
«Un par de coches cruzan despacio la calle como pidiendo perdón por estar circulando, quizás porque nos atenaza el respeto a lo desconocido y el recuerdo de la primavera donde tantos se fueron sin permiso y sin despedirse»
Parece que refresca, me vuelvo. Ya está bien por hoy. No sé cuánto habré caminado sin rumbo fijo, siempre dirigido por mi fiel subconsciente que sin pedírselo me trae siempre de vuelta a casa…
Madrid esta triste y pese a las modas importadas de las calabazas horribles, este maldito año parece que no han vencido y no se atisba jaleo. Miro el reloj, las ocho y media de la tarde…
-¡Adiós Serafín! Terminaste ya la semana…
-“Ya es hora, para lo que hemos sacao…”
No nos paramos, ni tan siquiera nos despedimos, basta una simple mirada cómplice para entender que la cosa no va ni medio bien. La calle vacía, silenciosa como si no hubiera un mañana, todo cerrado salvo el “súper” de guardia con las ultimas prisas y olvidos y el chino Juan que fuma un cigarro, apoyado en su puerta con la mirada perdida.
Un par de coches cruzan despacio la calle como pidiendo perdón por estar circulando, quizás porque nos atenaza el respeto a lo desconocido y el recuerdo de la primavera donde tantos se fueron sin permiso y sin despedirse tan siquiera. Uno se para a lo lejos cerca de casa, no sé…
Mañana es primero de noviembre, día para el recuerdo, el respeto y la rabia porque ya no están y para más “inri”, ni visitarlos se podrá. Ni idea, tampoco se lo habrán planteado, este año no hay puente, ni viaje, ni visita al campo santo donde toque. Quien sabe…
Cruzo la esquina, es Doña Marisa agarrada del brazo de su hijo. Camina despacio hacia aquel coche que se había parado en doble fila. Seguro que viene a por ella para que no pase sola el puente ya que este año no toca visitar al Sr. Julián, que yace postrado hace ya cinco largos años ¿O quizás seis? No sé, pero ahí está de espaldas a las cuatro torres de Madrid, como un rey, tan pancho…
Ella no me ve, va mirando al suelo para ver por donde pisa, hace bien…
-Adiós Miguel. ¿Te la llevas?
No contesta, solo asiente con la cabeza, su madre no está bien, sin duda será la tristeza que la come por dentro. Hay días pero mañana es mañana y lo demás son inventos, compromisos o vaivenes desconcertantes pero, mañana es mañana y también nos lo han robado.
Le saludo con la mano y sigo mi camino hacia el portal…
-¿Adiós niño! ¿Dónde vas?
-A la placita.
-Vale, no te enrolles, a las doce en casa…
-Por supuesto papa…

¡Vamos!
31 de Octubre, San Quintín…