
«Tantas veces he deseado un mundo en el que el respeto de los jóvenes por los demás sea real»
Tantas veces he deseado un mundo en el que el respeto de los jóvenes por los demás sea real, que creo haber visto mi deseo caer por un pozo de realidad pútrida y asquerosa cada vez que se producía. ¿Qué les pasa a muchos seres humanos, a nuestros jóvenes? ¿tan difícil es respetar a los demás? ¿tan difícil es ignorar lo que piensan o dicen unos y otros para poder convivir?. La intolerancia nace de llevar anteojeras puestas a piñón fijo sobre las ideas propias.
Las ideas, pensamientos y sentimientos de los demás, deben ignorarse, mientras no resquebrajen y se impongan a tus propias ideas, pensamientos y sentimientos. Todo es tan fácil como adquirir consciencia de que no debes comportarte con los demás, como no desearías que se comportaran contigo. Así de fácil y así de bonito. Pero no ¡que se han creído ustedes esto!, ni hablar del peluquín dicen los que carecen de pelo, hablemos de pelos dice el que los tiene. Se lía gorda. Por qué ¡imbéciles!, ¿tanto cuesta ser humilde y agachar las orejas cuando toca, sin dejarse avasallar…? ¿ Es tan difícil decir “solo sé que no sé nada”? Al parecer sí, y esto es fruto del puro egoísmo… ese egoísmo que es letal cuando somos jóvenes. Porque con la edad se atemperan los pensamiento y los sentimientos.
«¿Está llena esta sociedad de jóvenes inacabados psicológica y mentalmente? ¿Es de verdad imposible que la gente pueda reírse de sus propios convencimientos?»
Solo hay una explicación y es que a esa edad ya tenemos autoconocimiento, y sabemos que la rabia y el egoísmo solo conducen a la ruptura y la violencia. El argumentar con mentiras y enarbolar las palabras o medio verdades, como armas de guerra y no de calma y negociación, es lo que revela un infantilismo básico y egoísta. ¿Está llena esta sociedad de jóvenes inacabados psicológica y mentalmente? ¿Es de verdad imposible que la gente pueda reírse de sus propios convencimientos? ¿De poner sus ideas y deseos en el lugar que les corresponde?¿ No dicen algunos que todo es relativo?¿ creen realmente esto? No, no pueden creerlo porque no es su verdad y hay verdades inmutables para el ser humano como tal. Su propia animalidad y el conocimiento de su final. Las creencias son íntimas, rara vez pueden llegar a molestar a los demás si no se imponen…
No hablo de un solo tema, hablo de ideas religiosas o irreligiosas, de políticas y de deseos. Sigo manteniendo que mientras dura la juventud, dura la violencia, porque la juventud es un estado mental enajenado de egoísmo y violencia. Es el rechazo del peligro, mas que rechazo, ignorancia del peligro, y por ende de lo que garantiza la seguridad, el sistema de convivencia que representa la sociedad, que ya ha aceptado que el mundo es como es, y que puede escorarse un poco a un lado y un poco a otro, pero que cualquier otra alternativa lo rompe irremisiblemente. Luego lo peor son los daños colaterales ya irreversibles. Esos que te persiguen ya de por vida y de los que no se puede huir. Es el rechazo y la exclusión de los demás, porque yo soy el que se ha de reproducir y si he de apartarte con violencia lo hago. Porque yo soy el que ha de sobrevivir y si he de eliminarte te elimino.
«Qué equivocados estamos cuando somos jóvenes, que mierda nos importa ya con setenta, ochenta o noventa años lo que pudieras decir tú, imberbe y tú, niña de incipientes tetas»
Qué equivocados estamos cuando somos jóvenes, que mierda nos importa ya con setenta, ochenta o noventa años lo que pudieras decir tú, imberbe y tú, niña de incipientes tetas. Creídas crías sabias apenas estrenadas fuera del cascarón. Los medios de masas os dieron la voz sobre los demás, os pusieron de moda y lo peor es que lo creísteis. Callad, escuchad, no sabéis nada de nada. No se sabe más por ser joven y estar vivo, se sabe más por haber vivido. Lástima que muchos no lleguéis a saber lo que es eso, vivir, moriréis en el intento, corriendo en coche, bebiendo desaforadamente o drogados en cualquier esquina. Otros moriréis en defensa de vuestras erróneas convicciones políticas o religiosas. Estaréis muertos incluso si matáis para conseguir vuestros deseos, porque cuando lleguéis a la meta de la muerte habréis comprendido hace tiempo, que todo aquello no valía la pena. Otros sucumbiréis al consuelo del suicidio para no cargar con el horror. Todo aquello solo serán juegos malabares peligrosos sobre los que, como cuerdas flojas, caminar. No valdrá la pena. Diréis no, no lo valía y sí, si lo valía, comprender y respetar a los demás.