
«El acto sí ha causado malestar, preocupación y, sobre todo, estupor en ese gobierno que ha venido despreciando a todo el que no le sigue obedientemente y en esa izquierda que ha creído siempre que la calle era suya»
El éxito de la concentración de ayer se mide por el enorme esfuerzo de los comentaristas “objetivos” en minimizarla, en reducirla a un pequeño grupo reunido en la Plaza de Colon, sin tener en cuenta las muchedumbres que llenaban las cuatro grandes avenidas que confluyen en la plaza. Y no es que sea difícil comprobarlo, en Internet corren imágenes que muestran las calles adyacentes atiborradas de banderas españolas que no llegaron allí solas.

Intentar reducir la asistencia a poco mas que la que cabría en el estadio del Leganés, por poner un ejemplo, es una buena muestra de dos cosas; la primera que hay periodismo de partido ( por si había alguien que lo dudaba), y en segundo lugar, que pese a las reiteradas manifestaciones de indiferencia hacia la manifestación y a los repetidos insultos hacia quienes participaron, el acto sí ha causado malestar, preocupación y, sobre todo, estupor en ese gobierno que ha venido despreciando a todo el que no le sigue obedientemente y en esa izquierda que ha creído siempre que la calle era suya.