
«Ay, ‘vanguardianos’, hipócritas contumaces, ‘salva-republiquetas’, de libro: qué asco y qué pena me dais vosotros y vuestros disfraces»
‘¡Vanguardianos!’ tocapelotas:
de tanto darme en ellas,
las tengo ya medio rotas!
¡Hipócritas contumaces,
‘salva-republiquetas’, de libro:
¿por qué no decís nunca,
de vuestro querido don Narciso
(ya que de Trump soléis decirlo),
que es él, justamente, «el paradigma
del embuste político»?
¡Claro: no os atrevéis
y cerráis cobardemente el pico;
no fueseis a encabronar
a sus socios preferentes
y a sus separatas amigos:
catalufos que subvencionan a porrillo
vuestros periodísticos delirios!
¡Cuán fácil resulta atacar a Trump,
haciendo, de él, vuestro mayor enemigo,
cuando, al cabo,
quienes os han de subvencionar,
le odian casi tanto
como vosotros mismos!
Pero, en el fondo,
lo que os jode de verdad
es que, pese a todo,
tenga él, aún, tantos amigos,
a los que ni con vuestro ‘pisto’ periodístico
– ‘samfainada’, en Cataluña, lo solemos llamar-
podéis en modo alguno acallar.
¡Ah; pero así es también la democracia, queridos;
sobre todo, cuando se trata de votar:
aquí, «¡NO a Sánchez!» «¡SÍ a Trump»!, en EE.UU.
¡Ay, ‘vanguardianos’, hipócritas contumaces,
‘salva-republiquetas’, de libro:
qué asco y qué pena me dais
vosotros y vuestros disfraces,
vuestra cobardía simpar
y vuestro pútrido cinismo…!
(Otrosí: Acaso sea cierto
que algunos tiran documentos al WC;
pero, vosotros, tiempo ha
que vuestra escasa dignidad
decidisteis echar en él!
Y, ¡oh desgracia cruel y extrema,
ni siquiera habéis sido capaces
de daros todavía cuenta!)