
«El Presidente de ese gobierno, del que lamentablemente Iglesias es vicepresidente, ofrecía su mano tendida. Por el bien de los ciudadanos esperemos que no sea al cuello…»
La reunión de ayer de Ayuso con Sánchez escenificó un cambio de actitud de los dos y, en alguna medida, la rectificación de la política de confrontación protagonizada por ambos durante los últimos meses. ¿Un cambio sincero?
Es evidente que Ayuso midió mal sus fuerzas, o fue mal asesorada, cuando en plena crisis eligió un enfrentamiento público y frontal con el gobierno de España. Pero su discurso de ayer, más cercano al terreno de la realidad, fue acertado. Las autonomías, y la de Madrid como otras, no disponen de suficientes herramientas jurídicas, ni de los recursos técnicos ni humanos, necesarios para enfrentarse a una crisis de esta magnitud, y menos la de Madrid con unas circunstancias demográficas y económicas complejas y que no se dan en ninguna otra autonomía (por más que le moleste a Torra…). Madrid no es sólo Madrid y los madrileños sino punto de paso y encuentro de múltiples actividades, intereses y reuniones, no solo de todo el país sino también de cuantos por una u otra razón acuden a España.
El discurso de Sánchez fue el esperado; colaboración, mano tendida, ni un solo atisbo de autocrítica y pocas concreciones. ¿Es sincera esta generosidad por parte del Presidente de un gobierno y de un partido empeñado en la tarea de desalojar al PP de la presidencia de la Comunidad de Madrid?
Pues seguramente sí, todo lo sincero que Sanchez puede llegar a ser. Y puede jugar ahora el papel del estadista porque para seguir en la tarea de desacreditar a Ayuso ya tiene al dóberman (¡terminologia socialista recuerden!) Iglesias, que no ha tardado ni veinticuatro horas en atacar a la presidenta de esa comunidad a la que ayer el Presidente de ese gobierno, del que lamentablemente Iglesias es vicepresidente, ofrecía su mano tendida.
Por el bien de los ciudadanos esperemos que no sea al cuello…