
Leí con asombro en mi último viaje a París algún comentario a la noticia del giro que dio el caso de los niños perdidos de Córdoba, Ruth y José, gracias a los dos informes antropológicos que confirmarían el crimen atroz del padre José Bretón…Hubo bastantes reclamaciones de la pena de muerte. Y muchas maas de la cadena perpetua, mientras algunos apelaron a la sensatez o los peligros que encierra el concepto del ojo por ojo y diente por diente.
De vuelta a Madrid comprobé que la Justicia española estaba y en la actualidad desgraciadamente continúa produciendo verdaderos quebrantos en la ciudadanía. Una justicia secuestrada por los políticos quedo desvelada en el caso del asesino terrorista Bolinaga, cuyo excarcelamiento se convirtió en infame moneda de cambio. Una justicia, en esencia, en minúscula, injusta, de leyes que dejan en libertad por ejemplo a los asesinos de la menor Sandra Palo después de haber visitado diez años la cárcel.
En mi última visita al Louvre admiré el basalto esculpido con el Código de Hammurabi y me sorprende todavía lo poco que hemos avanzado en cuatro mil años de historia. Allí está redactado uno de los conjuntos de Leyes más antiguos que se conocen que en esencia significa la inspiración por el sentimiento de orden social. Porque si la Justicia no se percibe como justa o igualitaria para todos, cualquier sociedad se queda coja.
Recuerdo algunas de las cerca de 300 leyes escritas en piedra y reseño una. La Ley tercera dice: «Si uno en un proceso ha dado testimonio de cargo y no ha probado la palabra que dijo, si este proceso es por un crimen que podría acarrear la muerte, este hombre es pausible de muerte«. Y recuerdo que aquí, tras los informes de la Forense de la Audiencia Nacional y el de la Fiscalía, en el caso Bolinaga, nadie apuntó nada de ese otro informe anónimo de algunos médicos que escribieron falsamente que el asesino padecía un cáncer terminal. Hammurabi les enjuiciaría por falso testimonio. Por mentir en un proceso.
Tantos cambios, y aparentemente siempre para peor.
Nunca, o en la inmensa mayoría de casos, parecidos a los que mencionas, una enorme cantidad de ciudadanos, pese a poder compartir las conclusiones judiciales, no estamos satisfechos con las penas aplicadas a los culpables de las mismas, si bien no tenemos más remedio, ya que están dentro de la legalidad jurídica, que rige en este país.
¿No será hora de cambiar dicha jurisprudencia?
Desde mi punto de vista, SI.
Un abrazo