
Ahora viene una parte que conozco bien, pues la he vivido. Es cierto que en la España de los sesenta e inicio de los setenta, parte de la sociedad, seguía anclada todavía en rencores posguerra civil. En pleno franquismo. Esto era normal dado que, todavía los recuerdos estaban cerca y, los mayores que la habían vivido no eran demasiado viejos. Aunque, si lo vemos desde una perspectiva civil, el desarrollo de España en los 60 nos hizo entrar en un país moderno que impulsaba la economía y la creatividad. Lógicamente, muchas personas querían, que España huyera del Franquismo, que era una losa para muchos y se convirtiera en una democracia como las europeas. Recuerdo, que un primo de mi madre, que en los años sesenta tendría unos veinte años, militaba en el Partido Comunista en la clandestinidad. Siempre que ocurría un acto importante para el régimen, le metían en la cárcel unos días para evitar “disturbios “, tanto es así que mis padres, lo acogían en mi casa durante esos momentos para que no fuera localizado por la policía. Este hombre se pasó toda su juventud vendiendo “ el Comunista “ en el metro, con el riesgo que esto conllevaba. Curiosamente el día en que Adolfo Suárez legalizó el Partido Comunista, nadie en él se acordó de mi tío. Son así de desagradecidos. Tampoco es que el resto de partidos políticos lo sean, pero, como diría Gila “ Vaya “.

En aquellos años,en el setenta y cuatro, yo tenía una edad que no me permitía muchas acciones de tipo político, ya que tenía diez y ocho años, acababa de terminar el COU y, al no tener claro lo que iba a hacer, pedí entrar voluntario en la “ mili “ para quitármela de encima. A los diez y nueve me llamaron y me incorporé. Viví en directo la muerte de Franco con lo que eso conllevó para los que estábamos en el ejercito. Guardias interminables, hice ciento sesenta y cuatro guardias en cuatro meses, mas o menos. Recuerdo estar de guardia en la puerta de Ministro del Ministerio del aire, cuando a las cinco de la mañana el cabo y yo mismo oímos por radio “ a las cinco de la madrugada su excelencia el Generalísimo ha muerto “.

Una llamada del capitán de guardia nos informo de que cerráramos las puertas, pusiéramos las armas en prevengan y si veíamos algún tumulto disparáramos a dar. Imaginad a dos gurruminos de veinte años, cagados de miedo y pensando, “ pues vaya, me han metido en una guerra, etc…” Afortunadamente todo quedó en un susto, aunque chupamos puesto desde las cuatro de la mañana hasta las once de la mañana siguiente. Tuve una ventaja, nos licenciaron, a todos los del remplazo dos del setenta y cinco, al año y no a los dos que habíamos firmado.
Las cosas fueron retornando a la normalidad y fue impulsado el cambio a la democracia por parte de muchos dirigentes políticos de la época, de todos los partidos. Esto dio lugar a la Constitución del año setenta y ocho, que se supone acabó, con el perdón de unos a otros y con una amnistía general. Que parecen desconocer muchos, no por su culpa, menores de cuarenta años. Los Españoles teníamos claro que no habría mas enfrentamientos entre hermanos y apuntamos una nueva forma de afrontar la vida y los problemas. ¿Qué mas se podía pedir?
Estuprlendo relato.
«hice ciento sesenta y cuatro guardias en cuatro meses, mas o menos»
Cuatro meses=122 días. Joder, te desdoblaste. Ya nos contarás como, pero modera tu imaginación.