
«No sé si no es mejor trabajar en rectificar y suavizar las pasiones humanas que pretender eliminarlas por completo». Lo dijo una vez el padre de la Comédie-Française, Molière. Fue tapicero real en la corte de Luis XIII y su principal objetivo fue el de «hacer reír a la gente honrada».
Molière tenía un gran talento cómico y su Tartufo en la que denunciaba la hipocresía religiosa fue prohibida por el rey de Francia durante 5 años. Sufrió un ataque agudo de hemoptisis en el curso de la cuarta representación de su última obra, «El enfermo imaginario» y murió en su domicilio, sin renegar de su profesión de actor, considerada inmoral por la Iglesia. Bajo la ley francesa de aquel tiempo, no estaba permitido que los actores fueran enterrados en el terreno sagrado de un cementerio. Sin embargo, la viuda de Molière, Armande, le pidió al rey que su cónyuge pudiera tener acceso a un funeral normal por la noche. El rey accedió y Molière fue enterrado en la parte del cementerio reservada a los infantes no bautizados.
Cuenta le leyenda que la muerte le sorprendió vestido de amarillo, por lo que generalmente en las representaciones de teatro se dice que trae mala suerte vestirse de ese color.
Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière, nació un quince de Enero en 1622 y murió 51 años mas tarde el 17 de Febrero. El también supo con una gran sensibilidad y pasión hablar de amor. Hoy lo recordamos con este hermosísimo poema.

DEJA QUE TE DESVELE AMOR AHORA…
Deja que te desvele Amor ahora.
Con mis suspiros déjate inflamar.
No duermas más, criatura seductora,
Pues es dormir la vida sin amar.
No temas. En la fábula amorosa
se hace más mal del mal que se padece.
Cuando hay amor y el corazón solloza,
el propio mal sus penas embellece.
El mal de amor consiste en esconderlo;
para evitarlo, habla en mi favor.
Te da miedo este dios, tiemblas al verlo…
Mas no hagas un misterio del amor.
¿Hay más dulce penar que estar amando?
¿Puede sufrirse una más tierna ley?
Que en todo corazón siempre reinando,
reine amor en el tuyo como rey.
Ríndete, pues, oh, celestial criatura;
cede mandato del Amor fugaz.
¡Ama mientras perdure tu hermosura,
que el tiempo pasa y no regresa más!