Ley de la eutanasia. Ley Orgánica 3/2021 de 24 de marzo. Por María del Mar Codeseira

Ley de regulación de la eutanasia
Ley de regulación de la eutanasia

«Esta Ley de la eutanasia decide que ayudar a morir con fondos públicos no cuesta dinero pero…me da que pensar que eso es más rentable que cuidados paliativos»

Antes de nada sé que el trance de pedir ayuda para morir es un tema doloroso, nuestra cabeza es esquiva a él. No nos queremos ver ahí. Pero voy a dedicarle estas líneas, porque Machado era, es y será sabio, y su pensamiento me ayuda a reflexionar. Decía Machado que “La muerte es algo que no debemos temer, porque mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos”.

Esta idea me da vueltas cuando leo la Ley que tenemos ya en España desde el día 24 de junio; El legislador ha omitido opiniones expertas para montar su estrategia con una Ley Orgánica reguladora del lado opuesto a la vida, claudicando, facilitando la muerte frente a la dignidad. Por supuesto los colectivos Colegios Profesionales que saben de esto, manifiestan no haber sido consultados (Médicos, Psicólogos Enfermeros..), ni los especialistas en cuidados paliativos, y ha acabado siendo aprobada con una mayoría justa para una Ley Orgánica, transcendental, pero hecha farragosa, como si de una sosa ley fiscal se tratara, o simplemente para dejar fuera el delito de eutanasia del 143 del Código Penal.

Por resumir, diseña un entramado administrativo complejo, pendiente de la creación de unas Comisiones de Garantía y Evaluación en cada Comunidad Autónoma que deben crearse de aquí a 3 meses; las que en último término controlan las decisiones de los médicos responsables del paciente. No lo voy a explicar aquí; son trámites y plazos de ida y vuelta, que cual derecho de gracia conceden o no la petición de ayuda a morir solicitada por aquel.

Todos hemos pasado o conocido el llamado consentimiento médico informado; cualquier intervención o tratamiento requiere la firma. La medicina no es exacta y las aseguradoras médicas o los fondos del Ministerio de Sanidad no están por pagar altas indemnizaciones. Esta Ley decide que ayudar a morir con fondos públicos no cuesta dinero pero…me da que pensar que eso es más rentable que cuidados paliativos, con la inversión de equipamiento y profesionales que supone.

Ese consentimiento expreso e inequívoco del paciente en situación de enfermedad previsiblemente incurable y con padecimientos “graves, crónicos e imposibilitantes”. En mi opinión esta Ley espera a un momento demasiado extremo y realmente incapacitante para dar un consentimiento así. Habrá casos de pacientes en coma, múltiples situaciones. O enfermedades en las que el paciente no sufra, porque simplemente son enfermedades de deterioro cognitivo extremo, como el mal de Alzheimer.

Quizá el testamento vital sería una solución. Históricamente las normas han servido para siempre en regular la vida social, los contratos, los conflictos y los bienes. ¿Sería ilógico tener una voluntad escrita y registrada en caso de darse una situación de ayuda a morir? ¿O una cláusula dentro del propio testamento convencional ?. Decidirlo con capacidad plena, y que esta Ley solo diera opción a revocar esa voluntad, y/u optar por cuidado paliativo. Al tiempo, pero no dudo que esta Ley de Eutanasia va a necesitar un Reglamento y de ahí un Registro de esas voluntades.

Estimado lector, sé que prefieres pensar en una muerte dulce y que no te va a ocurrir tomar esa decisión. Mejor prefieres que otros piensen por ti; si estás listo para que te den la medicina final. Mas sinceramente entre tanta comisión, plazos intermedios, recursos puede que otros no lleguen a tiempo de evitarte nada y quizá sea mejor tomarse un momento, dejarlo dicho y firmado más pronto que tarde.

Cierro con otra frase que no es mía, es del actor ya fallecido, Robin Williams: “La muerte no es un enemigo, señores. Si vamos a luchar contra alguna enfermedad hagámoslo contra la peor de todas: la indiferencia

Maria del Mar Codeseira Campazas

Máster en Dirección de Personal y Desarrollo de Equipos por la Universidad de Valladolid y Master en Derecho de Empresa en Confederación Española de Asociaciones Empresariales por la Escuela de Práctica Jurídica UNED, he realizado además diversos cursos de especialización en materias jurídicas en instituciones como el Colegio de Abogados de Madrid o Consejo General de la Abogacía. Me inicié profesionalmente en el Servicio de Orientación Jurídica para el Colegio de Abogados de Madrid, prestando servicios en Juzgados de Plaza de Castilla y Juntas Municipales de distrito. He participado además en la redacción de artículos legales para la revista jurídica Usus Iuris y premios Secciones del Colegio de Abogados de Madrid y ejerzo de Abogada desde 1993, principalmente en materia civil y socio-laboral para autónomos y pymes. Adscrita a Turno de Oficio social, civil y penal.

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1 comentario

  1. ¡Hola! La frase del primer párrafo, hasta donde yo sé, es de Epicuro; es muy posible que también la dijera Machado en alguna ocasión, eso sí, yo también la repito por doquier a ver si con suerte me la atribuyen. En cambio, sobre la frase del pobre Robin Williams ahí ya no entro; eso sí, cerrar un texto sobre la eutanasia con una afirmación de un tipo que se suicidó no sé si es lo más adecuado (o lo mismo sí). ¡Saludos!

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