
En el trepidante tiempo político que sufrimos los españoles, hoy solo hace siete días que se celebró un Consejo de Ministros extraordinario -ante la no menos extraordinaria situación a que llegó Cataluña- para definir cómo, el Gobierno de la Nación, plantearía al Senado la aplicación del tan repetido y controvertido Artículo 155 de la Constitución, mayoritariamente votado en 1978 -en Cataluña votó “SÍ” el 91’5%, el mayor de España- que algunos llevamos reclamando hace años. En mi línea de sinceridad, diré que me abstuve en ese referéndum -tenía veintinueve años, llevaba seis trabajando en la mayor compañía cementera, entonces española, empezaba un periplo de cinco años fuera de España y era ya, padre de tres hijas-.
«No quiero dejar pasar por alto que por fin, el no menos controvertido Senado, supuesto Foro de representación territorial de las malhadadas autonomías -que Fernando Vizcaíno Casas retrató en 1981 en su libro Las Autonosuyas, va a servir para algo»
Y no voté porque había escuchado a mi padre, que vivió los años 30 y en particular la Guerra Civil de 1936 en primera persona -Alférez Provisional con apenas dieciocho años cumplidos muy pocos meses antes- que, si se aprobaba esa Constitución, “se acababa con España”. Recuerdo que lo llamé exagerado pero insistió en que lo decía “por nuestro bien” porque “yo ya no lo veré” -nos dijo a mis hermanas y a mí-. Sí que lo vio -falleció en 2012- y comprobó la desastrosa ruina que dejó ZP -reforzando su tesis- pero no la mayoría absoluta que dilapidó su sucesor.
Estaba yo por esos días en Salta (Argentina) y no tuve la menor tentación de votar por correo en el Consulado de España allí -que entonces representaba un buen amigo, el asturiano José Antonio Lastra-, sino que valoré su pronóstico y mayor perspectiva histórica y vivencias -que nunca contó con detalle, salvo para repetir que “ojalá nunca se vuelva a repetir esa etapa de la Historia de España”. Era muy joseantoniano, mi padre, q.e.p.d.-.
No quiero dejar pasar por alto que por fin, el no menos controvertido Senado, supuesto Foro de representación territorial de las malhadadas autonomías -que Fernando Vizcaíno Casas retrató en 1981 en su libro ‘Las Autonosuyas’ y, como decía también mi padre, “sólo servirán para dividir el sentido de Unidad de España”-, va a servir para algo.
Como era de esperar, el viernes 20, “el molt miserable Picodelmonte” -como hace tiempo vengo llamando al lunático presidente de la Generalidad, cada vez más, ‘particularidad’, al limitarse a unos pocos catalanes y no a todos- respondió con otro escrito que no respondía al requerimiento del Gobierno del día 11 anterior, desencadenando la anunciada puesta en marcha del Artículo 155 que nadie quería aplicar hace tres semanas pero que refrendaron el oportunismo clásico de Rivera y Ciudadanos y la “necesidad obliga” del avocálico Snchz, por cuestión de supervivencia –‘a ver si hay suerte y pesco algo’– y no terminar de enterrar al Partido casi Siempre Opuesto a España. Creo que Rivera y Sánchez no sabían realmente lo que significaba su aplicación ni el concepto de Autonosuyas. Por cierto que ayer, Alfonso Guerra, dedicó a Sánchez un “bien venido al mundo de la responsabilidad”, por su cambio.
La “respuesta” sin responder y sobre la campana del “segundo plazo” -tan ampulosa como esperpéntica (con perdón de D. Ramón Mª del Valle Inclán), comparando el “resultado” del aquelarre secesionista del 1-O con el Brexit del Reino Unido-, fue respondida tajantemente por el Gobierno -cómo no podía ser de otra manera-: “El Gobierno pondrá todos los medios a su alcance para restaurar cuanto antes la legalidad y el orden constitucional, recuperar la convivencia pacífica entre ciudadanos y frenar el deterioro económico que la inseguridad jurídica está causando en Cataluña”.
Lo siguiente fue la excelente puesta en escena del Teatro Campoamor de Oviedo el viernes -¿qué mejor escenario?- durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias -tierra de Don Pelayo, para más simbología- que, tras treinta y seis años –Calvo Sotelo, entonces- no contaba con la presencia de un Presidente del Gobierno. Allí se pudo ver, de nuevo, la sintonía entre Corona y Gobierno iniciada en la comparecencia de Felipe VI el pasado 5 de Octubre. No, Sr. J. Losantos, no insista en su “gracias al Rey… blablablá…”; como usted sabe muy bien, en una Monarquía Parlamentaria, el Rey no dice nada que no esté preparado y consensuado con el Gobierno, pero eso no vende entre su “clientela”. Una puesta en escena que se reforzó con la presencia de los tres primeros mandatarios europeos, Tusk y Junker con Tajani, que levantó al público con un “mientras el Derecho no se cambie, su respeto no es una opción: es una obligación”, que fue una flecha al corazón -si lo tuviera- del cuerpo secesionista -que no quiere escuchar nada que no sea su paranoia independentista- y que fue demostrativo del respaldo que Europa da a Mariano Rajoy, ratificado, este lunes, por un comunicado oficial, desde Bruselas, apoyando unánimemente la aplicación del 155.
Con esas premisas no podía sorprender -a mí al menos- el tenor de la comparecencia del Presidente del Gobierno tras el citado Consejo de Ministros extraordinario. No negaré que haya criticado, no pocas veces -en artículos y participaciones en tertulias políticas- la pasividad de Mariano Rajoy y la -a mi juicio- dilapidación de la mayoría absoluta que le dimos casi once millones de españoles en 2011. Pero con la misma sinceridad diré que quería pensar que, llegado a este extremo, y como buen Registrador e hijo de Juez, sería contundente en la aplicación rigurosa de la Ley. Confío en que ya no haya marcha atrás ni medias tintas, pese a lo que se hizo esperar la reacción por ese deseo de cargarse de razones y contar con el mayor apoyo posible de otras fuerzas políticas, de las que yo no me fiaría mucho fuera de este contexto -en especial, del PSOE, pero tampoco, del todo, de Ciudadanos- aunque sé que no hace falta decírselo a don Mariano, que conoce a sus rivales políticos mucho mejor que yo. Así, el Gobierno de España fue también contundente en la aplicación del repetido Artículo 155 y, en su comparecencia posterior al Consejo, Rajoy resumió muy bien, en cuatro puntos, los objetivos de esa decisión, tras una somera exposición de motivos y la remisión al briefing para los que quisieran saber más. Estos cuatro objetivos eran: “1.- Recuperar la legalidad. 2.- Volver a la normalidad y a la convivencia. 3.- Continuar con la recuperación de la economía. 4.- Celebrar elecciones” en seis meses -dijo primero en su intervención-, aunque después matizó que “cuando se recupere la normalidad”, algo que, a mi juicio, puede llevar más de seis meses, pero había que sustentar , aunque fuera con alfileres, el apoyo de Sánchez y que a la postre y junto con no tocar a la sectaria TVE3 nos ha llevado a la realidad de las Autonosuyas y las elecciones autonómicas para el 21 de Diciembre.
Vistos estos objetivos, tengo que hacerme unas preguntas que también debería hacerse uno de los que, cual altavoz de repetición, ha salido estos días a exigir lo que él propició en buena parte o no evitó cuando estuvo en sus manos, con otra mayoría absoluta ¿Habrá hecho reflexionar a Aznar esa premisa de “normalidad” que antepone Rajoy para la celebración de elecciones en Cataluña? ¿Se habrá enterado -ya tarde-, él y la Fundación FAES, de que las elecciones se deben hacer cuando se «recupera la normalidad» y no en plena convulsión social? ¿Había “normalidad” en las calles el 14.03.2004, Sr. Aznar, tres días después del atentado del 11-M en Atocha y otras estaciones de cercanías de Madrid y visto lo que se reflejaba, para el que lo quisiera ver? Algunos dijimos entonces que había que retrasar las elecciones generales. ¿Fue “normal” aquella manipulada manifestación del viernes 12 para protestar contra el yihadismo? Yo salía de comer con unos amigos, ese día, y tomé justamente el sentido contrario al del gentío que corría, “indignado”, calle Goya abajo, hacia Colón, en su mayoría “teledirigido” -muchos, sin saberlo- por los que buscaban otra cosa y sabían que, en situaciones críticas, en España se impone siempre el “sentimiento” a la razón. ¿Lo fueron los acosos a sedes del Partido Popular y la ilegalidad de Rubalcaba -el político español que mejor miente (no faltan en ese partido, por cierto)- al romper la jornada de reflexión con su mensaje claramente subversivo: “España merece un Gobierno que no mienta”? Pues eso, don José Mª, como le decía hace unos días, está mejor callado, porque va a resultar que su “elegido digital” acabará -si no nos decepciona de nuevo- dándole lecciones de política.
Ahora la suerte está echada con las anunciadas elecciones autonómicas para el próximo 21 de diciembre, mientras los “no adoctrinados” estudiantes catalanes convocaron una huelga. ¡Qué bien le cuadra su traducción al catalán! -“Vaga”, se dice en ese dialecto-, “contra la represión franquista” sin saber a lo que se refieren, salvo por relato tendencioso de algún abuelo resentido o sectario que, seguramente, aplaudía hace años a Franco en Cataluña soñando con las autonosuyas.
Estupenda reflexión que comparto en su totalidad Antonio. Recuerdo haber oído a mi suegro, que fue un gran falangista y amigo personal de José Antonio, hablar de aquel referéndum y su opinión era la misma que la de tu padre. Yo no soy experta en política, soy una española que se preocupa por conservar su tierra y defenderla , pero también pienso que las elecciones del 21 de Diciembre son precipitadas. Me encuentro expectante y preocupada, muy preocupada. Gracias por compartir tu opinión.
Gracias por tus comentarios, Mercedes. Celebro que te haya gustado mi reflexión.
Seguro que tu suegro y mi padre hubieran estado de acuerdo en muchas cosas.
La decisión -al fin- de Rajoy, abre una expectativa que ya veremos que nos depara a partir de mañana. Pero lo que no nos quita nadie es el despertar de esa España que parecía dormida y que hoy ha vuelto a demostrar en Barcelona que está más despierta que nunca en estos últimos cuarenta años.
Un abrazo.
Aquel año infausto llevaba viviendo como cinco años en Bilbao, y ya se veía como venían los del PNV y su rama, entonces maketa, HB, que para eso la fundaron, para quitar votos maketos a PDOE y Partido Comunista, otra cosa es que muchos de sus hijos se hayan colocado en esa rama, no sea que la okupen extranjeros.
Naturalmente, voté NO, porque de su lectura se concluía lo que ha pasado y pasa.
Y la solución de Rajoy a este problema es similar a la que daría parea reselver el hambre en el mundo:
BICARBONATO
Al menos habrá un bocadillo, mejor que bicarbonato. Hay que esperar un poco a ver cómo se va poniendo en solfa la decisión del viernes que, aunque tardía, puede ser válida.
El fusil, querido Antonio, es de esos de juguete, de muelle, con proyectil de corcho, que además iba sujeto por un cordelito, para limitar su alcance y que sirviera, como los obuses de Gila, para emplearlos en otra guerra.
Creo que, al menos, se trata de una escopeta de plomillos, Jajaja. De aire comprimido, vamos.
Tengo esperanza de que, aunque muy tarde, se ha actuado bien sobre el papel. Ahora falta ver la interpretación de la partitura.
Buenas tardes.
El articulista hace un repaso, no solo a lo acontecido estos dos últimos años, sino también desde el inicio de la democracia, por lo que es bastante extenso y para comentarlo sería preciso abarcar cada uno de los asuntos que toca. Entiendo, en relación con el Referendum sobre la Constitución, que no votando o votando NO, poco o nada se hubiera solucionado dado que si no se aprobara como sería posible adivinar que es lo que la ciudadanía desechaba de su articulado; ¿Quizá la totalidad?; ¿Que habría que hacer?. Eran tiempos de salida de una larga dictadura que había que generar alianzas no poner palos en las ruedas.
En cuanto a Aznar; tiene un espina clavada en su Ser, al comprobar, ha tiempo, que no es una marioneta en sus manos; eso le molesta y desasosiega.
Que decir de Mr. NO; sencillamente no tuvo más remedio que apoyar a Rajoy en la aplicación del art. 155, pues de lo contrario se volatilizaban los votos de la mayoría de los españoles. Eso sí, dio su apoyo pero limitando dicha aplicación a «la puntita nada más», para dejar la puerta de los votos catalanes abierta; de ahí que no se reforme la actuación de TV3, la celebración de elecciones autonómicas a los seis meses, etc.
No me extenderé más, no vaya a ser que el comentario sea mayor que el artículo.
Muchas gracias por su comentario, don José y vamos por partes.
Mi abstención, en aquel momento y reconociendo que yo no había leído entonces ni siquiera el borrador de la Constitución Española que se sometería a referéndum, como sí lo había hecho mi padre que lo tuvo en sus manos con la antelación suficiente, fue sólo un otorgamiento a la confianza que me inspiraba mi padre desde el ejemplo de su comportamiento, así que, como no tenía fundamento para votar NO, me limité a abstenerme. Supongo que el NO -en este caso voto- de mi padre se debía fundamentalmente a las concesiones al régimen de las autonomías que ya había vivido el resultado que dieron en la segunda República y como buen conocedor de la Historia de España que, entre otras cosas, explicaba a sus alumnos, también conocía el de otras aventuras separatistas que se vivieron desde el siglo XVII en nuestro país.
Está claro que a Aznar le pasó con Rajoy lo que a González y al núcleo duro del PSOE con ZP. No querían a Bono porque no lo iban a poder manejar y apoyaron al «inútil» de León en aquella noche de los cuchillos largos del 35º Congreso en el 2000. Se le fue de las manos nada más coger el poder -si no antes- como, por otra parte, la historia y la vida real hacía previsible -por eso es tan necesaria la experiencia para todo y, sobre todo, en política-.
Respecto al «Dr. NoesNO» ya he escrito mucho y en mi artículo dejo claro que coincido con su opinión respecto a la concesión que le ha hecho Rajoy a cambio del apoyo al 155 corto.
Gracias de nuevo por sus comentarios.
D. Antonio: Comprendo su postura ante el Referendum de la Constitución del 78, pero convendrá conmigo que no se puede solicitar un SI o un NO, porque pudiere estar uno de acuerdo con el 90% de su articulado; otros estarían con el 70% y otros la rechazarían totalmente. Más normal sería que cada elector indicara diez puntos que suprimiría o cambiaría. Yo,por ejemplo, anularía las Autonosuyas, el Senado, el núm. de Diputados, los aforamientos, el núm. de personal de confianza, etc. No digamos ya el numero de competencias cedidas a los»reinos de taifas», como la educación, fuerzas del orden y otras.