
«Las feministas radicales se han puesto las pinturas de guerra y han desenterrado el hacha. Y para ellas no hay piedad ni descanso posible»
Los españoles llevamos unos cuantos años con las mochilas cargadas de agravios hasta extremos insoportables. Primero la tabarra insufrible que nos vienen atizando los separatistas catalanes, con el futuro prometedor que atisbamos con los vascos. Todos los santos días padecemos ese cruel martirio que es el procés y que ningún justo nos alivia. Sin caridad cristiana, todos los medios nos atiborran con todas las ocurrencias que desean vomitar por la boca. Pensemos: No hay un solo día que no nos humillen con sus perversiones y falacias sin límite.
Para colmo, desde hace unas semanas otra matraca igual de machacona invade el espacio global. Y es que las feministas radicales se han puesto las pinturas de guerra y han desenterrado el hacha de guerra. Y para ellas no hay piedad ni descanso posible. Aprovechando el repugnante caso del productor de Hollywood, Weinstein y algún otro, que aprovechaban su posición de poder para llevarse al huerto a muchas aspirantes a actrices. Pero hay que aclarar que , aunque muy feo y desagradable, en general era un abuso consentido, una especie de transacción comercial con beneficios compartidos. Insisto, repugnante, pero sin aparente violencia que, de existir, debe ser condenado el autor penalmente y con dureza. El mundo, señores, está inventado. Mal, pero así era, lo que deseamos es un cambio radical. Pero … ¿Y las llamadas armas de seducción femeninas dejarán de aparecer? Ya veremos.

«De momento las feministas radicales hacen caja con el embrollo. Todo lo iniciaron en Estados Unidos Catharine MacKinnon y en especial la ya fallecida Andrea Dworkin»
De momento las feministas radicales hacen caja con el embrollo. Todo lo iniciaron en Estados Unidos Catharine MacKinnon y en especial la ya fallecida Andrea Dworkin, creando una fuerte corriente no contra el machismo, sino contra el hombre, al que consideran que en el propio ser del hombre están todos los males de la mujer. A partir de ese enunciado, dejar pasar a la mujer, cederle el asiento, y demás galanterías son fruslerías sin pizca de importancia. Eres un machista pero de poca importancia. Sencillamente un desvergonzado.
Esa biblia lleva aparejado una realidad casi matemática : que si una mujer te denuncia ,vas de cráneo. Su denuncia no suele tener defensa posible, porque hay hay una verdad en esa biblia, que la mujer nunca miente y que siempre es victima. No hay más. Y aquí la primera incongruencia. ¡Para qué buscan entonces la igualdad de género!
Está claro que ese sistema no puede prevalecer, porque volveríamos a una nueva Inquisición, donde la infamia, la calumnia y la maldad prevalecerían sobre la verdad y la justicia. Todo esto no quiere decir que no haya culpables y victima, los y muchos. Pero no se debe generalizar en un totus revolutum. Hay que demostrar que se es victima y no que el supuesto agresor tenga que demostrar que no lo hizo con consentimiento, pues esas cosas suelen ocurrir sin testigos cercanos. Dar por bueno lo que las victimas declaran deja sin posible defensa al acusado, permitiendo que aparezcan las mas mezquinas sombras del ser humano. La puerta queda abierta a las despechadas por ejemplo. Las ideologías de izquierdas tratan de confundir entre poder y competencia. El poder es siempre dominación y hay que llegar a la jerarquía que es la competencia. Y las feministas radicales luchan sin desmayo para equivocar, buscando que en el hombre solo exista el poder, mientras que en la mujer lo que predomina es la competencia. Al hombre se le recrimina su innata agresividad, su deseo de competir y si triunfa en la vida es considerado un abusador de poder y, por tanto, cómplice de la tiranía feminícida. ( Jordan B. Petterson). Esta radicales buscan no solo convertir a las mujeres en hombres, sino a los hombres en mujeres,y no nada mas que observar algunos pases de modelos masculinos para comprobarlo.
Siguiendo a Juan. A. Herrero Brasas, un autor poco conocido en España, (a pesar de que sus ensayos fueron grandes contribuciones a los últimos cambios políticos en España, como la abolición del servicio militar obligatorio y la legalización del matrimonio homosexual), pero reconocido en EEUU donde trabajó como profesor de Ética y Política Pública, esa tendencia puede consolidarse en Norteámerica, con fuertes restricciones en ese campo, pero no en España donde hemos pasado de una fuerte represión moral al mayor de los libertinajes. Aquí nos movemos en otros parámetros. A una jovencita le puede sobrevenir un sentimiento de culpa y no sentirse bien con lo que ha hecho, pero lo que no puede hacer es que, arropada por este feminismo atroz, sienta un profundo arrepentimiento y descargue su culpa sobre el joven con que el que tuvo relaciones consentidas acusándole de violador. Nadie se merece esa actitud feminoide. Y hay que poner las bases para que no ocurra.