El igualitarismo socialista en la educación destruye cualquier sociedad. Por Nacho Rodríguez Márquez

«El desastroso igualitarismo socialista, eso de pasar curso con asignaturas suspendidas, ese contrato perverso de despreciar el rigor y el esfuerzo, nos lleva a un callejón sin salida»
Está claro que los actuales gobernantes han traspasado la vergonzante línea de la mentira para entrar de lleno en los hechos consumados. Tras mentir como canallas durante años, parece que ya saben que con sus embustes han conseguido embotar los cerebros de muchos españoles y además, les sale gratis. Sabiendo que con el apoyo interesado de los enemigos de España y los votos de esos inducidos por el falso progresismo, han tirado por la calle de en medio y se han propuesto destruir la identidad española de manera soez. Ese calificativo tiene la Ley Celaá, contraria a cualquier sentimiento positivo. Lo que no entiendo es como esa gente convencida por el comunismo socialista no se da cuenta que esas directrices van también en contra de sus intereses.
¿Ningún votante social comunista tiene hijos, hermanos y familiares con discapacidades como para aceptar la desaparición de esas aulas imprescindibles? Lo mismo que los colegios concertados. ¿Es que piensan que ese derecho solo lo puede tener la ministra con sus hijos? Y para remate, la desaparición del español como lengua oficial vehicular. Todo un despropósito aberrante y manipulado por mentes malignas y fracasadas.
Con anteriores Leyes educativas ya plantaron la semilla. Con un sistema educativo degradado en donde el único fin es hacer creer que nuestros hijos son superiores a nosotros, otorgándoles unos mediocres títulos universitarios, faltos de calidad humanística engañando a miles de padres españoles que se decían ufanos: ¡Mi hijo es mas que yo, qué bien, qué suerte, porque soy un simple chofer, agricultor o ebanista!
Y así han convertido estas dos últimas generaciones, por mor del falso ascenso social, en jóvenes aburguesados, incapaces de encontrar trabajo acorde a sus estudios, y ya inútiles para un digno trabajo manual. ¡Qué va, es todavía peor¡ Esos jóvenes se han convertido en incapacitados para trabajar en los dignos empleos que tuvieron sus progenitores. Muchos se entregan al resentimiento y piensan que para qué han estado cinco años estudiando. ¡Para esto! Se creen que es injusto y se meten y se convierten en holgazanes permanentes y, en algunos casos, en violentos anti sistemas.
El desastroso igualitarismo socialista, eso de pasar curso con asignaturas suspendidas, ese contrato perverso de despreciar el rigor y el esfuerzo, les ha llevado a un callejón sin salida. Para esos trabajos «indignos», los empresarios tiene que recurrir a mano de obra extranjera, con los problemas sabidos. Ante esa enorme desilusión solo caben los subsidios, esa limosna perversa que hunde cada vez mas una sociedad.