó a tener un río con agua de verdad. Añadimos mas luces para crear profundidad y acabó ocupando una habitación pequeña.
Esto que parece una tontería, si no eres creyente y en tu familia nadie lo es, no es tal, porque es el pretexto para celebrar una fiesta, una fiesta de la familia, que se lleve como se lleve, en estos días hace el esfuerzo de unión entre sus miembros mas separados. Es redescubrir la inocencia de la niñez, de las canciones que nos unen en la Cultura, de recobrar una percepción de la vida desde el punto de vista del Cristianismo y de Jesús, que fuera Dios o no, fue un hombre increíble que acabó con el pensamiento brutal del » ojo por ojo», y solo por eso merece ser respetado y considerado.
Por todas estas razones no logro entender qué quieren gentes como los separatistas y gentes como los que mantienen a Carmena y a Ahora Madrid en el Ayuntamiento de Madrid apoyados por los defensores del totalitarismo, PODEMOS. Aunque se explica muy bien si se observa desde un punto de vista dictatorial y sectario. Se trata de sembrar discordia y odio en las personas que solo quieren poder vivir en Paz y con Gobiernos que respeten la LIBERTAD.
Por ello, RECLAMEMOS EL BELÉN POR TODOS LOS MEDIOS, incluso con pancartas y cacerolas. Enseñemos a esta alcaldesa que los habitantes de Madrid, no van a dejarse manipular por los complejos de presiones rencorosas y no sabemos hasta qué punto producto del pensamiento único y totalitario.
VIVA EL BELÉN, VIVA LA LIBERTAD, VIVA LA DEMOCRACIA.
LA RAÍZ Y LOS VIENTOS
es el título original de una publicación
de mi padre Rodolfo Arévalo Macry
y por ello representa mi homenaje mas sincero