
«Ya sabe usted quien estorba, y no a la oposición, sino a España. Es usted un indigno presidente del todo por el Falcon y otras bagatelas»
En una semana que empezaba con los ecos mundiales del decimocuarto triunfo de Rafa Nadal, al que dediqué mi último artículo destacando el paralelismo de su victoria con la, igual en número, de nuestro Real Madrid, se impone ahora la vuelta a la cruda realidad de una triste política, que ha dejado penosos hechos y comportamientos.
Si la semana pasada teníamos una nueva encuesta –es un decir– del Centro de Invenciones SáncHEZ, que ya sabemos cómo suelen ser, sobre las elecciones andaluzas, ésta comenzó con el primer “debate” –otro decir– entre los candidatos de las seis formaciones políticas que se disputan la presidencia de la Junta de Andalucía. En la encuesta, se intuía la “mano que mueve la cuna” de José Félix Tezanos, con su poco “disimulada” llamada al voto de la izquierda –repartida y dispersa, aparte de poco creyente en la oferta– y daba un impulso a las expectativas del Partido Popular y de VOX. Tuve la santa paciencia –fue duro, lo reconozco– de aguantar íntegro el supuesto “debate” que, con el formato “aperturista y plural” que quiere darle la RTV Engañosa, no pasó de un mero intento de casar monólogos tasados de los supuestos líderes, en su mayoría con poco liderazgo y meros ocupantes del primer puesto de su lista. O sea, un aburrimiento en el que brillaron por su ausencia auténticos programas de gobierno, fuera del que era obvio en el caso del candidato popular, Juanma Moreno, seguir con lo hecho en estos tres años y medio, que tan buenos datos arroja en Andalucía –y eso, pese a que no limpió, lo que hubiera debido, determinados entes públicos y chiringuitos clientelares de “La Pesoe”–, como buenos resultados le auguran esas encuestas a las que ha querido acercarse, esta vez, el citado Tezanos, tras su “éxito” de Madrid, donde no dio ni una. El resto, simples eslóganes electoralistas y lugares comunes que sonaran más o menos bien a sus potenciales electores, pero poco más. Al final, uno contra siete, los cinco rivales y los dos moderadores. El día 19 veremos la encuesta real.
La semana política empezaba realmente tras el contubernio de ministros, ministras y “ministres” del martes y el primer y esperado debate político, por la tarde, en el Senado, entre el presimiente PinócHEZ y el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Éste empezó con la moderación que le caracteriza: “reivindicar la política útil” y no reconocerse en la “mucha crispación, descalificaciones e insultos”, a la vez que viendo “pocas propuestas y reflexiones”, una política en la que tampoco se “reconocen la mayoría de los españoles”. Continuaba diciendo que “En consecuencia, no he venido aquí a insultarlo, sino a hacer oposición, pero le aseguro que estoy muy ayudado por algunos ministros y ministras de su gobierno para hacerle oposición”, en clara alusión a la olla de grillos en la que se cuece el desgobierno socialcomunista y las desavenencias públicas con algunos de sus apoyos independentistas.
Continuaba Feijóo diciendo que “… vengo a sumar, a construir y a intentar que España merezca un Gobierno mejor”; Dios le oiga. Después aludió a la propuesta económica que entregó a Falconeti en su primera visita como líder del PP a Moncloa, añadiendo que “la mayoría de los hogares españoles son más pobres que hace un año y la Hacienda pública española ha recaudado 13.000 millones de euros más, en los primeros cuatro meses, frente a los mismos del ejercicio anterior” pidiendo “devolver ese dinero a las familias”. Un dato que apostilló después al referirse a la deuda pública disparada de este gobierno: “210 millones más cada día” para rematar su intervención con una afirmación y una doble pregunta: “una cosa es gobernar y otra cosa es resistir. ¿Podría usted dejar de estar a la altura de las minorías, sobre todo de las independentistas y ponerse a la altura de la mayoría de los españoles? ¿Se ve usted capaz?”
Tocaba el turno de “Narciso” Miente siempre, que hace pocos días se homenajeaba ante los suyos con su habitual “modestia”: “España cuenta con un gobierno ejemplar que respeta la división de poderes y prestigia las instituciones”, por eso se salta, o permite que se salten sus socios, las sentencias del Tribunal Supremo. Empezó con una de sus frases rimbombantes en un español manifiestamente mejorable: “Porque créame que el ánimo siempre del gobierno de España ha sido tratar de trabajar para construir el máximo de los consensos, la mayor de la unidad” (sic). Presumió de las “veinte reuniones de presidentes” que ya supimos a qué acuerdos llegaron, pocos, y cuáles se respetaron después, ninguno, tras revelarse que no había expertos y que los fondos nunca llegaban ni en tiempo ni en cuantía a los destinos que los necesitaban, etc., etc. También, de los “catorce acuerdos con los agentes sociales” y otras falacias como la mini “reforma” laboral –mero maquillaje con los plazos y los fijos discontinuos para falsear las cifras de desempleo– y los ERTE , que venían de la reforma que había hecho el PP, por cierto. Continuó pidiendo “una oposición de Estado y útil” aludiendo a una supuesta frase de Feijóo: “El PP será útil cuando gane”, para intentar colar con su desparpajo natural la “forma distinta de entender la oposición”. Como no podía ser de otra forma, volvió a su “realidad paralela” y su narcicismo: “El gobierno de España, lo que ha hecho siempre, primero con la pandemia y en segundo lugar, ahora con la guerra, es tratar siempre (x3) de proteger a las familias y a las empresas…”. Y no tardó mucho en escucharse el ante, ante, ante… antepenúltimo disparate –vendrán más– de este personaje irresponsable que sigue acaparando motes. Como decía en uno de sus editoriales en COPE Carlos Herrera, “le salió el macarra que lleva dentro” y se desbocó: “Y reconozcámoslo, ustedes lo único que han hecho ha sido estorbar, estorbar y estorbar, a lo largo de estos años de legislatura”. Se “lucía” un poco más con “Este es un gobierno que cumple con la Constitución”, para aprovechar repitiendo lo único que le importa, y necesita, del PP–: “¿Está usted dispuesto a renovar los órganos constitucionales?” en clara alusión al Consejo General del Poder Judicial.
Respondía en su única réplica –otra circunstancia que desvirtúa lo que debería ser un buen debate parlamentario– el Sr. Feijóo, al brindis al Sol de SáncHEZ, con un «No se preocupe usted, esta es una oposición de Estado. El problema que tiene usted es que no tiene socios de Estado. Y ese es el principal problema de su mandato y de su legislatura”. Y continuaba con algo que muchos pensamos: “Es envidiable su optimismo” –yo hubiera utilizado otro calificativo– y una afirmación que compartimos millones de españoles, que hemos visto los abucheos a él y a algunos de sus ministros, ministras y “ministres”: “Si saliera a la calle se daría cuenta de que las familias españolas están bastante molestas con su triunfalismo”. Recordaba el viejo chiste de la autopista: “Cada vez se parece más al conductor que va en dirección contraria y piensa que son los demás los que van mal. Va en la dirección opuesta a España y tiene dos copilotos que no creen en España, por tanto el riesgo es total”. Aseguraba después que “Este partido ha surgido para cumplir, para defender y para ejecutar la Constitución», provocando las risas del doctor Plagio cum Fraude y algunos de los suyos. Terminaba este turno de réplica diciendo que “No le voy a decir a usted que está estorbando. A insultos me gana usted siempre” y repitiendo lo que ya le había dicho en la primera intervención: “Lo que sí le puedo asegurar es que he venido a ofrecerle una alternativa. Si estamos recaudando 13.000 millones más que en los primeros cuatro meses de 2021 y 4.000 millones más de lo previsto para todo el año ¿no sería razonable devolverlo a las familias que están pagándola inflación? Y no dejaba pasar un comentario en alusión a la captura fotográfica de los papeles que exhibía su vice segunda, Yoli “Chulísima”: “Olvídese del efecto Feijóo y céntrese en el efecto de la inflación”.
Del nuevo turno de Pedro “Antonio” I el Mentiroso, sólo voy a citar una frase que, puesta en su boca, no deja de ser, cuando menos, una ironía grotesca: “Hablar mal de España, fuera, es malo para España”. Lo dice el que, no de palabra, sino con sus hechos, está acabando con el prestigio internacional de España, habiendo conseguido en pocos meses cabrear a Marruecos, al acoger con pasaporte falso al líder del Frente Polisario que protegía Argelia; a la propia Argelia en su cambio de postura respecto al Sahara español y poniendo al Estado español en una difícil situación ante la ruptura unilateral del tratado de amistad que teníamos con ese país y tiene muy cabreado, con la inestimable ayuda de su antecesor socialista Rodríguez Zapatero, el asesor de Nicolás Maduro, nada menos que a Estados Unidos.
Argelia, de momento, ha cortado las relaciones comerciales con nuestro país y deja en el aire un 30% del suministro de gas, ya sea en cuanto a provisión o, en lo que no hay duda, en cuanto a precio. Lo que faltaba para los resentidos bolsillos del español medio, al que este gobierno Frankenstein ha sumido en la ruina en tan sólo dos años y medio de pésima gestión. Por mucha pandemia, Filomena, volcán, guerra en Ucrania, viruela del mono o plaga de langosta en la comarca de La Serena. El presimiente gafe acaba con todo lo que toca o le rodea y menos mal que no fue a ninguna de las dos finales de Paris, porque no estaríamos celebrando las dos decimocuartas de Champions y Roland Garros. Así que, Real Madrid y Rafa Nadal, pueden dar gracias a Dios del poco cariño que este personaje tiene a España, principal motivo por el que no se decidió a ir, enviando en su representación al ministro de ¿cultura y deporte? –otra ironía del destino– porque no hubiera soportado ser segundón frente al verdadero Jefe del Estado español, el Rey Felipe VI. Aquí puede intentar suplantarlo, pero donde va el Rey, el fantoche siempre queda relegado, como Dios manda. Lo malo es que ha dejado una pista y nuestros anti pueden tirar de él en el futuro.
Así que ya sabe usted quien estorba, y no a la oposición, sino a España. Usted, que sólo ha tenido dos “principios” en su vida. El primero, cómo llegar al gobierno a costa de una “morcilla” en una sentencia, introducida por ese “juez” amigo de los etarras que ahora los libera, y votado por lo peor del Congreso, en una torticera interpretación de la democracia. El segundo, cómo mantenerse en Moncloa, cediendo a las condiciones que, los que lo pusieron ahí, les pidan para seguir destrozando España, principal objetivo de sus socios y parece que ha hecho suyo. Todo por el Falcon y otras “bagatelas”.