Rodolfo Arévalo 
«Estas agresiones se producen entre personal extranjero, cuyas costumbres ven con buenos ojos que los hombres puedan subyugar a las mujeres»
Tengo la suerte o la desgracia, porque a veces es mejor vivir en la ignorancia, de que mi mujer sea abogado, abogada o abogade, por no hacer de menos a Irene Montero, de casos penales. Por lo que he podido apreciar en estos años pasados, la mayor parte de los casos que se encuentra en el camino pertenecen a individuos que, aunque algunos puedan llamarse Españoles o nuevos madrileños, son sin duda extranjeros, inmigrantes, generalmente hispanoamericanos o magrebíes. Es raro que pueda encontrarse entre los casos de violencia de género, por mucho que moleste a Podemitas, a españoles de pura cepa, y es raro porque los españoles de pura cepa, si nos alejamos del universo social e intelectual bajo mínimos de culturas que no se integran y que viven en España desde hace cientos de años, ya no suelen salvo rarísimas excepciones agredir por sistema a nadie.
Luego hay algo que no puedo entender, ni aunque me esfuerce, y es el empeño que tienen las ultra izquierdas feministas de criminalizar a los hombres españoles, que en general suelen ser como monjitas de la caridad en su vida y en su comportamiento con sus santas. Excepciones las hay como en toda viña del señor, pero digamos que en España ya son contadas.
Al parecer, salvo poquísimos casos, estas agresiones se producen entre personal extranjero, cuyas costumbres y lugares de procedencia ven con buenos ojos, y con condescendencia que los hombres puedan subyugar a las mujeres por cuestiones ancestrales, religiosas y culturales. No les han educado en las normas sociales occidentales que, desde hace ya mucho tiempo, han equiparado en la totalidad de deberes y derechos a mujeres y hombres que ocupan occidente, vamos lo que se puede entender por occidente, las sociedades desarrolladas del hemisferio norte y algunas del hemisferio sur seleccionadas.
Adentrarse en estos submundos de otras culturas y religiones implica tener que retrotraerse a una Europa, a una África, a una Oceanía y a un Asia que están en algunas zonas alejadas, primero de las sociedades basadas en la cultura de la religión cristiana, y luego cercanas a un mundo en el que todavía rige o el Islam o las normas del macho más fuerte y dominante. Digamos que esas sociedades se han apartado muy poco en sensibilidad y postulados de las sociedades más primitivas humanas. Allí todavía rige una jerarquía prácticamente de estructura animal primate en donde los individuos más fuertes que no necesariamente mas inteligentes, ocupan las posiciones sociales más elevadas de la pirámide humana.
Sin querer herir susceptibilidades, que están más cerca de las hordas con machos alfa, que cualquiera de las que hay en el llamado primer mundo. Esto que no viene a ser realmente definitorio, porque en todas las sociedades hay niveles de desarrollo social e intelectual variopintas, tampoco deja de ser cierto de alguna forma porque la organización social es ante todo una estructura que tiene en cuenta en primer lugar la sensibilidad hacia los más débiles y después y en orden ascendente a los más fuertes, aunque estos sigan como siempre haciendo lo posible y lo imposible por flotar por encima como el aceite.
Creo que es una cuestión de educación, aunque a veces puedo llegar a comprender que es algo innato en los seres humanos que se establecen en estratos culturales, intelectuales y sociales y que claro, ocupados estos lugares más altos, por los más inteligentes o los más fuertes tratan de no ser expulsados de sus reductos, tanto por otros rivales como por las hembras.
Para mi que el problema no debería dejarse en manos de jueces y de penas judiciales, porque esto no ataca la raíz del problema, que es la educación. Educar a una persona con más de veinte años es al parecer una misión imposible y más tratándose de asuntos sexuales y de relación macho hembra, quizás la única solución sea, efectivamente hacer pasar por la cárcel a estos individuos pero con la obligación de recibir cursos de comportamiento intersexual y de valoración de las hembras que no estaba en su educación o en su cultura.
Ya sé que es difícil, pero cosas más difíciles se han hecho en la historia de la humanidad. Tengo la suerte o la desgracia, porque a veces es mejor vivir en la ignorancia, de que mi mujer sea abogado, abogada o abogade, por no hacer de menos a Irene Montero, de casos penales. Por lo que he podido apreciar en estos años pasados, la mayor parte de los casos que se encuentra en el camino pertenecen a individuos que, aunque algunos puedan llamarse Españoles o nuevos madrileños, son sin duda extranjeros, inmigrantes, generalmente hispanoamericanos o magrebíes. Es raro que pueda encontrarse entre los casos de violencia de género, por mucho que moleste a Podemitas, a españoles de pura cepa y es que la cultura occidental basada en el cristianismo, esta alejada años luz de cualquier otra que podamos encontrar en el mundo actual, moleste a quién moleste y esto te lo dice un ateo.
