Y los bancos, de «caspa» caída, también. Por Rodolfo Arévalo

Y los bancos, de «caspa» caída, también.

«Los bancos están de caspa caída, ya no hay empleados que te atiendan bien, o por lo menos como si fueras un ser humano»

Centro mis ideas hoy en los bancos, los banqueros y los bancarios aunque reconozco, de entrada, que cada día es más difícil escribir un folio sobre cualquier tema. Siempre existe el recurso de volver a las oscuras golondrinas que, de tu balcón sus nidos volverán a colgar. Aunque es más que probable que, quién se cuelgue o se tire directamente desde el quinto seas tú en un alarde de valentía, creyendo que esto vale para planear y expeliendo un insulto ad hoc que dices, “ahí os quedáis hijos de la gran puta; si no tenéis corazón humano palpitad con el de cerdo que os ha tocado”.

Las palabras se acaban y las frases también. Las conciencias de algunos no se acaban, o dejan de existir, solo mutan, se convierten en inconciencias indecentes y probablemente asesinas, tanto de ilusiones, como de vidas de andar por casa. Las frases hechas seguro que no van a interesar a nadie, por manidas, por abortadas antes de nacer, por quebradas cuál hueso ya despojado de blando cartílago. Pero si me detengo a pensar un momento, no son las palabras, las oraciones, solo son las plegarías, los deseos lanzados al aire, vacío de individuos que los reciban con algún lánguido entusiasmo; la brisa llega, pero no hay nadie con alma para recogerla.

Es que en la actualidad cualquier síntoma de humanidad, de espíritu, de brío, de ganas de hacer, o de ganas de algo, siempre caen en un erial seco sembrado de ideas e ilusiones muertas. Lo que no vive ya en ninguna parte, es en cierto modo la verdad, los individuos que viven pendientes de las apps en los móviles, esos que te atan para hacer cualquier estupidez o incluso algo interesante pero en el momento equivocado. Los bancos están de “caspa” caída, ya no hay empleados que te atiendan, bien, por lo menos como si fueras un ser humano que por otra parte es lo único que eres, un Cromañon algo evolucionado y vestido, o un Neandertal con frente huidiza y rasgos brutales, que de todo ha de haber. Pero aún así más humanos que muchos de los hombres actuales.

Los Goirigolzarris de turno se han encargado de que las oficinas bancarias sean un lugar de martirio del empleado, que ha agriado la sonrisa que debiera ser primordial hacia quién deposita el poco o mucho dinero que hace que florezca su negocio. De acuerdo en que una nómina o una pensión costrosas no van a darle al consejo de administración lo que necesitan cada año. Pero curiosamente todos y cada uno de los bancos muestran beneficios en los balances de cuenta anuales. Ya me gustaría a mí que el dinero, mi dinero, con el que han jugado, sumado al de otros para hacer cantidades que sí generan beneficios, me diera a mí la milésima parte de lo que esos señores, tan solícitos a la hora de gestionarte los problemas, se llevan.

Cómo añoro Caja Madrid, no sé quién la gestionaría ni que beneficios se llevaría, pero desde luego el aplauso y buenos deseos de sus clientes si se llevarían. Bueno miento, se los han llevado porque comparados con los que absorbieron la entidad, eran ángeles del cielo. Y casi me da igual si ángeles del cielo o del más lúgubres y ardiente infierno, al menos eran lugares respetados por mí y creo que por muchos otros.

Date un paseo por cualquier sucursal del banco que absorbió a Bankia y verás lo que es no dar peras, ni manzanas, ni albaricoques, ni “macarrones” en su tinta, que de todo había antes y ahora no quedan ni los más harapientos desperdicios. Solo algún antiguo empleado, al que se le ha puesto cara de bobo porque no entiende nada y al que hoy han disfrazado con cara de acelga avinagrada, puede esbozar a veces una tibia sonrisa de pena hacia ti como cliente, hoy siervo de la puta gleba feudal que manejan los millonarios. Ellos se han convertido, por mucho que deseen e intente no resultar indeseables, en meras teclas que manejan los ordenadores y cuentas a beneficio de los jefazos y con unas instrucciones adosadas a los programas, de las que no pueden separarse, sin que una mano oculta entre líneas les de un colleja, eso como poco. Poder de decisión, nulo… Ya dirá la pantalla lo que quiere “Simón” o mejor el Goirigolzarri de turno.

No, no quieren imbéciles con nóminas costrosas o pensiones irrisorias, que solo hacen perder el tiempo que hay que aprovechar para vender objetos caros, como coches, cámaras fotográficas, créditos, vamos todo lo que genere intereses, que sino para que es el banco. Creo que, cada día más, los bancos, como el dinero no tiene buen interés se irán convirtiendo en el Galerías Preciados de los cincuenta, incluso con un poco de suerte y buena gestión comercial en El Corte Inglés. Aunque muy alto se les pone el reto…

Creo yo, y por eso cada día es más difícil escribir un folio sobre cualquier tema. Faltan recursos para gasolina. Siempre existe el truco de volver a las oscuras golondrinas que de tu balcón sus nidos volverán a colgar. Aunque es más que probable que, quién se cuelgue o se tire, directamente desde el quinto seas tú, en un alarde de valentía, creyendo que tus brazos valen para planear y expeliendo un insulto ad hoc que dice, “ahí os quedáis hijos de la gran puta, yo parto al infinito y más allá, si no tenéis corazón humano palpitad con el de cerdo que os ha tocado”.

Rodolfo Arévalo

Nací en Marsella ( Francia ) en 1954. Viví en diversos países debido a los destinos que tuvo mi padre ( diplomático ). Estudié en colegios franceses hasta la edad de 12 años. Estudié bachillerato y COU en el colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid. Estudié música en el Real conservatorio de música de Madrid, formé parte y pertenecí a varios grupos musicales entre ellos “ Los Lobos “. Creé varios grupos musicales de Pop Rock. Toco el bajo y compongo canciones, música y letra. Estudié Fotografía general y publicitaria, diplomatura (dos años) de cinematografía e Imagen y sonido equivalente a Técnico Superior de Imagen y Sonido. Soy socio Numerario de la SGAE desde el 1978. Pertenezco a la Academia de Televisión. Soy un gran lector de libros de ensayo, divulgación y de vez en cuando novela. En el año 1985 Ingresé por concurso oposición a TVE. Fui ayudante de realización y realizador. En el año 2009 me pre jubilaron muy a mi pesar. En la actualidad estudio programas de tratamiento de imagen. He escrito varios guiones de cortometraje y realizado el que se llamó “ Incomunicado “, tengo otros en proyecto. Soy muy crítico conmigo mismo y con lo que me rodea. Soy autor de las novelas “El Bosque de Euxido” y "Esclavo Siglo XXI publicadas en Ediciones Atlantis. También me gusta escribir prosa poética. Me he propuesto seguir escribiendo novela.

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