
«Y es que lo queramos o no, somos seres sociales y generalmente trabajamos en grupo, es muy difícil poder prescindir de los demás»
Aún recuerdo como sonaba ya en los últimos tiempos mi primer grupo musical llamado «Parrousse«, aunque durante una temporada quisimos llamar «Cantoto a Pilas«. El Cantoto era un amplificador con altavoces que habíamos construido con un famoso kit de electrónica de moda en la época, los Carkit, con cien watios de potencia; creo recordar que así se llamaban. Estoy hablando de los años 72, 73, 74. Lamentablemente todos los integrantes éramos chicos de familias, si no boyantes en recursos, si desahogadas, por lo que no necesitábamos ganar dinero. Si otro gallo hubiera cantado, hoy se hablaría de ese grupo mítico de los setenta en España.
Grupos como la Mode y otros si persiguieron sus sueños, porque éstos estaban mucho más apegados a la realidad de poder, si no sobrevivir, si a tener cierto dinero de bolsillo para copas, que quizás no podían obtener en sus casas. Y luego dicen que tener dinero es bueno… Material para trabajar en “Parrousse” había, también creatividad y solo faltaba, por parte de algunos, compromiso con los ensayos.
Hace poco mi amigo José Ramón Trespalacios murió y había sido el alma fundadora de aquel lejano grupo, está claro que su memoria permanecerá en nosotros para siempre, además de por amigo, por ser una persona que llevaba el ritmo y la música en la sangre. Pero está claro que en esa época las chicas tiran mucho, se dice “tiran más dos tetas que dos carretas”, la testosterona se lleva a los mejores arrastrándose detrás de las faldas y sacrificando cualquier intento serio de planificar el orden y por supuesto el concierto. ¡Cuantas veces pasé con otro compañero por el local de ensayo, que tanto costaba alquilar, para no poder ensayar por falta de músicos! Ya no lo recuerdo. Si sé que al final lo utilicé con un grupo de gente mayor que yo, en unos cinco o seis años, que tenían un grupo llamado «Los Lobos» y que habían grabado el famoso disco del 74 «Vientos del Pueblo«. Yo ingresé en él como bajista debido a la baja del titular y de que el novio de mi hermana en aquella época los conocía y sabía de mi interés por tocar con una banda. Gracias a ellos se aprovechó aquel local que “¡a saber que habrá sido de él en la actualidad!”.
Durante más de un año estuvimos ensayando allí los «Lobos» mientras nos tuvieron contratados la Cajas de Ahorros Confederadas, para dar conciertos por diversos pueblos de España. Todavía conservo algunos pasquines y carteles de aquella época. Fue un tiempo feliz que nunca pude agradecer suficientemente a Gure guitarra, Clarisa teclista, Manolo Roig cantante, y Carmen alma del grupo que tocaba percusión. Tras el primer concierto, en el que yo actué con ellos, creo que en un pueblo de Ávila, no acabamos en el pilón sino que tuvimos un gran éxito. Fue la primera vez que al final de un concierto me alargaron unos billetes en mano y firmé una hoja rosa que más tarde supe que era de hacienda a la que tuve que pagar novecientas pesetas, por lo cobrado de actuaciones.
Todo esto quiero contarlo en una novela que intento escribir, pero me puede todavía demasiado la nostalgia y se me hace duro. Sobre todo saber que Perez Botija, famoso productor musical de la época nos había dicho a los integrantes de mi primer grupo “Parrousse”, «Chicos ensayad en serio seis meses y os grabo un LP». Nunca llegó a ser realidad aquel microsurco LP. No hubo compromiso por parte de todos y el tiempo fue pasando, las vidas de cada uno separándose, yo tuve varios grupos musicales y puse mucho empeño, pero como se decía en una época remota, «no estaba de Dios» que la cosa funcionara. Acabé tocando cuatro años en Los Lobos mientras «Parrousse» se fue disolviendo en las brumas de los deseos incumplidos. Han sido tantos después, que lo normal era que hubiera sido así.
Es una pena que la vida y muchos de sus proyectos, no dependan tanto de uno mismo como de un grupo de gente. La mayor parte de los grupos musicales acaban en la nada más absoluta por falta de compromiso y falta de fe en el futuro. Solo hay que trabajar un poco más siempre, porque nunca se sabe si el futuro espera tras la siguiente esquina de una calle. Y sí, es así, que no os quepa la menor duda. Con mi último grupo, Margonautas pasó algo similar, unos pocos teníamos la fe y las ganas, pero el amor de una integrante y los sueños de felicidad en la pareja se llevaron por delante siete años de trabajo en el momento en que quizás se hubiera podido despegar. La pena es que la vida no está escrita y menos a gusto de todos.
No hay que lamentarse me digo, pero es frustrante que tantas veces uno dependa de otros para conseguir llegar a alguna meta, sobre todo las buenas que requieren del trabajo conjunto, y es que lo queramos o no, somos seres sociales y generalmente trabajamos en grupo, es muy difícil o solo de genios poder prescindir de los demás cuando vas en pos de grandes resultados. Que pena que mucha gente tarde tantos años en comprender que o se actúa en el momento o la vida pasa rápido sin vuelta atrás y sin remedio. No sé si estas palabras le sirven a alguien, desde luego les servirán a gente joven, solo depende de si quieren escuchar. Yo lo tengo claro y he tratado siempre de no desaprovechar las manos que me han tendido, lamentablemente son muy pocas.