
«No nos vengan con monsergas de que no hay dinero para pensiones, lo que debe de haber son fronteras seguras y cero efecto llamada»
He de contenerme pues si me dejo llevar y suelto «to’ lo que llevo ‘entro» desembocaría en un día de furia. El panorama es el de un país devastado, sin prestigio y pastoreando por una jauría de depredadores que no han trabajado en su puta vida y que con ocho años de «no trabajo» sacarán de nuestros riñones unas inmerecidas pensiones, tan inmerecida como las paguitas y DNI que regalan a cientos que no tienen la más mínima intención de trabajar.
Tenemos el consejo de ministros más cancerígeno, elefantiásico e inútil de toda la democracia con un enjambre de altos cargos y asesores que no nos podemos permitir y que un país serio no admitiría.
Ante este panorama en el que se protege al delincuente y se desprotege al trabajador, miles de españoles, como es mi caso, llegamos a la no deseada fecha de jubilación y a estas pensiones me quiero referir.
Pensiones que no son ni un regalo ni una medida de gracia de nadie, son fruto de nuestro ahorro, de los descuentos que hemos sufrido mes a mes durante décadas para tener una pensión máxima llegados al fin de nuestra vida laboral.
Esa pensión, señores políticos es un dinero mío y solo mío, no es de ningún saqueador de la caja común como los que hemos venido padeciendo.
Daré algún detalle, indignado ante tanta paguita y sueldo para asesores con formación desconocida. Tras 47 años de servicio, en los que he cotizado y sufrido descuentos que me han llevado a una vida austera, me llega la carta de la Seguridad Social en la que se me reconoce la cantidad que me corresponde pero en un acto de saqueo se me indica que «por aplicación del límite máximo de percibir pensiones públicas para 2022» se me da un arbitrario tijeretazo y se me descuentan 347 euros y si con eso no basta, después de haber pagado mes a mes durante 47 años el IRPF se me vuelve a aplicar IRPF sobre lo que me queda y se me da un nuevo tijeretazo de 250 euros lo que hace un robo de mi ahorro de unos 600 euros.
¿Dónde va ese dinero? Lo tengo claro, en vez de recortar donde hay que recortar, con una administración desbocada en gasto insultante y gobiernos regionales llenos de pesebres y chiringitos, lo hace de los que en silencio hemos cotizado media centuria.
No sí si Antonio, doctor ‘de Economía’ y su corte de patanes vividores se crerán sus propias mentiras pero a mí desde luego no me engañan.
No nos vengan con monsergas de que no hay dinero para pensiones, lo que debe de haber son fronteras seguras, cero efecto llamada, nada de dinero para quien no ha trabajado en su vida, eliminación de cargos públicos innecesarios, y menos ladrones que metan sus manos y dispongan de lo que se nos ha descontado para recogerlo al final de nuestra vida laboral y menos cobrarnos impuestos de nuevo sobre esa pensión.