
«Todos son culpables de traición a España y España lo merece por no llevar a las puertas del Congreso los contenedores de basura necesarios y echar dentro a los que viven hozando sobre la alfombra»
Antes que nada os deseo un buen día y mejor fin de semana. Mucho ánimo en estos duros momentos cuando el gobierno social comunista hoza sobre las alfombras de las Cortes sede de la secuestrada Soberanía Nacional.
Momentos en los que se rompe la Libertad e Igualdad de todos los españoles con tal que un doctor ‘cum fraude’ y su pareja, falsaría catedrática, sigan viviendo en La Moncloa.
Hubo empresarios que en tiempos pagaron a ETA para sobrevivir, ahora Sánchez y el moña pagan por sus poltronas a Otegui el que dejó claro: «Para que haya una España roja, republicana y laica antes tendrá que haber una España rota»… y ya dicen a propósito del presupuesto: «Vamos a Madrid a tumbar el régimen».
El golpista Trapero ha sido repuesto en su cargo. Las leyes ideológicas siguen adelante a todo trapo. El español es proscrito en España.
Y a todo esto una derecha dividida, Arrimadas suplicando migajas, Casado preocupado por rebañar votos de C’s creyendo en su ignorancia que hará lo mismo con Vox.
Llevamos décadas sufriendo una cadena de indecencias que se inicia en la Transición y en las que se van desgranando cesiones indecentes a los separatistas. Cesiones en las que todos han sido culpables tanto de derechas como de izquierdas.
Indecentes e indigentes morales desde González al ‘dottore’ pasando por ZPI, ‘el indigente’ hasta ZP III, ‘el entregado’, sin dejarnos atrás al «que hablaba catalán en la intimidad» el ‘prepotente’ que exclamaba aquello de que «A mí, mirándome a la cara, nadie me habla de una derechita cobarde porque no me aguanta la mirada», pasando por ZP II, ‘el cobarde’, ‘elbolsodeSoraya’.
Todos son culpables de traición a España y España lo merece por no llevar a las puertas del Congreso los contenedores de basura necesarios y echar dentro toda la escoria humana que nos roba indecentemente y a los que España les importa una higa.
Ah! y ¡Viva el 8-M! y menos mal que solo íbamos a tener uno o dos contagiados, que no hacía falta controlar las llegadas a aeropuertos y que las mascarillas no eran necesarias.