
“He sido testigo privilegiado de cómo un líder mesiánico, hijo de las plazas abarrotadas, ha subido a la tribuna del hemiciclo con rostro abatido”
Hoy, 25 de julio de 2019, he sido testigo privilegiado de cómo un líder mesiánico, hijo de las plazas abarrotadas, ha subido a la tribuna del hemiciclo con rostro abatido, barba arreglada y mirada perdida en lejanas ensoñaciones. Hoy, día de autos, el disputado diputado Pablo Iglesias, con marea baja, confluencias divergentes, escrachado hasta la médula y viento de Poniente, ha intentado articular un discurso desde la dignidad de quien poco la practica, pero no era él; se ha sujetado los pantalones; pero no era él, he recordado las palabras de Echenique, su lugarteniente, que desde el gallinero de San Jerónimo todo lo veía: “Si el PSOE acepta un papel modesto pero no decorativo… estoy seguro de que nos podemos poner de acuerdo”. Pero ni con esas, porque el gran piloto Sánchez quemó cualquier posibilidad de acuerdo al grito de ¡antes muerto que sin mis convicciones!
“¿Y acaso el buen hombre, Pablo, añadió algo más?, me preguntan por las esquinas y únicamente puedo responder que él dijo: ¡Pedro, dame algo!”
Y entonces, cuando estaba a punto de caer en las garras del desánimo (me refiero a mí mismo), porque soy un ciudadano muy sensible, y andaba escudriñando los canales de televisión a la búsqueda de un bloque publicitario que reconfortara el ánimo, ahí mismo, y sin apenas percibir lo que se venía encima, Pablo, emulando la soledad del OK Corral, tiro de raza –no busque connotaciones pasadas-, y mirando hacia su izquierda, el centro o vaya usted a saber a qué punto cardinal, apartó los sillones, mesas camillas, levantó alfombras… bueno, de esto último no existe constancia, y con la frente marchita anunció que alguien muy importante le mostró la salida con estas palabras: “Pídele a Pedro Sánchez que os ceda las competencias en políticas activas de empleo”. Ay, madre del amor hermoso, ¿y acaso el buen hombre, Pablo, añadió algo más?, me preguntan por las esquinas y únicamente puedo responder que él dijo: ¡Pedro, dame algo!