Del auténtico amor por los animales y la falsa ley comunista. Por Rodolfo Arévalo

Del auténtico amor por los animales y la falsa ley comunista

«Reflexiono sobre el auténtico amor por los animales de los humanos y la falsa ley comunista que se nos viene encima»

Resulta extraño saber que los seres humanos nunca estamos realmente a gusto y reflexiono sobre el auténtico amor por los animales y la falsa ley comunista que se nos viene encima. Veo a mi perrita chihuahua, tumbada en el túnel de aire que crea mi ventilador en el despacho e intuyo que es feliz, ¡Con qué poco! Está durmiendo a pierna suelta o dormitando con la fresca brisa artificial que genera el aparato. No se queja, a lo sumo cambia de postura o un poco de lugar a intervalos de interrupción del sueño. A veces me mira como diciendo: “que bien estoy aquí amo”.

 

Realmente no lo dice, porque seguro que esto me causaría un infarto del susto, pero lo deja entrever. Incluso alguna vez se acerca a mi silla y se pone sobre las patitas de atrás para mantenerse de pie apoyada en ella. Mueve el rabo para hacerme saber que está contenta, que me quiere y que le gusta estar allí escribiendo conmigo. Le hablo, vamos, digo alguna tontería como “bonita, qué tal” y mueve su rabito a más velocidad de lo que lo hace en ese instante, para hacerme saber que me atiende, que está contenta de estar allí conmigo y que sea consciente de que ella no me abandonara nunca, o al menos ese es su deseo.

 

Desde que mi madre murió y la tengo conmigo en casa no se separa, como si me dijera “amo no me abandones, no te alejes de mi, yo intentaré no hacerlo”. Evidentemente no contesto, parecería un loco, aunque a veces le respondo, mirando alrededor para saber que no me observa nadie, con una carantoña y una palabra cariñosa. Sé que por el tono de mi voz sabe perfectamente que la quiero y que no me separaré de ella hasta el día en que también me deje, es lo más probable, que yo me vaya primero será difícil, aunque quién sabe.

 

Cuando la veo dormida a mis pies veo la tranquilidad personificada, la confianza plena, la ausencia total de cualquier traición, presente o futura. Es algo así como, la calma chicha, como si las tensiones se hubieran volatilizado en el aire y solo estuviéramos ella y yo compartiendo un espacio vacío de comunicación no verbal, silencioso, pero pleno de intensa comunicación animal, que cada uno expresa en su forma específica.

 

Es increíble que pueda llegarse con un animal a este nivel de compenetración y muchas veces no con otro ser humano. Al parecer el hombre, como tal, siempre fue un enemigo para los otros hombres, incluso para aquellos que se dicen amigos. Las palabras por muy bien que puedan perfilar lo que se quiere expresar, nunca superan la capacidad del contacto visual y espiritual de los hombres con otros animales, sobre todo cuando son cachorros.

 

Hay algo en nosotros que nos incita a cuidar del débil cuando no es de nuestra especie, y más si lo es, pero somos casi incapaces de cuidar de otro ser humano imposibilitado y nunca he sabido el porqué. Puede que sean razones psicológicas o de temor, “si le ayudo luego tendré un competidor y eso no es bueno”.

 

Nunca pensamos a priori en otro humano como un posible amigo o aliado hasta que los lazos no se afianzan después de mucho tiempo. En cambio el lazo, de amistad y confianza, que se produce entre humanos y cánidos es muy fuerte y se establece bastante rápido en comparación. Se me ocurre que la razón estriba en que la relación entre estas dos especies viene de lejos, de un tiempo en que los humanos necesitaban a los perros y los perros necesitaban a los humanos para cazar en abundancia. Es muy probable que la relación de amistad casi inalterable fuera solo fruto de un mutuo interés, pero qué tiene esto de malo, ¿no basamos los seres humanos nuestras relaciones en un toma y daca? Y si es así ¿es esto importante a la hora en que se establecen los vínculos amorosos o de odio entre los individuos de la especie?

 

Pienso que no, que el cerebro o más bien los humores que interactúan en este sentido son tan primitivos e innatos que son del todo incontrolables, no necesitan justificación y de hecho, si la necesitarán, perderían toda la poesía que pudiera haber en esa simbiosis perro humano, humano perro. Es por esto por lo que me resulta extraño saber que los seres humanos nunca estamos realmente a gusto. ¿Qué nos diferencia¿ ¿Es el pensar un error de la naturaleza…?

 

A la luz de lo que veo, creo que sí, los humanos somos un error en la naturaleza y reflexiono sobre el auténtico amor por los animales y la falsa ley comunista que se nos viene encima . Veo a mi perrita chihuahua, tumbada en el túnel de aire que crea mi ventilador en el despacho, e intuyo que es feliz, está durmiendo a pierna suelta o dormitando con la brisa artificial que genera el aparato. No se queja, a lo sumo cambia de postura o un poco de lugar a intervalos de interrupción del sueño. Alguna vez sueña, mueve las patas con rapidez como si estuviera corriendo en no se qué prados de hierbas altas persiguiendo alguna presa y a veces hasta se le escapan intentos frustrados de ladridos. Es feliz y entonces pienso, ¿por qué no he de serlo yo, parece tan fácil que no habría porque tener problemas? Y sin embargo es tan difícil. Es entonces, cuando la veo dormir, cuando a veces entro también en un letargo reparador. Gracias perrita, gracias.

Rodolfo Arévalo

Nací en Marsella ( Francia ) en 1954. Viví en diversos países debido a los destinos que tuvo mi padre ( diplomático ). Estudié en colegios franceses hasta la edad de 12 años. Estudié bachillerato y COU en el colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid. Estudié música en el Real conservatorio de música de Madrid, formé parte y pertenecí a varios grupos musicales entre ellos “ Los Lobos “. Creé varios grupos musicales de Pop Rock. Toco el bajo y compongo canciones, música y letra. Estudié Fotografía general y publicitaria, diplomatura (dos años) de cinematografía e Imagen y sonido equivalente a Técnico Superior de Imagen y Sonido. Soy socio Numerario de la SGAE desde el 1978. Pertenezco a la Academia de Televisión. Soy un gran lector de libros de ensayo, divulgación y de vez en cuando novela. En el año 1985 Ingresé por concurso oposición a TVE. Fui ayudante de realización y realizador. En el año 2009 me pre jubilaron muy a mi pesar. En la actualidad estudio programas de tratamiento de imagen. He escrito varios guiones de cortometraje y realizado el que se llamó “ Incomunicado “, tengo otros en proyecto. Soy muy crítico conmigo mismo y con lo que me rodea. Soy autor de las novelas “El Bosque de Euxido” y "Esclavo Siglo XXI publicadas en Ediciones Atlantis. También me gusta escribir prosa poética. Me he propuesto seguir escribiendo novela.

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